Por qué tenés que ver Eurovisión, la comedia de Netflix que juega con el festival europeo más famoso

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17 de julio de 2020 a las 12:47

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Posiblemente tener un sueño claro y la decisión de cumplirlo sea de las cosas más gratificantes, más allá del tiempo o las dificultades que se interpongan en el camino hacia él.

Saber qué es lo que se quiere, no decaer si se trunca una y otra vez y dejar todo o casi todo por lograrlo no es algo que suceda con frecuencia. En general solemos cansarnos antes de llegar. Y no tiene este planteo la intención de generar culpas en el lector, sino que la vida muchas veces se encarga de avisarnos que no, que eso que soñamos no es para nosotros.

La vida le mostraba a Lars Ericksong que ese sueño no iba a ser. Llegar al lejanísimo concurso de Eurovisión para un hombre escasamente valorado por sus pares, incluso desde que era un niño pequeño que bailaba ABBA frente a la televisión y la mirada reprobatoria de su padre no parecía posible. 

Bajo esa mirada dura encarnada por Pierce Brosnan y con el dolor arraigado por una madre muerta demasiado temprano creció Lars, el protagonista de Eurovisión. La historia de Fire Saga, creada y protagonizada por Will Ferrell, que transcurre en el absoluto absurdo y la mirada paródica e irónica del concurso de canto europeo. Brosnan es el encargado de enrostrar, incluso frente a la tumba de su madre, lo poco o nada que ha hecho Lars con su vida, solo dedicado a encontrar la canción ideal para presentarse a competir.

En esto se basa la primera parte de la película. La presentación de sus figuras, dos amigos de la niñez que en el fondo se aman profundamente, y el insistente sueño de ganar el concurso.

Desde el inicio el personaje principal aparece caracterizado en forma burlona, incluso cuando se lo enfrenta al amor. Un hombre infantilizado, visiblemente torpe y siempre en el lugar del inútil al que lo único que parece interesarle es ganar el concurso y no importa si tiene ante sus ojos al amor de su vida, al que en principio dejará pasar pese a las permanentes señales de que en esa pileta hay agua de sobra.

Ella, Rachel McAdams (Sigrit), cumple a la perfección con el papel que encarna. Lo va a esperar, lo va a acompañar hasta el infinito y va a intentar que él note por fin ese amor que aguarda desde décadas atrás.

Una parodia

Para quienes no lo conocen, Eurovisión es un concurso europeo de canto masivo que se emite por televisión en el que compiten los países, que comenzó en 1950 y que muchas veces ha sido cuestionado al extremo por la calidad de las figuras que participan, por los jurados y por la extrema trascendencia que parte del público le otorga. Al fin y al cabo, el premio es simbólico ya que el único galardón para los participantes es el hecho de ganarlo.

Para participar en el festival cada país debe presentar una canción para que lo represente, y esas canciones deberán ser nuevas, para evitar que alguno compita con algún éxito ya probado. Esta característica es representada en la película en forma extrema, y la manera en la que Fire Saga llega al festival, pasando por encima de las máximas figuras de la canción islandesas es, por lo menos, bizarro. Quizás. O sin quizás, sea una de las escenas más flojas de la película, pero incluso así, no deja de sacar una sonrisa. Irónica, pero sonrisa al fin. Pero no lo contaremos aquí, la idea es que lo descubra quien desee entrar en el extraño mundo de esta película que está entre las más vistas de Netflix en las últimas semanas.

Otra de las razones para brindarle dos horas –sí, es un poco larga de más– de nuestro tiempo es que este año, a causa de la pandemia, no se celebró el festival, y para quienes lo extrañan es una forma de tenerlo presente. Una forma un poco rara, eso sí.

Es que además está plagada de guiños solo perceptibles para quienes consumen este tipo de shows televisivos de talentos. La emoción planteada al extremo, la lágrima fácil, las voces exageradas. Esto se ve en una escena bastante significativa de la parodia es en la que participan distintos elencos que se presentan en Eurovisión y cantan juntos varias canciones mezcladas entre las que predomina la pegadiza I gotta feeling, que hace saltar hasta al más lerdo.

La presentación en el concurso, la historia de amor y los detalles que hacen a la historia quedan para quienes se decidan a darle play sin mayores pretensiones.

Sí, podemos decir que no es de las mejores comedias que se hayan hecho. No lo es, pero también es verdad que las dos horas pasan con risas –o sonrisas– a través de la historia de Fire Saga y el cumplimiento de un sueño imposible. Tampoco es mala idea perderse un rato en el absurdo y no aspirar a más que eso. 

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