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Palito Pereira: El negrito de la suerte que se hacía las trenzas con inglés de aeropuerto

Lugano y el Ruso Pérez lo bautizaron así tras su gol a Sudáfrica y tanto el capitán como Abreu le prohibieron, por cábala, cambiarse el look tras el triunfo ante los locales

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20 de junio de 2020 a las 15:16

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Álvaro “Palito” Pereira había adoptado en Portugal el look de trenzas previo al Mundial de Sudáfrica 2010. Con la celeste las estrenó en el Centenario, el 26 de mayo anotando un gol en el amistoso de despedida contra Israel. Sin quererlo, ese elemento se transformaría de casualidad en una de las cábalas colectivas del equipo durante el certamen. 

¿Qué pasó? En la segunda fecha, en el estadio Loftus Verfeld de Pretoria, Uruguay goleó 3-0 a Sudáfrica y Palito marcó el segundo gol, un poco con la cabeza y otro poco con la rodilla, tras una gran habilitación de Luis Suárez. 

“Me las sacaba después de cada partido para bañarme y me las volvía a hacer antes del viaje de Kimberley a la sede de cada partido. Después que ganamos ya era imposible dejar de hacérmelas. Imaginate que con Lugano y Abreu, con lo cabuleros que son, ya no había marcha atrás”, contó a Referí desde Asunción donde llegó este año a defender a River Plate.

“Para hacérmelas le pedía ayuda a una de las chicas sudafricanas que conocían bien la técnica. Pero me peleaba con Aldo Cauteruccio (el cocinero) porque era una de sus ayudantes de cocina. ‘No me la robés a la hora de cocinar’ me decía. Nos entendíamos con un inglés de aeropuerto, con ‘yes’ y ‘nou’,”, recordó Palito a las risas. 

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El polifuncional que entonces tenía 24 años también se reconoce como hombre de cábalas. Su esposa no lo acompañó a Sudáfrica. “Le dije que si pasábamos de fase viajara para los octavos de final. Pero como nos estaba yendo bien, por las dudas, le dije que mejor se quedara y siempre me lo reprocha: ‘Por tus cábalas me hiciste perder un Mundial’. Cada vez que salta el tema me lo recrimina. Pero siempre le digo que fue lo mejor porque hacía mucho frío”.

"Fuimos a disfrutar pero con la responsabilidad de jugar un Mundial, enseguida nos cayó la ficha de que estábamos jugando contra los mejores del mundo pero a la vez disfrutando de la experiencia. La cabeza estaba puesta en ganar los partidos, jugar concentrados e ir salteando etapas. Y así nos dimos cuenta de que no éramos más ni menos que nadie, que el grupo se había hecho fuerte y que el objetivo de quedarnos hasta el último día podía cumplirse". 

Un frío polar hacía el 11 de julio cuando España le ganó 1-0 a Holanda consagrándose campeón mundial. Una vez finalizado el partido, Diego Forlán fue elegido como mejor jugador del certamen ganando así el Balón de Oro. 

“Fue algo increíble. Le dimos vuelta la habitación festejando y con Lugano lo tiramos a la piscina a pesar del clima”.  

“Diego tuvo el gran gesto antes de ir a la Copa América (Argentina 2011) de pagar una cena para los funcionarios del Complejo y para todos los jugadores en la cual nos regaló a cada uno una réplica del Balón de Oro. Ese gesto es inolvidable”, dijo.

Y para Palito, eso sintetiza el espíritu de aquel equipo. “Cada uno cumplía su rol, en la cancha y afuera. Igual que cada uno de los funcionarios, siempre atendiéndonos con alegría y disposición. Éramos una cooperativa y nunca dejamos invadir al grupo por el afuera, por eso logramos lo que logramos”.

Para graficar ese concepto, pone un ejemplo en primera persona.   

“En el momento de hacer el gol contra Sudáfrica no pensé en la dimensión que tiene hacer un gol en un Mundial con la camiseta de tu país. Todos me lo decían, pero yo lo único que quería era ampliar la ventaja para hacer pesar después la diferencia de goles para poder avanzar en el  grupo. Eso era esa selección: primero el grupo y luego lo individual, todos pensaban así. Cuando le ganamos a México, la Tota y el Ruso me vinieron a abrazar y me dijeron: ‘Por tu gol pasamos primero, sos el negrito de la suerte’. La verdad es que ni hoy sé con qué hice ese gol, solo sé que nos sirvió para ampliar la diferencia y para que Uruguay volviera a ganar un partido en un Mundial. Fue como matar ese tabú, porque desde 1990 no ganábamos por mundiales”. 

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“Creo que ese equipo jugó en su pico de nivel por cómo se dio la clasificación. Por momentos en las Eliminatorias estuvimos con un pie afuera y contra Costa Rica clasificamos en un partido raro, de mucho nervio y tensión”, recordó Palito. 

“En aquella época no había tanta red social ni internet y eso generó una hermandad especial en el grupo para compartir tiempo. Nos movíamos en bloque, era un grupo realmente unido. Cuando no jugábamos un campeonato de truco, era uno de pool o ping pong, o rondas de charlas y anécdotas”, agregó. 

"Nos metimos entre los cuatro mejores junto con grandes potencias, equipos trabajados a partir de generaciones formadas en infraestructuras mil veces superiores a las nuestras. Pero nosotros escondimos nuestras falencias, supimos leer los partidos, fuimos inteligentes. Y a partir de eso la selección no se estancó, desde ahí sigue creciendo, evolucionando y metiéndose entre las mejores del mundo. Por entonces se nos criticaba ser austeros y hasta tacaños en nuestro juego, pero hoy se ve una evolución y aparecieron jugadores con otras características para aportarle otras cosas al equipo". 

“Las finales de truco eran televisadas con la cámara del Loco. Se armaba hasta tribuna”, dijo. 

En ping pong, Andés Scotti andaba muy bien, pero unos cuantos más tenían buen nivel: Papelito, Suárez, Cavani, Forlán. Eso sí, al pool contra los de barrio no había chances. El Cacha y yo mandábamos. Y la Tota también, tenía mucha cantina recorrida”.

Arévalo Ríos compartía habitación con Jorge Fucile –ya lo hacían en Porto– y Sebastián Fernández pero como este se iba con Martín Silva –su excompañero en Defensor Sporting– el que se sumó al cuarto fue Arévalo Ríos: “Tremenda banda”.  

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“No sabíamos lo que estaba pasando en Uruguay, lo que se generaba cada vez que jugábamos y eso creo que nos jugó a favor para estar alejados, para seguir metidos en nuestro mundo y disfrutarlo. A mí me quedó todo grabado y a veces estoy sentado en el sofá y me río solo recordando algo que pasó en Sudáfrica”.   

Más que cábalas, entrega y corazón. Más que casualidad, aplicación y compañerismo. Todo por la camiseta. Eso fue Palito Pereira para la selección uruguaya. Y si no, solo basta recordar que cuatro años después, contra Inglaterra, en el Mundial de Brasil 2014, perdió el conocimiento en una caída pero se peleó con el médico para evitar ser sustituido. 

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