Soberbio en el hábitat donde más cómodo se siente, la Copa Davis, insolente en el trato con los jueces, prepotente a la hora de enfrentar a los medios y auténtico para hablar mal de algún rival que no le cae en gracia. Simplemente volcánico. Desde que irrumpió en el circuito, en el año 2000, eso fue el tenista argentino David Nalbandian, además de un jugador talentoso y pasional. Pero con lo que hizo el domingo en la final de Queen’s superó un límite. El de la locura. Pasando directamente a la agresión física.
El momento quedará grabado como uno de los mayores bochornos de la historia del tenis. Nalbandian le había ganado el primer set al croata Marin Cilic por 7-6 (3) y perdía el segundo 3-4 cuando no llegó a una bola y descargó su furia ante un juez de silla, al que le provocó una herida sangrante en una pierna. ¡Con una patada!
“A veces uno se siente muy frustrado en la cancha y es difícil controlar eso, y en ocasiones puedo cometer un error. Es muy difícil terminar una final de esta forma”, afirmó el jugador.
Como siempre, la culpa fue ajena: “A veces nos sentimos muy presionados por la ATP para que participemos en muchos torneos. No hacen nada por nosotros”.
Nalbandian fue descalificado y Cilic ganó el torneo. La sanción no se extenderá más allá de Queen’s. La sacó regalada.
El problema es que en base a sus antecedentes, esto podía ocurrirle en cualquier momento a Nalbandian.
En el US Open 2004, le dijo al juez de silla Javier Moreno: “Sos un árbitro de Futures; no de Futures, de Interclubes. Sos cagón”. El cordobés hervía de impotencia al verse superando por Mikhail Youzhny, quien lo eliminó en segunda ronda.
Con varios rivales tuvo fuertes encontronazos. Con Lleyton Hewitt lo une una relación de odio. En 2005 se pecharon en un cambio de lado. De Tim Henman dijo: “Es la peor basura que hay”.
Con sus compañeros de Copa Davis no hay onda. En la final de 2008 ante España la interna fue escandalosa. “No lo veo como un líder positivo dentro del equipo”, diría después el entonces capitán Modesto “Tito” Vázquez.
Con el periodismo, las conferencias de prensa suelen ser tensas y hasta agresivas.
Con Nalbandian, el rey David, todo puede estallar.
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