Prensa Luis Lacalle Pou

Por la ruta del candidato: la historia de las caravanas políticas

La fila de autos siguiendo a los presidenciables tiene su origen en carros tirados a caballo, ómnibus de la Onda y calles de tierra

Tiempo de lectura: -'

27 de octubre de 2019 a las 05:00

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

Son muy fáciles de reconocer. Decenas de autos, a veces cientos, otras miles, se alinean con banderas y bocinazos arengando por el partido político al que quieren ver victorioso en las elecciones. Cuanto más cerca del día en el que todo se define en las urnas, más ruidosas y si bien no necesariamente se traducen en votos, las caravanas son una de las maneras en la que los militantes miden sus fuerzas. Lo difícil, quizá, es saber cómo se convirtieron en una tradición de las elecciones uruguayas. La historia puede dar algunas pistas. 

Por sus más de 180 años, los partidos Colorado y Nacional fueron los pioneros en ese tipo de manifestación. Si bien es difícil ponerle una fecha de inicio, el estreno del líder blanco Luis Alberto de Herrera como candidato a la Presidencia en 1922, tuvo como novedad la recorrida por el país en el que llamó el “tren relámpago”. Herrera tomó así una tradición estadounidense en la que los candidatos daban sus discursos en el último vagón de los trenes en cada parada en estaciones por los que recorrían varios kilómetros en meses de campaña. El “tren relámpago” era vitoreado por votantes blancos que intentaban acercarse lo más que podían a las vías para saludar a su líder. 

Inés Guimaraens

Años después, fue el antecedente de la “Caravana de la Victoria”, a la que los blancos asocian con el triunfo del Partido Nacional en 1958, luego de 93 años de elecciones donde los festejos eran colorados. Las caravanas nacionalistas venían de varias elecciones antes. Los candidatos recorrían carreteras seguidos de decenas de militantes que usaban sus carros tirados por caballo o cachilas, dependiendo la época, en señal de apoyo. 

Los blancos se transformaron en los líderes de esa tradición, pero no lograban el objetivo final, que era ganar las elecciones. De hecho, en filas coloradas solía comentarse que “los blancos hacían las caravanas, pero los colorados ganaban las elecciones”, recordó el coordinador político de Ciudadanos, Adrián Peña, en diálogo con El Observador.

La alianza entre Herrera y Benito Nardone cambió la realidad política uruguaya y los blancos presidieron el colegiado a partir de 1959. Fue así que la “caravana de la victoria” pasó a ser más que una tradición: fue el símbolo del primer triunfo en casi un siglo. 
Las recorridas más modernas de Herrera eran en un ómnibus de la Onda, al que dos por tres tenía que bajarse a empujar para que aguantara el trayecto. El senador Luis Alberto Heber recuerda haber leído, por ejemplo, que a Herrera lo vieron empujando el ómnibus en la subida de Pena, una pendiente muy pronunciada cerca de Artigas. 

Prensa Luis Lacalle Pou

Luis Alberto Lacalle Herrera siguió la tradición de su abuelo y recorrió el país con la “caravana de la victoria”, que tuvo otro festejo nacionalista en las elecciones de 1989. Pero antes de esa, los blancos recuerdan la que en 1971 lo tuvo al frente a Wilson Ferreira Aldunate. “Fue una caravana de entrada a Montevideo que arrastraba gente de todo el país”, cuenta el nacionalista Juan Carlos Raffo.
En ese mismo año el Frente Amplio también empezaba a medir la fuerza militante con los autos que se agrupaban en línea casi recta. El general Líber Seregni lideró varias pero si hay algo que creen que los identifica son las concentraciones. El 26 de marzo de 1971 los frenteamplistas estrenaron con su primer acto público la tradición de congregar a miles y miles de personas frente a un escenario para escuchar a los líderes del momento. 

La dictadura puso fin a las manifestaciones públicas y con la vuelta a la democracia los uruguayos salían a los bocinazos no solo para apoyar a sus partidos, sino también a otros porque lo que más se vitoreaba era la libertad. “Nunca vi caravanas tan grandes del Partido Nacional y de otros partidos como las del 1984, las del retorno a la democracia. Por la necesidad de expresarse hubo caravanas monstruosas”, recuerda Raffo. En su memoria tiene guardadas imágenes de votantes del Frente Amplio saliendo a saludar a militantes blancos, como en señal de apoyo a la manifestación pública, pese a votar por otro partido. Y viceversa con colorados y nacionalistas. 

Caravanas modernas

Lo que antes eran anuncios por la radio o los diarios locales sobre la visita del candidato al pueblo, hoy son convocatorias por redes sociales. Donde antes habían caminos de tierra hoy hay, excepto algunas excepciones, carreteras aslfatadas. Las caravanas siguen  siendo características de las campañas electorales, aunque empiezan a perder fuerza. 

Peña, que se confiesa fanático de ese tipo de manifestación pública y participante de muchas, reconoce que con el tiempo pasaron a ser “una molestia” porque el tránsito se tranca y quienes no tienen nada que ver con política se fastidian. “Hoy no es como antes porque genera mucha molestia. Uno tranca el tránsito cuando genera mucha movilización y perjudica al transeúnte que no tiene nada que ver con el partido. No sé cuánta vida tendrán las caravanas.”, dice.

Diego Vila

Más allá de algunas molestias y el tránsito cortado, en las semanas previas a las elecciones -con excepción  de los días previos por la veda- fue común ver caravanas de Cabildo Abierto que se cruzaban con alguna del Frente Amplio, o autos con banderas blancas y coloradas mezcladas en aquellas que llevaban calcomanías rojas, azules y blancas. 

Sobre el final de las elecciones internas, el por entonces precandidato Juan Sartori retomó el concepto de “caravana de la victoria”  y salió a recorrer el país en un ómnibus en los últimos días de la campaña. Fueron 2000 kilómetros en tres días. 
Ya como candidato, Luis Lacalle Pou convocó cientos de autos en varios puntos del país. La que quedará en las retinas de los blancos es la realizada el sábado 19 en Maldonado, donde 15 kilómetros de vehículos hicieron ruido, cambios de luces y saludaron a su líder. 

Prensa Luis Lacalle Pou

Los frenteamplistas, en tanto, seguramente recordarán la del domingo 20 como la más populosa de esta campaña. Fueron tres caravanas en simultáneo que se realizaron en Montevideo y se encontraron a la altura de Kibón, en Pocitos. Pese a que algunos dirigentes reconocen que tienen menos fuerza que antes, los votantes siguen intentando mostrar sus fuerzas a base de bocinazos y banderas que flamean desde las ventanas de autos. 

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.