Los combates, aunque tiene epicentro Jartum y sus ciudades hermanas de Bahri y Omdurman, se  han extendido a la región occidental de Darfur

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Suman al menos 800 los civiles muertos en el conflicto armado de Sudán

El sindicato médico del país advirtió que la situación del sistema de salud está al borde colapso en la capital del país y en la región de Dafour
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16 de mayo de 2023 a las 13:56

El sindicato médico de Sudán elevó a 822 el número de civiles muertos y a 3.215 el de los heridos como consecuencia de los enfrentamientos armados que estallaron en el país a mediados de abril entre el ejército regular y el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR).

La entidad, sin embargo, advirtió que la cantidad de víctimas civiles podría ser todavía mayor debido a la extensión territorial del conflicto y a las dificultades que enfrentan los servicios médicos públicos y la oenegés para trabajar en el territorio.

La información brindada por el sindicato sucede a la difundida por Naciones Unidas (ONU), que estimó el total de muertos en no menos más de 600, y en momentos en que el ejército sudanés redobló los ataques aéreos en el norte de Jartum, la capital del país.

Los combates, aunque tiene epicentro Jartum y sus ciudades hermanas de Bahri y Omdurman, se  han extendido a la región occidental de Darfur, donde los combatientes de las FAR han tomado posiciones en los barrios y el ejército también ha utilizado ataques aéreos, además de fuego de artillería pesada.

Médicos Sin Fronteras (MSF), en tanto, informó que en los campos de desplazados de Darfur "se ha pasado de tres comidas diarias a una sola" y que miles de refugiados siguen escapando todos los días hacia Egipto, Chad, Etiopía y Sudán del Sur.

Los enfrentamientos, que estallaron el 15 de abril entre el jefe de las Fuerzas Armadas de Sudán, el general Abdel Fatah al-Burhan, y el de las paramilitares FAR, el general Mohamed Daglo, no han cesado pese a los altos el fuego acordados, situación que obliga a que los habitantes sobrevivan encerrados en sus casas, sin agua, electricidad y, en muchos casos, con muy escasas reservas de comida.

Según los observadores locales, la situación es especialmente dramática en Jartum, una ciudad de cinco millones de habitantes y en donde los bombardeos de las fuerzas regulares alcanzaron un hospital que, según testigos, resultó dañado.

Las mismas fuentes informaron que los bancos están cerrados desde hace un mes y el dinero en efectivo comienza a faltar. Sin contar que los precios se han disparado: los de los alimentos se han cuadruplicado y los del combustible se han multiplicado por veinte.

El 12 de mayo, representantes del Ejército regular y de las FAR firmaron un fallido compromiso para minimizar los daños a los civiles y en el que se comprometen a permitir la evacuación desde las zonas de hostilidades, así como a proteger al personal médico y las instituciones públicas sudanesas.

"Los productos están desapareciendo lentamente, las tiendas se están vaciando. La hambruna se viene con seguridad. Si no nos mata la guerra, moriremos de hambre", dijo en declaraciones a la agencias de noticias AFP, Mohamed, residente en un área de Omdurman que aún no ha sido golpeada por los combates.

En Jartum, el aeropuerto no funciona, los centros comerciales fueron saqueados y las oficinas gubernamentales están cerradas "hasta nuevo aviso". Por su parte, lo queda del gobierno se exilió en Puerto Sudán, a 850 kilómetros al este de la capital, donde un pequeño equipo de Naciones Unidas ONU intenta negociar una tregua que facilite la entrega de ayuda humanitaria.

Según las agencias de la ONU, la guerra ha provocado ya la huida de unas 200.000 personas a países vecinos y el desplazamiento de más de 700.000 dentro de Sudán, lo que ha desencadenado una crisis humanitaria que amenaza con desestabilizar todavía más la región.

“La mayoría de los hospitales han quedado fuera de servicio. La situación humanitaria se está desmoronando", alertó Jamal Abdallah, uno de los escasos trabajadores de las pocas oenegés que siguen en el territorio en un contexto en que la guerra se anuncia larga debido a la paridad de fuerzas entre ambos bandos y la falta de voluntad de negociar antes de haberse impuesto sobre el terreno.

El actual conflicto se desarrolla cuando todavía se sienten las consecuencias de la guerra que estalló en 2003 en la región de Darfur, en donde Daglo emprendió una estrategia de tierra quemada apoyado por milicias musulmanas Jenjawid contra diversas etnias y cuando estaba bajo las órdenes de Omar al Bashir, el dictador que fue derrocado en 2019 por un levantamiento popular.

La guerra en Dafour dejó casi 300.000 muertos y cerca de 2,5 millones de desplazados, según la ONU. Desde entonces, los milicianos de Janjawid que comandó Daglo durante el conflicto evolucionaron y en 2013 pasaron a ser oficialmente las FAR, el grupo paramilitar que se supone auxiliar de las fuerzas armadas regulares, pero ahora enfrentado al ejército que comanda al-Burhan.

Las diferencias entre al  Burhan y Daglo, que se aliaron en un golpe de Estado en 2021 para marginar a los civiles de gobierno que asumió tras la salida de al Bashir, comenzaron poco después por las divergencias sobre la integración de los paramilitares en el seno del ejército, lo que derivó en el actual conflicto que azota al país.

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