Núñez Feijóo, Díaz ayuso y Martínez Almeida celebran en el balcón de la sede de Génova.
Fernando González

Fernando González

Director de El Observador España

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Núñez Feijóo, Díaz Ayuso y Moreno sintonizaron el desencanto de España y construyeron una verdadera paliza electoral

Los nuevos líderes del PP acertaron al atacar al PSOE con el término “sanchismo”. Y explotaron la confrontación extrema entre Podemos y Yolanda Díaz.
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28 de mayo de 2023 a las 22:30

Director de El Observador España

El 28-M comenzó a pintar un cambio rotundo de color en España. Las elecciones regionales y municipales alumbraron un triunfo implacable del celeste que caracteriza al Partido Popular por sobre el rojo que es el croma distintivo del Partido Socialista.

El principal partido opositor, liderado por el gallego Alberto Núñez Feijóo, debía obtener al menos 300.000 votos más que el PSOE de Pedro Sánchez en todo el país. Y lo cierto es que la diferencia cuando se terminaron de contar todos los sufragios fue de casi 800.000 votos. Una verdadera paliza electoral.

La victoria de los populares tuvo varios hitos que fueron mucho más allá de lo que esperaban los más optimistas. Todo el planeta político español, hasta sus más encarnizados enemigos, sospechaba que Isabel Díaz Ayuso iba a hacer otra extraordinaria elección en Madrid con mayoría absoluta para quedarse al frente de la Comunidad sin depender de nadie. Y así fue nomás. La chica del barrio de Chamberí volvió a hacerlo y quedó en la puerta de una postulación presidencial para el futuro cercano.

Menos seguro era lo de José Luis Martínez Almeida en el Ayuntamiento madrileño. Pero el Partido Popular se quedó con las dos medallas de la capital. Claro que el premio mayor fue vencer a Ximo Puig en la Comunidad Valenciana y sacarle también al Socialismo el gobierno de Aragón y ganar hasta el de Cantabria.

Pero todo no terminó allí. La debacle del PSOE se extendió a la mayoría de los municipios del país. El Partido Popular se apoderó de las alcaldías de Valencia y Sevilla, después de ocho años que no gobernaba en esas ciudades. La ola del PP se extendió a lugares impensados como la andaluza Almería o a la bella Mallorca.

La reestructuración partidaria que encarnó Núñez Feijóo después de que estallara la crisis que derrumbó a Pablo Casado está teniendo un descenlace exitoso. El acuerdo entre el líder gallego, Díaz Ayuso y el presidente de Andalucía, Juanma Moreno, los ha convertido en un trio que no muestras fisuras y que se ha concentrado en llegar en diciembre a La Moncloa. La sensación es que tienen todos los boletos comprados para lograrlo.

El triunfo de los populares se basó en mostrar unidad hacia adentro; en aprovechar las debilidades de la coalición de gobierno (explotaron muy bien la inexplicable ley del “Solo sí es sí”, que terminó facilitando la reducción de penas a más de mil agresores sexuales) y en revolver la herida del terrorismo de ETA exponiendo a los candidatos vascos que tenían delitos de sangre.

A todo eso, Núñez Feijóo lo definió con una sola palabra que pegó fuerte en el electorado: “Sanchismo”. Seguramente, ese será el término que seguirán usando para la campaña con vistas hacia las elecciones generales. Como dicen los sabios estrategas del fútbol, equipo que gana no se cambia.

Pedro Sánchez sufrió como nunca la confrontación extrema de sus aliados de la izquierda ultra. En los últimos meses, Irene Montero, Ione Belarra y Yolanda Díaz, quien creó un partido (Sumar) que no ha sumado en realidad un solo voto, exhibieron sus peleas sin mirar jamás a las encuestas, donde los votantes rechazaban esa beligerancia suicida y empezaban a mirar hacia otros candidatos.

Los españoles votaron más por las gestiones que por las ideologías. Y rechazaron a la izquierda porque, básicamente, entienden que no han gobernado con el mérito ni la eficacia que esperaban.

Desde la Argentina, Horacio Rodríguez Larreta, y un rato después Patricia Bullrich, se apuraron a celebrar la victoria del Partido Popular. Tienen desafíos parecidos en la Argentina frente al kirchnerismo gobernante. Y si en España el electorado huye del sanchismo, en el país sudamericano de la inflación extrema el rechazo se va concentrando en Cristina Kirchner y el cristinismo.

A Pedro Sánchez le queda un semestre para ensayar alguna maniobra sorprendente y frenar lo que parece inevitable. Una derrota y la salida del Gobierno que la sociedad parece estar marcándole en formas inexorable. A los populares les queda otra misión: la de no gastar a cuenta y creer que ya han llegado otra vez al poder repartiéndose los beneficios antes de haber ganado.

Todas las señales hablan de un cambio de época. Ahora les toca a los Núñez Feijóo, a las Díaz Ayuso y a los Moreno demostrar que están en el lugar correcto y la altura exacta de lo que exigen las circunstancias.

 

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