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Otro año, mismos problemas
El año 2020 comienza cargado de desafíos e incertidumbre, con una agenda global y regional con problemas que se mantienen sin avances, otros que incluso se agravan, muchos que emergieron en los últimos meses y algunos pocos que muestran alguna mejoría. En esta breve columna, se busca repasar algunos de los acontecimientos de la agenda global que atraparon la atención internacional en 2019 y que seguirán ocupando a los gobiernos durante el año en curso.
Son muchos los acontecimientos que pusieron a la comunidad internacional en un nivel máximo de tensión, especialmente por la dificultad que implica calibrar adecuadamente el impacto de dichos fenómenos. De cualquier forma, cabe destacar fundamentalmente dos: la política exterior seguida por Trump y el brexit, sucesos que, si bien no comenzaron el año pasado, sí mostraron nuevas particularidades en dicho período.
Si se atiende a las políticas desplegadas por el presidente de Estados Unidos, algunas tienen evidentemente un impacto sistémico. Este es el caso de la conocida como guerra comercial, que no es más que una etapa de enfrentamientos en el marco de una puja por el liderazgo tecnológico mundial entre EEUU y China. Es justo reconocer que, en las últimas semanas, las dos partes lograron avanzar en las negociaciones, lo que llevaría a un enfriamiento del conflicto.
Cabe destacar la posición de la administración Trump sobre la Organización Mundial del Comercio (OMC), lo que llevó a la paralización de su sistema de solución de diferencias e impuso un profundo debate sobre su reforma. Por otro lado, durante el 2019 persistió su polémica visión sobre el cambio climático y la migración, dos temas que azotan la agenda global sin avances en soluciones concretas. Otras de las posiciones sostenidas por de Estados Unidos sobre el rol y la fortaleza de la OTAN, los conflictos en Medio Oriente y las dificultades que enfrentó en la relación bilateral con actores clave como Siria, Egipto, Arabia Saudita y Turquía, sin duda abren un nuevo escenario. Por último, hay que destacar la compleja situación con Irán y las crecientes tensiones en el Golfo Pérsico, el acercamiento con Corea del Norte y su pragmática relación con Putin.
En cuanto al brexit, tras una histórica crisis política en Reino Unido, Boris Johnson dará finalmente cumplimiento al mandato del pueblo británico, el que votó en 2016 por una salida de la Unión Europea. Una vez obtenida la mayoría en el Parlamento en las recientes elecciones, el primer ministro logró la aprobación del acuerdo y la definición de la fecha límite para la salida del bloque europeo para el próximo 31 enero. Se trata de una decisión que cambiará la vida diaria de millones de personas y que puede tener impactos geopolíticos de consideración para el futuro de Europa.
También a nivel global, pero especialmente en América Latina, se destacaron las movilizaciones sociales. Si bien todas tienen diferentes detonantes –de orden político, social o económico–, podría decirse que muestran un denominador común: el cansancio de sociedades que arremeten contra instituciones que no lograron adaptarse a un nuevo tiempo. El fenómeno se expande a nivel interno e internacional por la facilidad de las comunicaciones, lo que genera movimientos masivos de carácter espontáneo que superan por mucho a las fuerzas tradicionales de seguridad y que están conformadas por personas que están dentro y fuera del sistema.
Se trata de episodios con preocupantes niveles de violencia, que permiten tanto a propios como a extraños, el fomento de inestabilidades por intereses que terminan siendo más personales que colectivos. Esta realidad, por momentos opaca los reclamos legítimos de los protestantes, los que muestran reparos frente a un sistema con claros signos de agotamiento y sin liderazgos visibles. Son enormes los desafíos que imponen las movilizaciones registradas en ciudades tan diversas como Caracas, Hong Kong, Barcelona, Santiago de Chile, Quito, Bogotá, Beirut, Puerto Príncipe o en muchas ciudades de la India. Se trata de una situación crítica, que exige los mayores niveles de responsabilidad de parte de toda la comunidad internacional.
A nivel regional, el 2019 estuvo marcado por los cambios políticos en Brasil y Argentina. El escenario en el Mercosur se enturbió por las diferencias y las fuerte declaraciones cruzadas entre los presidentes Bolsonaro y Fernández, lo que adelanta un complejo relacionamiento bilateral que muy probablemente afecte los avances en la agenda sudamericana y termine en el despliegue de políticas que prioricen el interés nacional sobre el comunitario.
Todos los desafíos presentados en la columna deben ser atendidos en momentos de una generalizada crisis institucional y de valores, con organizaciones débiles por la imposibilidad de mostrar resultados concretos frente a los conflictos vigentes. Este es el caso de la OEA, la casi extinta Unasur, la Celac o a nivel internacional la propia OMC y las Naciones Unidas.
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Se espera que, durante el 2020, toda la comunidad internacional actúe en conjunto para superar los conflictos y crisis existentes, con realismo y preocupación, pero siempre con la obligación de cuidar los logros alcanzados a nivel global en los últimos 70 años. l
Ignacio Bartesaghi es decano de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Católica del Uruguay y director del Departamento de Negocios Internacionales e Integración de la misma Universidad. Es doctor en Relaciones Internacionales e integrante del Sistema Nacional de Investigadores
