¿Cómo un campesino pobre sin educación universitaria llegó a estar por siete años consecutivos en los primeros lugares de la lista de personas más ricas del mundo de la revista Forbes y aterrar a su vez a un país con 50 millones de habitantes? ¿Cómo un expolicía de un pequeño pueblo mexicano, sin demasiada preparación intelectual, llegó a tener poder de estado e incidencia en la alta política mexicana, comprometiendo directamente al presidente, a sus allegados más cercanos y al partido político que gobernó a ese país por décadas, ayudándolo incluso a perpetuarse tras posibilitar el fraude en una crucial elección presidencial? Una larga lista de preguntas provenientes de la realidad, aunque parezcan salidas de la ficción más acérrima, conforman el contexto que rodea al teatro de intereses del narcotráfico y lo ha convertido en imán de masas y usina incombustible para la industria del espectáculo.
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