EFE

Ola de préstamos en Brasil provoca nerviosismo de inversionistas

El reto del jefe del Banco Central al ministro de Economía destaca las preocupaciones sobre los planes fiscales

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10 de diciembre de 2020 a las 12:00

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Por Michael Stott

No es inusual escuchar que se le diga a un gobierno de un mercado emergente que elabore un plan creíble que demuestre que las finanzas públicas son sostenibles. Pero cuando la persona que lo exige es el director del Banco Central designado por el gobierno, puede haber mayores razones para que los inversionistas se preocupen.

Paolo Guedes, ministro de Economía de Brasil, ciertamente no apreció la llamada de atención a fines del mes pasado, y desafió rápidamente al presidente del Banco Central, Roberto Campos Neto: "Si él tiene un plan mejor, entonces pregúntenle cuál es su plan".

Campos Neto, sin embargo, tenía razón. Guedes es un acólito de los principios de libre mercado de Milton Friedman y cree en un gobierno más pequeño. Pero ha impulsado una de las mayores olas de gastos relacionados con el coronavirus del mundo de los mercados emergentes, utilizando una tarjeta de crédito metafórica que ya estaba al límite antes de la pandemia. El gasto adicional ha ayudado a Brasil a evitar una profunda recesión este año, pero ¿a qué precio?

"Me preocupa seriamente el panorama fiscal a mediano y corto plazo", dice Alberto Ramos, economista jefe para América Latina de Goldman Sachs. Señala que Brasil tiene uno de los niveles más altos de deuda pública con relación al producto interno bruto (PIB) de cualquier mercado emergente, y pronostica que alcanzará el 94% este año.

Más del 90% de la deuda del gobierno de Brasil se emite en moneda local según las cifras del Tesoro Nacional y la tensión ha comenzado a manifestarse en los mercados internos.

La curva de rendimiento de la deuda brasileña se ha elevado bruscamente este año con el bono a 10 años con un rendimiento del 7,4% en comparación con la actual tasa de referencia Selic del 2% del Banco Central.

Luis Oganes, director global de mercados emergentes de JPMorgan, dice que se encuentra "entre las curvas de rendimiento más pronunciadas del planeta" con tasas a largo plazo que suben bruscamente a partir de las de corto plazo. Los inversionistas están reflejando una subida de tipos de hasta 300 puntos básicos a partir de enero, añade, y "el gobierno está emitiendo enormemente en los plazos más cortos porque no quiere validar esta curva".

Los vencimientos promedio de la deuda pública federal interna se redujeron a 3,57 años a finales de octubre desde 3,83 años a finales del año pasado, según el Tesoro Nacional de Brasil.

Detrás del nerviosismo se encuentra el temor de que el tan cacareado programa de reformas de Brasil para reducir los altos déficits presupuestarios –la principal razón por la que los inversionistas celebraron la elección de Jair Bolsonaro como presidente– se haya estancado.

"El problema es esencialmente político", dice Zeina Latif, consultora económica en São Paulo. "El ministerio de Economía sabe lo que hay que hacer, pero estamos viendo que el ministro de Economía se ha debilitado mucho y ahora no convence a nadie".

Mientras tanto, Bolsonaro ha descubierto los placeres electorales del gasto social. Los índices de sus encuestas de opinión se dispararon después de que lanzó un subsidio mensual de US$ 110 para casi un tercio de la población, a un costo de más de nueve mil millones de dólares al mes.

El inconveniente es que los pagos de los "coronavouchers" deben finalizar el 31 de diciembre. Conforme se intensifica su campaña de reelección, es posible que a Bolsonaro le resulte imposible resistirse al atractivo de comprar literalmente la popularidad, particularmente después de que a sus candidatos les fue mal en las elecciones municipales de noviembre.

Marcelo Castro, gestor de cartera del fondo de cobertura brasileño SPX Capital, cree que es más probable que veamos un lento deterioro en Brasil que una crisis repentina. "Está hirviendo y burbujeando, pero no está explotando", dice.

Castro espera que un repunte en el crecimiento el próximo año impulse una inflación más alta, lo que obligará a que las tasas suban hasta un 4% en junio. Pero admite que "hay muchos escenarios de riesgo en torno a esto".

Ilan Goldfajn, presidente de Credit Suisse Brasil y exdirector del Banco Central, cree que no sucederá nada con respecto a la extensión del gasto debido a la pandemia de coronavirus o en cuanto al progreso de las reformas hasta febrero. "Si ese es el caso, Brasil puede manejar los riesgos durante un par de meses", dice.

Sin embargo, si el próximo año trae gastos adicionales sin reformas, Goldfajn dice que aumentaría el riesgo de una crisis del mercado.

Marcos Casarín, economista jefe para América Latina de Oxford Economics, coincide con que la prueba real llegará el próximo año, con una deuda a corto plazo equivalente a alrededor del 6% del PIB que debe refinanciarse en abril. "Brasil está en la cuerda floja", dice.

El escenario de una crisis de mercado en la mayor economía de América Latina no es uno que muchos observadores de Brasil quieran contemplar. Pero Casarín opina que: "Es cada vez más probable que se convierta en el escenario de referencia a menos que veamos un cambio completo de rumbo de parte de Bolsonaro".

Sin embargo, Guedes ridiculizó la idea de que sus planes carecen de credibilidad en su respuesta al gobernador del Banco Central, diciendo: "El día que la bolsa caiga un 50% y el dólar explote, entonces diré que falta credibilidad".

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