Petinatti en el estudio de Azul FM, donde conduce Malos Pensamientos
Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > ENTREVISTA

Orlando Petinatti: "Soy más uruguayo que nunca, más judío que nunca y más exitoso que nunca"

El conductor habla sobre su momento televisivo, los momentos más destacados de los 30 años de Malos Pensamientos, y sobre cómo se lleva con las reacciones a sus comentarios políticos
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29 de mayo de 2021 a las 05:01

Orlando Petinatti está seguro de que está en uno de los mejores momentos de su carrera profesional. Lo afirma. Lo repite. Por un lado, tuvo su regreso después de 13 años a la televisión cuando en 2020 se convirtió en uno de los integrantes del jurado de la versión uruguaya de Got Talent, que ahora emite su segunda temporada en Canal 10. A eso se suma su flamante rol como conductor de ¿Quién quiere ser millonario? en esa misma señal, un programa del que se reconoce como fanático, al punto que dice que si se dedicara a otra cosa, se anotaría como jugador.

“Lo más difícil de conducirlo es no poder ayudar al participante. Siempre trato de ponerme en el lugar del jugador, y mentalmente imaginarme como va a reaccionar”, cuenta el comunicador, que dice que el certamen de preguntas y respuestas es “el programa que todo conductor quiere conducir”.

Petinatti dice que disfruta estos nuevos roles televisivos, porque le permiten mostrar versatilidad. Salir del rol del humorista y provocador de Malos Pensamientos, el ciclo radial que este 2021 festeja sus 30 temporadas al aire, otra razón por la que este año tiene un gusto especial para el "Licenciado".

“La televisión me llega en un gran momento, y agradezco haber tenido la paciencia de esperar. Porque se trató de no agarrar ningún proyecto por el solo hecho de hacer televisión, sino esperar a que me llegue, porque me llegó de manera inesperada. Me encuentra más centrado, más maduro, más ubicado como profesional y como persona, sin querer generar cosas que uno, quizás por la edad o por el empuje o la locura que tenés a los 30, se pone como objetivos. Hoy estoy mostrando una versatilidad, tanto en radio como en televisión, que disfruto de una manera muy profesional, pero a la vez como si fuera un juego”, considera.

La consolidación con gusto a revancha en la tele y el aniversario de un programa que lo convirtió en una referencia radial se suma a que actualmente está escribiendo un libro que repasa su historia, y que ha generado que en su casa tenga cajas llenas de mails, cartas, tarjetas y faxes que ya casi no se pueden leer, con mensajes de los oyentes. “Guardo los mensajes sentidos, no los aplausos”, aclara el conductor, que en esta entrevista con El Observador también repasa los momentos más destacados de los 30 años de Malos Pensamientos, y habla de cómo se lleva con las reacciones a sus comentarios políticos.

¿La televisión era una cuenta pendiente?

Sí, sin dudas. Empecé en televisión en el año 1991, en El show del mediodía con Cacho de la Cruz. Disfruté mucho ese momento porque era un rebelde que arrancaba en el mismo momento con Malos Pensamientos y me sirvió muchísimo para aprender de televisión. Yo no iba a trabajar al Show del Mediodía, iba a ver cómo Cacho trabajaba. Es más, yo hacía mi trabajo y volvía de noche al canal a ponerme a un costado a ver a Cacho. Después surgieron otros productos y otros proyectos que me permitieron tener mi propio camino, pero Malos Pensamientos se había transformado en un gran éxito, que también era una mochila que tenía que cargar a la hora de hacer televisión. La gente me pedía que hiciera el mismo éxito en radio y en televisión, que se rompieran estructuras, que fuera el provocador de Malos Pensamientos, y ese proceso en televisión era imposible, al menos en los 90 y a principios de los 2000. Hoy ya no quiero romper esquemas, hoy lo que hago es mostrarme tal como soy, con toda esa experiencia que me nutrió, y disfruto muchísimo de ser el personaje que aprieta el botón rojo en Got Talent, o que conduce ¿Quién quiere ser millonario? 

En 2021 Petinatti debutó como conductor de ¿Quién quiere ser millonario? en Canal 10

Estos dos proyectos televisivos recientes tienen como eje el entretenimiento. ¿Cómo se encara la misión de divertir al público?

No es muy diferente a lo que vengo haciendo en Malos Pensamientos. Con un micrófono o una cámara adelante, tengo que entretener. Siento que es una gran responsabilidad, pero más en la radio. Porque tener un micrófono adelante cuatro horas para entretener, pero también para ayudar a informar o a pensar, o para darle el micrófono a la gente para que se exprese, eso es una gran responsabilidad. En la televisión también la siento, pero de maneras diferentes. Porque en Got Talent tengo la responsabilidad de entretener, pero también tengo frente a mí a alguien que quiere cumplir un sueño. Que deposita en nosotros, los jurados, muchos sueños, porque quieren mostrarse en televisión, porque quieren vivir de su arte. A mí me toca el papel más duro, pero no siento que sea el malo de la película; soy el más justo. Hay veces que tengo que jugar con la ironía, el sarcasmo, la acidez, y eso no es fácil. Pero tengo una espalda muy grande para hacerlo, y me siento con la seguridad de poder entretener, jugar con esa acidez, pero también dar una devolución justa. Tan justa que aquel que no merece seguir adelante, lo puedo despedir con un botón rojo, o jugando a un juego que el participante sabe que voy a jugar. Y en ¿Quién quiere ser millonario? la responsabilidad pasa por otro lado: tengo al participante que viene a jugar, pero también a ganar dinero. Entonces, como conductor, tengo la responsabilidad de ser muy profesional, muy serio, pero a la vez divertido, porque tengo que entretener al televidente, y al participante darle la seguridad de que, con mi profesionalismo y seriedad, lo voy a ayudar a que tenga todo el tiempo del mundo para que piense la respuesta. 

¿Qué tan importante es entender al público?

Entender al público es todo cuando uno está frente a un micrófono o a una cámara. Yo no hago Malos Pensamientos pensando en que tengo que entretener al público, porque eso ya es automático. Pero sé que si yo me estoy divirtiendo, es más fácil que la gente se divierta conmigo. Siempre cuento, desde hace 30 años, que no me disfrazo de divertido. Sería muy difícil para mí hacerlo durante cuatro horas, todos los días, durante 30 años. Soy el que la gente ve en la televisión, pero también el que la gente escucha en la radio. No tengo la exigencia de estar constantemente haciendo humor, pero soy este tipo divertido. 

¿Qué te generó haber llegado a los 30 años con Malos Pensamientos?

Me pasan cosas muy diferentes y muy especiales. Por momentos sentía que estaba en una maratón, y que la idea era llegar a esos 42 kilómetros, y que estaba llegando a un nivel que nunca imaginé, en el sentido de que estoy haciendo hace 30 años un programa, que ya no es poca cosa, pero además son 30 años de éxito. Hay programas que han durado muchísimo más, pero Malos Pensamientos viene desde hace más de 25 años siendo el número uno en la radio dentro de lo que es el entretenimiento. Y no me asusta la palabra éxito. Hay gente que le rehúye, pero yo la utilizo porque el éxito no es del programa, es de la gente que me pone ahí. Si el programa lo tiene desde hace 30 años, es porque la audiencia me lo regala, y yo se lo devuelvo todos los días. Por otro lado, me pongo a pensar hacia atrás, y pienso que hoy se está divirtiendo un tipo que cuando arrancó el programa me escuchaba recién llegado desde el interior para estudiar en la Facultad de Agronomía, y lo acompañaba porque estaba solo en Montevideo, y hoy me escucha recibido, cuando va a buscar a sus hijos a la escuela. O una chica que me contaba que empezó a escuchar el programa cuando arrancó su primer trabajo, en una panadería, y hoy tiene su panadería propia y sigue escuchando. Te escuchan los que eran adolescentes o jóvenes en los 90 y te escuchan con los hijos, y algunos con los nietos, porque ya tenían cuarenta y pico en aquel momento. Es una locura. Cada uno lo entiende de una manera diferente, se ríe de cosas diferentes, y eso es lo que me hace pensar que este programa no pasa desapercibido. Y a mí me pasa lo mismo que a la audiencia: empecé el programa con 23 años, siendo un chico joven con grandes sueños pero sin grandes expectativas, porque no sabía que esto iba a funcionar. Hice el programa siendo soltero, me casé, me divorcié, tuve una hija. Yo viví ese mismo proceso. Recién me estoy dando cuenta. 

¿Qué momentos de estos 30 años son los que más atesoras?

Los momentos que fueron bisagra para el programa y para la radio en general. La mano es una sección del programa que empezó con cosas muy cotidianas y hasta tontas, si mirás hacia atrás. Una de las primeras fue "necesito que una amiga me devuelva un vestido que le presté para un cumpleaños de quince", que es muy divertido porque se decía que en este país no pasaba nada, sobre todo en los 90. Que era un país gris, que la gente no contaba cosas porque no tenía nada para contar, que mirábamos siempre hacia Argentina. Hoy también pasa, pero tenemos nuestra propia idiosincrasia radial y televisiva. Más allá de las manos de “devolveme el vestido”, o “quiero volver con mi ex”, o “necesito recomponer mi relación”, tuvimos historias de vida muy atrapantes, que sirvieron también para que hijos conozcan a sus padres y hablen con ellos por primera vez. Hacer que lo privado se transforme en público es un gran momento radial para Malos Pensamientos, y lo utilizamos muy bien para que sucedan esos momentos más emotivos que divertidos. Otro que atesoro mucho es el de Operación Retorno, porque la crisis del 2002 fue un momento muy duro para el país, y además nos encontramos y nos sorprendimos al darnos cuenta que estábamos haciendo un programa en Montevideo y que si yo llamaba al exterior, alguien también me iba a estar escuchando. Empecé Malos Pensamientos con cintas, con cartuchos, con DAT, con Mini CD, viví todo el proceso tecnológico. Y cuando explota internet y descubrimos que el mundo estaba globalizado y conectado, dijimos "esta sección es buenísima para encontrar uruguayos en el mundo". Me di cuenta que en el mundo, los uruguayos, así como extrañaban los bizcochos, la Rambla, el fútbol, el carnaval, tenían Malos Pensamientos, y eso para mí es muy importante. 

¿Cuáles fueron los momentos más difíciles?

Los más duros son cuando cambiás de radio. Porque en ese camino te encontrás con un cartel con un signo de interrogación. Vas por la ruta, y ya no ves el próximo destino. Pero después te das cuenta de que hay otro camino, y que está mejor pavimentado, o te das cuenta que te lleva a un lugar inesperado, y eso es lo que tengo que agradecerle a la vida, a la radio, a quien sea. Me he dejado llevar por caminos en los que disfruté poniendo velocidad crucero, mirando el paisaje, pero también en las adversidades e interrogantes, lo disfruté. Claro, digo que lo disfruté con el diario del lunes (risas). Pero me sirvieron para ganar experiencia, para hacerme más fuerte y más valiente. Y para probarme a mí mismo. Como dice la frase: ningún marinero se hace experto en un mar en calma. Y cada vez que cambiaba de radio, mi desafío era levantarme y ser más fuerte.

Malos Pensamientos salió por primera vez al aire en 1991

¿Nunca se te pasó por la cabeza dejar la radio, entonces?

No. No está en mi esencia abandonar, nunca me lo propuse ni me lo propongo hoy. Voy a la radio con la misma alegría y energía que el primer día. Porque hago el programa de esa manera, tratando de divertirme, pero con exigencia. Tengo un gran equipo, que bancan mis locuras, mis calenturas, mis exigencias, porque soy exigente conmigo, pero también con quienes laburo porque quiero que el oyente se entretenga siempre. No me importa lo que pase. Hice el programa con apendicitis, terminé y me operé de urgencia. Lo hice tirado arriba de la mesa, estaba entre amarillo y verde, transpirando, no sabía lo que tenía. Fui a la urgencia, me vio el cirujano, me apretó y me dijo "te opero en diez minutos". Pero seguí haciendo el programa. Me han pasado cosas duras y difíciles, perdí a mis padres y quise volver al aire enseguida. Se me hizo cuesta arriba, y complicado volver, sobre todo con la pérdida de mi papá, que fue al que perdí primero, pero necesitaba que toda esa energía que tengo se volcara al programa para que se entretenga la gente y entretenerme yo. Por eso digo que la radio me salvó. La radio apareció en mi vida para salvarme. Gracias al programa me divierto cuatro horas por día y se lo tengo que agradecer a la gente. 

¿Te imaginás un final para Malos Pensamientos, o seguirías haciéndolo el resto de tu vida?

Cuando se acercaban los 30 años decía, "es mi objetivo, llegar a los 30, cerrar y agradecer". Y ahora que llegué y sigo haciendo el programa como antes, lo disfruto. Cuando deje de entretenerme voy a dejar de hacer el programa, pero sucede que a lo largo de los años encuentro otros caminos que me hacen divertido el paisaje. Este año empezamos una nueva sección, El empujón, en la que apoyamos emprendimientos personales de los oyentes que se tuvieron que reinventar por la pandemia, por ahí porque perdieron el laburo. Me doy cuenta de que sabemos observar lo que le pasa a la gente y transformarlo en contenido para el programa. Y eso se logra cuando escuchás al público. Hoy estoy escribiendo el libro de los 30 años, que va a salir a fin de 2021. Es un libro que cuenta esta historia, que para mí es muy rica. Yo no estudié para hacer radio y televisión, soy licenciado pero en Malos Pensamientos (risas). Tuve la suerte de que se puso una radio enfrente de mi casa (El Dorado FM) y crucé. Y tuve la suerte de poder explotar, buscando un camino y un sueño pero no a largo plazo, sino día a día. Mi hija tiene 12 años, un día la senté y le dije "te voy a contar mi historia", y me emociona porque es una linda historia de vida. No tengo el apellido de aquellos que fácilmente encontraban la televisión o hacían radio. En mi familia nadie se dedicaba a la radio, es más, cuando empecé me decían "¿vos vas a dejar los estudios para hacer radio?". Entonces, siento que está bueno contarlo, porque la gente se entretiene todos los días pero, ¿qué hay atrás del programa? Hay un grupo de tipos con sus vidas, que todos los días tienen el objetivo de entretener. 

En los últimos tiempos tus entrevistas en la radio han generado titulares, y mostrado otra faceta tuya en el programa. ¿Era algo que tenías pendiente?

Empecé con entrevistas en 1998 en La tele está servida, y a lo largo de los años hice como 100 entrevistas a personajes de distintas áreas. Me gustó muchísimo entrevistar, tanto que lo volví a hacer en Noche de miércoles, entre las que se recuerdan las de Jorge Batlle y Graciela Alfano. Me había dado cuenta que podía entrevistar a Julio María Sanguinetti pero también a Silvia Süller, a Sabina pero también a China Zorrilla, a Nicole Neumann o a Ana María Campoy, a Juan Ramón Carrasco o a José Luis Perales. Lo disfrutaba muchísimo. Se dio ese parate en televisión de 13 años y un día dije "si yo no voy a volver a la televisión, no voy a volver a hacer entrevistas". Y hoy me siento más calmo, más adulto, más profesional, más serio, entonces tengo que volver a hacer entrevistas. Si la televisión no me llama, las hago igual. Y me cruzo con gente en la calle que me dice que no escucha Malos Pensamientos, que no le gusta el humor, pero que escucha las entrevistas de los jueves. Eso muestra la versatilidad de la que hablábamos; yo estoy dos horas desnudando a un personaje, no entrevistando a una personalidad, y me encanta. Y así puedo entrevistar a quien fuere, deportistas, políticos, músicos, modelos, y todos disfrutan desnudarse al aire conmigo, porque voy por otro lado, no les planteo una entrevista convencional. Me gusta mucho estudiar para entrevistar, y rescatar cosas de los entrevistados que no se saben o que solo yo puedo preguntar. 

Desde hace algunos años expresás públicamente tu postura política, ¿cómo te llevás con lo que generan esos comentarios?

Muy bien, porque hago y digo lo que siento que tengo que decir. No hablo para que la gente piense como yo, sino para que la gente piense. En muchas noticias doy mi punto de vista, pero también le doy a la audiencia la posibilidad de expresarse, sobre todo cuando piensa diferente, porque necesito que el programa sea una gran tribuna, la voz de la gente. Y si bien hablo de política y el público ya sabe cuál es mi posición, escucho al que piensa diferente y le doy el micrófono. Esa es la democracia, es un programa democrático. Muchas veces los directivos de varias radios me han dicho "¿para qué te metés, si lo tuyo es entretener?". Y siempre respondí lo mismo, "¿de qué me sirve entretener y que me vaya bien a mí, cuando veo cosas en el país que no me gustan?". Soy un ser humano cuando se apaga el micrófono, vivo en este país, y hablo como ciudadano, no como comunicador o conductor, y me gusta hacerlo porque me gustó siempre tomar partido. Por ejemplo, en estos momentos difíciles para los judíos del mundo, (Ndr: en referencia al conflicto entre Israel y Palestina), me parece muy necesario que la gente sepa cuál es la verdad. Hay mucha ignorancia, y la ignorancia trae antisemitismo. Y este es un país donde está lleno de antisemitas. Como en el mundo. Hay mucha ignorancia, no porque uno tenga ganas de ser antisemita, me imagino. ¿Cómo no le voy a decir a la gente que Hamás es un grupo terrorista y que el problema no son los palestinos, si hay muchos que cruzan todos los días a trabajar a Israel? Pero yo necesito contarle a la gente como ciudadano de este país y como judío, que no quiero que haya antisemitismo acá. Y menos en la clase política. Voy a seguir peleando por un mundo mejor, aunque suene a "dicen que soy un soñador", como diría Lennon. Yo sueño que se acaben las diferencias y el antisemitismo, y que la gente en este país pueda vivir en paz y feliz, como yo viví en el año 1985 cuando volvió la democracia. Pensábamos que la pandemia nos iba a unir, pero no servimos ni para unirnos en pandemia (risas). Y me da mucha bronca que haya una grieta política como la de Argentina. Y no me tiembla la voz en decir que es culpa de haber tenido en el gobierno gente que la exacerbó. Lo que hay que tratar es de curar eso. Como dijo Mujica, "esto se va a terminar cuando nos muramos los viejos", en referencia a los desaparecidos, que es un tema con el que también me he vinculado. Me enoja muchísimo que el Frente Amplio se embandere con ese tema. ¿Por qué? Si yo también quiero saber dónde están. Yo fui a Auschwitz, y estando ahí me enteré de que perdí a seis tíos abuelos, no sabía que esa familia por parte de padre había muerto ahí, asesinados. Y no sé dónde están. Porque están cremados. Están ahí. Por ellos yo hablo contra el antisemitismo. Y está muy bien que se siga luchando para saber dónde están los desaparecidos de acá. Pero la bandera es de todos, porque no es un tema político, es un tema social. Pero si la gente se saca fotos con el nunca más, y solo lo hacen determinados comunicadores, determinada área de la cultura o de la política, y a mí me putean cuando digo algo del nunca más. ¿Quiénes son los que lo hacen? ¡Atrevidos e ignorantes! Ese soy yo, hoy con 53 años, padre de familia. Más uruguayo que nunca, más judío que nunca. Y más exitoso que nunca. 

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