STR / AFP

Triunfalismo pandémico de Xi se derrumba

La arrogancia y el autoritarismo del presidente han atrapado a China en interminables confinamientos

Tiempo de lectura: -'

01 de diciembre de 2022 a las 16:00

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

Por Gideon Rachman

En su discurso de Año Nuevo de 2021, Xi Jinping se jactó del éxito de la política china de cero Covid. Mientras millones de personas habían muerto en el extranjero, China había "priorizado a las personas y sus vidas . . . Con solidaridad y resiliencia, escribimos la epopeya de nuestra lucha contra la pandemia".

Casi dos años después, la campaña de Xi para presentar la gestión de la pandemia por parte de China como un triunfo personal y sistémico se está derrumbando. El aumento de las manifestaciones contra su política de cero Covid representa un enorme desprestigio para el líder chino. Parecen el desafío más serio a su liderazgo desde que llegó al poder hace una década.

Algunas de las protestas contra los interminables confinamientos en China se han enfocado en Xi personalmente. En la ciudad de Chengdu, los manifestantes han coreado: "No queremos un sistema político de líderes vitalicios. No queremos un emperador".

Estas consignas resaltan la cuestión política más delicada de la China moderna: los esfuerzos de Xi por crear un culto a la personalidad. Desde la muerte de Mao Zedong en 1976, el Partido Comunista de China (PCCh) ha evitado crear un nuevo Mao, un único líder todopoderoso, que domine el sistema político y el país y que nunca abandone el poder.

Pero Xi está llevando a China de vuelta a los días de un régimen cuasi imperial. El mes pasado se alcanzó un punto de inflexión, cuando el congreso del partido comunista lo nombró para un tercer mandato sin precedentes como líder del partido. El predecesor de Xi como presidente chino, Hu Jintao, fue sacado a la fuerza del escenario ante las cámaras de televisión. El mensaje fue claro. El poder de Xi es ahora inexpugnable y está dispuesto a gobernar de por vida.

Al igual que Mao, Xi ha justificado su toma de poder fomentando la creación de un culto a la personalidad. El "pensamiento Xi Jinping" está inscrito en los estatutos del PCCh. El supuesto éxito del líder chino en la gestión de la pandemia de Covid-19 se ha convertido en una parte crucial de su mito. Un reciente documento del Consejo de Estado de China alabó el liderazgo de Xi en el manejo de la pandemia de Covid, proclamando que "el Secretario General Xi Jinping ha tomado el mando personal, ha planificado la respuesta, ha supervisado la situación general y ha actuado con decisión".

Es cierto que China ha registrado muchas menos muertes per cápita por Covid-19 que EEUU. Pero los costos de aplicar una política de cero Covid son cada vez más evidentes. A medida que se ha estancado la economía, el desempleo juvenil en China ha aumentado a casi el 20 por ciento.

La tensión social por los prolongados y frecuentes confinamientos también ha sido inmensa. Los dos meses de severas restricciones en Shanghái a principios de este año acapararon los titulares de todo el mundo. Algunos creían que esto supondría un punto de inflexión que obligaría a Xi a replantearse la política de cero Covid. En cambio, en el congreso del partido, Xi ascendió al jefe del partido de Shanghái responsable del confinamiento, Li Qiang, al segundo puesto más alto del partido comunista. Fue una señal de que no se vislumbraba el fin de la política de cero Covid.

Como parte de la creación de un mito oficial en torno a Covid-19, los dirigentes chinos han contrastado la paciencia y el espíritu colectivo del pueblo chino con la impaciencia y el individualismo de los estadounidenses. Pero la paciencia, incluso del pueblo chino, se está agotando.

Las imágenes de multitudes sin mascarillas, procedentes de todo el mundo, viendo la Copa Mundial de fútbol en Qatar les han demostrado a los chinos que los ciudadanos de otros países han escapado de la trampa de los confinamientos interminables. En cambio, China enfrenta la perspectiva de un cuarto año de restricciones draconianas a la libertad.

Tras atribuirse el mérito de la gestión china de las primeras fases de la pandemia, Xi no puede evitar asumir la culpa de la crisis actual. Sobre todo, su decisión de no importar vacunas extranjeras más eficaces ha aumentado el riesgo de relajar sus confinamientos. Ese fracaso está relacionado con el nacionalismo de Xi, que inició una política "Hecho en China" para tecnologías clave en 2015. Un líder que dice tener una compasión ilimitada por el pueblo chino resulta ser demasiado orgulloso para importar vacunas eficaces que podrían salvar sus vidas.

Los confinamientos provocados por la política de cero Covid también son un reflejo de la personalidad obstinada y el autoritarismo innato de Xi. A los manifestantes chinos no se les escapa que las tecnologías desarrolladas para rastrear los movimientos de las personas — en nombre de la lucha contra Covid — podrían sobrevivir a la pandemia y convertirse en un método permanente y siniestro de control político y social.

En términos más generales, los fallos de Xi en Covid-19 son los característicos del gobierno de un autócrata, que invierte demasiado poder y autoridad en un solo líder. Una vez que ese autócrata toma una decisión desastrosa — como hizo Vladimir Putin cuando invadió Ucrania — el sistema es incapaz de cambiar el rumbo porque no se puede cuestionar el juicio del líder. Ese mismo patrón se está reproduciendo ahora en China.

El momento en el que los manifestantes salen a la calle es siempre un momento de máximo peligro para un líder autoritario. Desafortunadamente, parece probable que todo el instinto de Xi sea responder con la fuerza y la represión. Así es como lidió con las protestas de Hong Kong de 2019 y es como el partido comunista aplastó el movimiento estudiantil de la Plaza de Tiananmén en 1989.

La represión puede funcionar en China, como lo ha hecho hasta ahora para aplastar las protestas en Rusia, Irán y Bielorrusia. Pero el mito cuidadosamente construido de la sabiduría, el poder y la infalibilidad de Xi no puede sobrevivir al colapso de sus políticas de cero Covid.

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.