Tapabocas con # y una laicidad “chicle” que nos empobrece a todos

La discusión por proselitismo en las aulas volvió con bríos ante propuesta de Fenapes

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27 de junio de 2020 a las 05:00

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La idea de usar un tapabocas con una consigna política en los salones de clase –en un país en el que la laicidad tiene, para bien y para mal, categoría de tótem– es casi tan desopilante como la escasa cintura política demostrada por la resolución de Secundaria en la que se prohíbe “terminantemente” su uso.

#EducarNoLUCrar desembocó en una jugosa discusión vía medios y redes, pero en los hechos no hay forma de justificar que una consigna/hashtag que se opone a un proyecto de ley (el de urgente consideración) no viola las reglas que consagran que la educación pública uruguaya es laica. A lo que se agrega un artículo 58 de la Constitución que no admite, como está de moda, dos lecturas: “Los funcionarios están al servicio de la Nación y no de una fracción política. En los lugares y las horas de trabajo, queda prohibida toda actividad ajena a la función, reputándose ilícita la dirigida a fines de proselitismo de cualquier especie”.

En esta discusión la resolución de Secundaria no suma, sobre todo cuando involucra en su redacción a los “educandos”. Es altamente probable que si este texto con lenguaje jurídico no hubiese existido, la polémica de los tapabocas nunca hubiera escalado. Las autoridades de la educación ya tienen un cúmulo de reglamentos, y la propia Constitución de la República, para asegurarse de que los directores de cada centro e incluso los inspectores eviten efectivamente que se haga proselitismo en escuelas y liceos.

En estos casos de discusiones para la tribuna a veces ayuda crear escenarios imaginarios que podrían ser reales. ¿Qué hubiera pasado si durante las administraciones frenteamplistas un grupo de docentes decidía usar un pañuelo o remera con la consigna #NoalAborto? ¿O un sombrero con la inscripción #Marihuanalegalno ? No necesito contestar esta pregunta que es casi retórica. Usted, yo, el gobierno de turno y las autoridades de la educación habríamos puesto el grito en el cielo.

Pero no es ni siquiera necesario inventar hipotéticas situaciones de irrespeto a la laicidad, porque hace muy poco hubo algunas muy reales. Antes de las elecciones de octubre de 2019 aparecieron carteles en varias facultades opuestos a la reforma de la Constitución que impulsaba el movimiento Vivir sin miedo. En la Facultad de Comunicación de la Udelar se pegaron calcomanías en las puertas en las que se veían siluetas de militares y carteleras con un texto que decía: “La última vez que las Fuerzas Armadas se hicieron cargo de la seguridad interna ocurrieron graves delitos, violaciones a los derechos humanos y consecuencias irreparables”.

La comisión de la campaña Vivir sin Miedo reclamó ante la Corte Electoral porque, además de lugares de estudio, los centros donde aparecieron estos carteles eran también lugares de votación; finalmente el Rectorado de la Udelar solicitó que los locales universitarios donde se iba a votar estuvieran libres de cartelería y propaganda proselitista.

Meses antes, en junio, las autoridades del Codicen habían opinado de forma bien diferente a la Corte Electoral. En un comunicado consideraron que los carteles colocados por gremios de estudiantes “no tienen connotaciones político-partidarias por lo que, respetando la diversidad de posturas, son promotores de ciudadanía”. En el mismo texto se hacía referencia a la venerada laicidad. “El Codicen declara su especial preocupación por el respeto de la laicidad, principio rector de la educación pública en Uruguay, entendiéndose como garantía la pluralidad y no como una actitud de prescindencia. En este sentido, el Codicen entiende que el intercambio de posturas sobre los asuntos públicos del país fortalece la democracia y la participación activa de la ciudadanía”,

Bajo esa definición de laicidad del Codicen del gobierno pasado, ¿los tapabocas con hashtag están ok? Es deseable que los docentes planteen temas de actualidad y promuevan debates entre los alumnos para enseñarles no solo sobre el tema en cuestión –en este caso la LUC– sino también para ayudarlos a entender los diversos puntos de vista que suponen la mayoría de los temas: aborto, droga legal, violencia doméstica y de género, eutanasia y tantos otros. Pero ese debate no se consigue con una consigna marketinera estampada en un tapabocas ni en ninguna prenda. Solo se logra con el liderazgo claro y equilibrado de un buen docente que sabe exponer un tema, permite que los estudiantes debatan y no se mete a la hora de que cada uno tome posición.

Pronto se levantaron las voces de “¡Censura!” e incluso un tuit del relator para la libertad de expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el uruguayo Edison Lanza, apuntó en ese sentido. “Al parecer #Uruguay está transitando un camino que bordea la censura. ‘Prohibir terminantemente’ a docentes y estudiantes adolescentes expresarse sobre temas de interés público es impedir el derecho de expresar demandas e ideas; proselitismo es otra cosa”, escribió.

En este país, un docente uruguayo puede usar un tapabocas con hashtag todo el santo día (con disculpas a la laicidad por usar el término “santo”) y en todos los ámbitos. Cuando llega al liceo se lo saca, se lo guarda en el bolsillo y lo sustituye por cualquier otro. Por ese lado no hay censura.

Lo curioso de este embrollo que es que ambas partes, sindicato y autoridades de la educación, apelaron a la manipulada laicidad para justificar sus puntos de vista. El vicepresidente de Fenapes, Marcel Slamovitz, dijo que se podría recurrir la resolución firmada por la directora de Secundaria, Jenifer Cherro, con el fin de “asegurar el respeto irrestricto de los principios rectores de la educación pública, en particular el de la laicidad, así como la prohibición de realizar proselitismo de cualquier tipo”.

Cherro, en tanto, dijo a La Diaria que la prohibición del uso de los tapabocas “no choca para nada con la pluralidad de opiniones; los docentes siempre pueden hablar de los temas más diversos, su obligación es explicar todas las teorías posibles sobre un escenario, pero si el docente va con un tapaboca que dice ‘No a la LUC’ ya va con una posición tomada. ¿Eso es plural?”.

El cacareo terminó en nada, que es lo que suele suceder con los cacareos. Gritos de acá y de allá y pocas conclusiones claras. Fenapes suspendió el uso de tapabocas “luquizados” y analiza denunciar el caso ante la Institución Nacional de Derechos Humanos (Inddhh). La resolución de Secundaria quedó guardada en algún archivo oficial y poco más.

En el camino, la única que sufre es la propia laicidad y con ella la libertad de opinión y la calidad del régimen democrático. Si la laicidad es tan dúctil que permite desviaciones de todo tipo, entonces deja de ser motivo de orgullo y se desvaloriza. Eso nos termina afectando a todos por igual, no importa si apoyás 100% la LUC, si tenés alguna diferencia o si la rechazás de plano.

El verdadero defensor de la educación laica no anda bailoteando según conviene a su ideología u opinión de turno.

Los sindicatos de docentes en general se han manifestado en contra de la LUC y eso generará incluso algún paro. En el caso de Fenapes, el rechazo se basa en “su forma y contenido” y en la “actitud oportunista” del gobierno de aprovechar un momento de emergencia sanitaria para enviar el proyecto, cuando están limitadas “considerablemente las posibilidades de movilización y protesta del conjunto del movimiento social y sindical”.

Estas restricciones no impidieron la movida del 1° de mayo ni otras más cercanas como las de transportistas de esta semana. Pero esa ya sería otra discusión y tiene que ver con las excusas. Todavía no encontré ningún documento o declaración que explique con claridad qué puntos de una ley de casi de 500 artículos son aquellos a los que efectivamente se opone la Fenapes y otros sindicatos. Esta sería información de calidad que como ciudadanos necesitamos conocer para tomar posición racionalmente. Algo que un hashtag en un tapabocas jamás logrará. 

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