Una mirada sobre la OMC

En la actualidad está en marcha el proceso para designar al nuevo director general, en sustitución de Roberto Azevêdo. Puede que ello permita encauzar el proceso de revisión que debería movilizar el descontento del socio más importante.

Entretanto, dos de los pronunciamientos más recientes de la OMC son bien ilustrativos sobre su importancia para las relaciones comerciales internacionales y, a la vez, sobre algunas de sus debilidades para cubrir ciertos temas que escapan a su competencia, pero que tienen incidencia en el comercio mundial.

Hace 16 años que Estados Unidos y la Unión Europea están enfrentados en la OMC por una reclamación recíproca sobre los subsidios que ambos disponen en favor de sus respectivas industrias aeronáuticas Boeing y Airbus.

El año pasado el organismo internacional se pronunció a favor del reclamo de Estados Unidos y lo autorizó a imponer tarifas de hasta un 100% sobre la importación de hasta US$ 7.500 millones de bienes provenientes de Alemania, España, Francia y el Reino Unido, que son los cuatro países que financian a los proyectos de Airbus.

Estados Unidos hizo uso de esta autorización por etapas y comenzó gravando a ciertos bienes como maquinaria de Alemania, vinos de Francia y whisky del Reino Unido. En los próximos meses, y después de finalizar las consultas con los sectores afectados, podría disponer nuevas tarifas sobre la importación de bienes tales como prendas textiles y bebidas no alcohólicas.

En contrapartida, la OMC acaba de autorizar a la UE a imponer aranceles sobre US$ 4.000 millones de importaciones provenientes de Estados Unidos en represalia por los subsidios a Boeing.

Además, algunas novedades anticipan un posible acuerdo entre ambas partes para dar término a este contencioso.

En mayo pasado, y con la mira en el reclamo de la UE, Estados Unidos anunció que había derogado determinadas exoneraciones fiscales que favorecían a Boeing.

Por su parte, hace algunas semanas Airbus anunció que habrá de aumentar la tasa de interés que paga por los préstamos que le concedieron Francia y España para financiar el desarrollo del Airbus 350. Alemania ya había restringido su ayuda a esta industria y el Reino Unido ya había cobrado su préstamo. Con esa decisión, Airbus espera haber cumplido con el fallo de la OMC.

Resta por saber si ambas partes tomarán a estas acciones de uno y otro para dar por concluida la diferencia que las separa desde hace ya tanto tiempo. Aunque demorada, sería una demostración de la vigencia de la OMC para imponer una cierta disciplina en las reglas del comercio internacional.

Otro pronunciamiento importante de la OMC se conoció a mediados de setiembre, al declarar que los aranceles impuestos por Estados Unidos en 2018 sobre un monto de importaciones provenientes de China eran “inconsistentes” con las reglas internacionales de comercio. En sus fundamentos, el organismo sostuvo que Estados Unidos no había aportado pruebas convincentes para demostrar su acusación de que las prácticas desleales de China, como el robo de tecnología y la ayuda estatal, facilitaban a la exportación de los bienes a los que aplicó el arancel.

China expresó su satisfacción con el fallo. Por su parte, Estados Unidos declaró que era una confirmación más de que el organismo internacional no está preparado para evaluar las acciones de defensa que puedan tomarse frente al daño causado por las prácticas de China. Si bien el gobierno estadounidense puede apelar la decisión, el tribunal correspondiente no está plenamente integrado, justamente debido al bloqueo de EEUU.

Como conclusión de su fallo, la OMC urgió a las dos partes a trabajar de común acuerdo para resolver los temas en disputa.

En tren de opinión, parece comprensible que la OMC no haya podido comprobar una relación de causalidad en una imposición indiscriminada de aranceles sobre las importaciones provenientes de un determinado país, que fue lo que hizo Estados Unidos con China.

Pero en el acuerdo entre Estados Unidos y China de principios del año en curso para avanzar hacia el fin de la guerra comercial, Pekín había reconocido la comisión de prácticas irregulares en varias áreas de la relación entre ellos. No en vano accedió a mejorar la protección de la propiedad intelectual, a aplicar medidas más estrictas sobre patentes y marcas y a no forzar a las empresas estadounidenses a revelar sus secretos tecnológicos.

Es esta una realidad que escapa a las posibilidades de pronunciamiento de la OMC. Pero entonces queda abierta la cuestión sobre la forma en que un país puede defenderse frente al daño que ella le causa. Quizá por eso es que el organismo internacional concluyó su fallo con un llamado al acuerdo de partes.

Y es aquí donde, aunque cueste aceptarlo, se entiende la acción unilateral de Trump. Porque la imposición de aranceles de 2018 puede verse como una forma de represalia ad hoc frente al daño causado por China, para forzar así el proceso de negociación sugerido por la OMC, ahora en suspenso por las diferencias políticas de los últimos meses.