Diego Vila

Progresistas o conservadores: la estrategia del FA para la campaña

Oficialismo evita apelar a su “marca desgastada” y quiere agrupar a oposición

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27 de julio de 2019 a las 05:03

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Cuando el jueves 18 de julio, frente al Plenario del Frente Amplio, la flamante candidata a vicepresidenta Graciela Villar soltó la discutida dicotomía “oligarquía-pueblo”, su compañero de fórmula Daniel Martínez no demoró en corregirla. Lo hizo a su manera: sin contradecirla y hasta halagando su discurso, aclaró que la “contradicción” era entre “conservadores o progresistas”.

La de Martínez no era una distinción antojadiza, sino una que se venía tejiendo hacía tiempo en su cabeza y la de los estrategas de la campaña del FA. 
Es sobre ese eje de progresistas y conservadores que el oficialismo prevé moverse durante la campaña electoral. Bajo la premisa de que la marca Frente Amplio  está “desgastada” por 14 años consecutivos en el gobierno, en el comando oficialista evalúan que las chances de una victoria en noviembre aumentan si la discusión se aleja de la órbita partidaria y se ubica en cambio en esos dos polos opuestos.

La estrategia parte de la base  de que los votos frenteamplistas no alcanzan para darle a la coalición su cuarto gobierno al hilo, y que por ello se requiere cruzar las fronteras. Siguiendo esa lógica, Martínez le ofreció al excolorado Fernando Amado –hoy a la cabeza del grupo Unir– ser parte de ese “polo progresista” para competirle al “bloque conservador” integrado por los partidos de la oposición. 

Dirigentes del FA señalaron a El Observador que uno de los acentos de la campaña será insistir en que el Partido Nacional, el Partido Colorado, el Partido Independiente, Cabildo Abierto y el Partido de la Gente forman parte de una misma “coalición” de fuerzas conservadoras. De esa forma se buscará contrarrestar la potencial fuga de votos a los candidatos más centristas como Ernesto Talvi o Pablo Mieres. 

Diego Vila

Según contaron allegados a Martínez, el acercamiento con Amado se fue gestando en silencio con la intención de impulsar al hoy diputado como representante de los progresistas que no se sienten parte de la coalición de izquierda pero que preferirían el proyecto del FA antes que el de los partidos tradicionales. 
Si bien Amado pidió una semana para dar su respuesta oficial, fuentes del FA dijeron que el acuerdo “ya está confirmado”. A su vez, Martínez maneja otros nombres –algunos de perfil político y otros fuera del radar– con quienes mantendrá consultas en los próximos días. 

En esa cacería de figuras progresistas tiene un rol activo el diputado del MPP Alejandro Sánchez, quien fue invitado por Martínez a sumarse al comando de campaña. Además de su buen relacionamiento con Amado (que ayudó a concretar el acuerdo), Sánchez comparte con el candidato la convicción de que es necesario ampliar las fronteras de los apoyos al proyecto frenteamplista y así lo dejó en claro en la reunión que ambos mantuvieron el 3 de julio, mientras Martínez buscaba al nombre para la fórmula. 

No por casualidad, cuatro días después Sánchez compartió en Twitter una entrevista a Luis Lacalle Pou en el diario El País, en la que el candidato blanco prometía gobernar “en conjunto con Talvi”. “En las elecciones de octubre se definirá una mayoría: la conservadora o la progresista. Que no te mareen con discursos amplios y renovadores. ¡El mismo perro con diferente collar!”, escribió el diputado del MPP.

El “otro lado” de Villar 

Otro foco de la estrategia de campaña frenteamplista está compuesto por el rol que adoptará la candidata a vicepresidenta Graciela Villar.  Martínez la eligió no solo por lo que considera son sus dotes de oratoria y su facilidad para conectar con la militancia,  sino también por su capacidad articuladora, pero sus primeras apariciones en campaña exhibieron únicamente las primeras cualidades. 

En el FA son conscientes de que su discurso tradicionalista –como aquel que distingue “oligarquía y pueblo” o insiste en los males del “neoliberalismo”– es redituable entre la militancia pero que también puede alejar al electorado más de centro. Por ello entienden que el desafío con Villar es cómo cultivar un “perfil completo” que no le quite esa efervescencia capaz de conquistar a los votantes históricos pero que a su vez muestre “el otro costado” suyo, aquel de la dirigente astorista y del riñón de Mario Bergara. Según informó El País, Martínez conversó acerca de estos temas con su compañera de fórmula. En el entorno del candidato señalan que la polémica por el título  de psicóloga social que no tenía complicó la estrategia inicial de comunicación, pero que ahora ya “se pasó la página”.

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