D. Battiste

Sinuoso tren de los TLC

La experiencia muestra que se gana mucho más de lo que se pierde

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15 de noviembre de 2017 a las 05:00

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La tendencia mundial a los tratados de libre comercio elude a Uruguay por culpas propias y ajenas, incluyendo renuencias fuera de época de sectores del Frente Amplio. Mientras el presidente Tabaré Vázquez y su comitiva procuran en México inyectarle más vida al mortecino TLC con ese país, el gobierno está embarcado en concretar otros dos acuerdos de ese tipo, con la Unión Europea (UE) en forma conjunta con el resto del Mercosur y bilateralmente con Chile. Pero las perspectivas y la historia reciente desalientan esperanzas de que el país se ponga prontamente a rueda del mundo actual.

La primera experiencia marcó los obstáculos. Poco después de asumir su primera presidencia, Vázquez tuvo la actitud sensata de aceptar un TLC que nos ofrecía Estados Unidos. Pero dio marcha atrás ante la presión conjunta de la extrema izquierda frenteamplista por anacrónicas objeciones ideológicas y de los socios mayores del Mercosur, que aplicaron la nefasta norma que prohíbe esos acuerdos por fuera del bloque. Pese a esa traba, en 2004 el entonces presidente Jorge Batlle logró concluir un TLC con México, el único de nuestro país, pero su efecto en el intercambio comercial ha sido minúsculo. Todavía se ignora qué efecto pueden tener las renovadas gestiones del gobierno.

El año pasado Vázquez, al regreso de una visita a China, anunció con bombos y platillos la pronta concreción de un TLC con nuestro principal socio comercial, para venderle más gracias a las bajas de aranceles que ya tienen en ese mercado nuestros competidores Nueva Zelanda y Australia. Pero no contó con el bloqueo del gobierno brasileño de Michel Temer, tanto por su proteccionismo como por su enojo por la imprevisora recepción rumbosa de nuestro gobierno a la destituida presidenta Dilma Rousseff. Ahora se anuncian mejores perspectivas para cerrar el mes próximo negociaciones con la UE, que se arrastran indecisas desde hace 22 años. El Mercosur anunció que ha ampliado la lista de desgravaciones a productos europeos para facilitar el acuerdo. Subsisten, sin embargo, las objeciones proteccionistas de Francia y otros países al ingreso de productos del agro.

Y el ventajoso TLC con Chile está en formol porque se opone la extrema izquierda del Frente Amplio. La situación es paradójica porque la ratificación del tratado que firmaron Vázquez y la presidenta Michelle Bachelet tiene asegurada mayoría parlamentaria por el apoyo de gran parte de la bancada del Partido Nacional. Pero el gobierno muestra debilidad en seguir adelante para no malquistarse con grupos de su partido que viven la fantasía prehistórica de las economías cerradas.

Todo TLC conlleva ventajas e inconvenientes, que deben ser evaluados equilibradamente. Abre mercados de exportación, fuente básica del crecimiento. Pero también golpea a algunos rubros locales con altos costos de producción, que pierden competitividad ante importaciones más baratas.
La experiencia en todo el mundo, sin embargo, muestra que en el largo plazo se gana mucho más de lo que se pierde, tanto en ingresos fiscales como en generación de empleos. Es una constatación irrefutable que tienen que aceptar los sectores más obtusos del oficialismo, especialmente en el caso del tratado con Chile que, además de profundizar el intercambio con el país más desarrollado de la región, abre una puerta a los ricos mercados del Pacífico.
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