Por qué los nuevos nacionalistas están acogiendo a Israel

Falta una semana para las elecciones en Israel, y Benjamín Netanyahu jamás ha enfrentado una situación más débil en su país o disfrutado de una situación más fuerte en el extranjero.

El primer ministro israelí está luchando por ganar unas elecciones impactadas por una acusación preliminar de fraude, soborno y abuso de confianza. Actualmente está a la par en las encuestas con la oposición de centro izquierda liderada por Benny Gantz, un ex jefe del ejército israelí. La campaña también se está llevando a cabo en el contexto de los continuos disturbios en la Franja de Gaza.

Pero aunque las nubes negras se están cerniendo sobre Netanyahu en casa, el cielo se está despejando en el extranjero. Israel se está beneficiando del auge de una nueva generación de líderes políticos nacionalistas-populistas — desde Washington hasta Delhi y desde Budapest hasta Brasilia — que admiran al Estado judío. Este cambio en el ambiente de la política internacional le ha dado un respiro a un país que durante mucho tiempo ha temido el aislamiento internacional y los boicots comerciales.

El cambio más importante para los israelíes fue la elección de Donald Trump. El presidente de EEUU ha cumplido con una larga lista de objetivos israelíes que antes parecían fantasías lejanas. Trump trasladó la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén y se retiró del acuerdo nuclear de Irán. Y este mes, EEUU reconoció la soberanía israelí sobre los Altos del Golán, la región que Israel invadió durante la Guerra de los Seis Días de 1967. Netanyahu casi mostró incredulidad cuando recibió este regalo en la Casa Blanca.

Otro líder quien ha enfatizado su amistad con Netanyahu es Jair Bolsonaro, el nuevo presidente de Brasil, que actualmente está visitando Israel. Tener al país más grande de América Latina como aliado es un gran avance para Israel porque el "Sur Global” de las naciones en desarrollo tradicionalmente ha adoptado una postura sólida con respecto su apoyo de los palestinos. Para Bolsonaro, acoger a Israel es una manera de atraer a la gran comunidad evangélica en Brasil y a la Casa Blanca de Trump, y a la vez una oportunidad para hostigar a sus enemigos de la izquierda liberal.

De hecho, un viaje a Israel se ha convertido en un destino casi obligatorio para una nueva generación de líderes nacionalistas, que se deleitan en desafiar a la opinión liberal. En septiembre pasado, Rodrigo Duterte, el líder de Filipinas, visitó Jerusalén y le dijo a Netanyahu: "Tenemos la misma pasión por los seres humanos", un elogio ambiguo, dado que Duterte está bajo investigación por parte de la Corte Penal Internacional por impulsar los asesinatos extrajudiciales.

Otro líder autocrático que ha cultivado Netanyahu es Viktor Orbán, el primer ministro de Hungría y defensor de la "democracia iliberal", quien visitó Jerusalén el año pasado. Esta relación es controvertida en Israel porque Orbán lanzó una campaña de carteles en 2017 que mostraba imágenes antisemitas representando a George Soros, un filántropo judío, como maestro titiritero con intenciones de inundar a Hungría con refugiados.

Sin embargo, los dos líderes de Israel y Hungría tienen ciertas afinidades ideológicas. Ambos son nacionalistas étnicos; "Israel para los judíos" y "Hungría para los húngaros" son ideas similares. El hecho de que el nacionalismo de Orbán tiene indicios de antisemitismo no es especialmente sorprendente para Netanyahu, cuya versión de sionismo siempre ha asumido que el mundo exterior es inherentemente antisemita.

Para el líder israelí, establecer una alianza táctica con una figura dudosa como Orbán se justifica si puede ayudar a Israel. Y los nacionalistas centroeuropeos están haciendo precisamente eso. El año pasado, los checos, los húngaros y los rumanos vetaron la condena de la UE del traslado de la embajada de EEUU a Jerusalén. Desde entonces, el primer ministro rumano ha sugerido que su propio gobierno podría trasladar su embajada a Jerusalén.

En estos días, la extrema derecha de Europa es mucho más hostil hacia los musulmanes que hacia los judíos, y esa islamofobia a menudo se traduce en apoyo para Israel. Algo similar tal vez está sucediendo con Narendra Modi, quien en 2017 se convirtió en el único primer ministro indio en visitar Israel desde la fundación del Estado. Modi lidera el BJP nacionalista hindú, cuyos partidarios a menudo son hostiles hacia los musulmanes. Algunos partidarios leales del BJP ven la feroz respuesta de Israel ante la violencia palestina como un modelo para India en su lucha contra los terroristas basados en Pakistán.

La tecnología es lo que ha atraído a China a Israel. Wang Qishan, vicepresidente de China, visitó una feria de tecnología israelí en octubre pasado. En un momento en que las compañías tecnológicas estadounidenses desconfían en sus relaciones comerciales con China, Israel es una alternativa atractiva. Una firma china ahora opera el puerto de Haifa, que es la base principal de la marina israelí.

Netanyahu considera estas nuevas relaciones como grandes logros y rechaza los escrúpulos liberales acerca de asociarse con personas como los Sres. Duterte, Bolsonaro y Orbán. Pero la diplomacia de Netanyahu conlleva riesgos sustanciales para Israel. La acusación más perjudicial contra Israel es que el país no puede pretender ser un faro de la democracia dado su trato de los palestinos. Al aliarse con una nueva generación de populistas-nacionalistas, muchos de los cuales tienen dudosas credenciales democráticas, Israel debilitará aún más su afirmación de ser un defensor de la democracia.