Leonardo Carreño

Unanimidad no, unidad sí

Es quizá la hora de recordar las expresiones de Wilson Ferreira Aldunate después de ser liberado en 1989 cuando señaló que nadie, salvo un mal nacido, puede desear que le vaya mal al gobierno

Tiempo de lectura: -'

29 de marzo de 2020 a las 05:02

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

El país y el mundo se encuentran en una grave crisis sanitaria sin precedentes que, además, ha derivado en una gran crisis económica. Para combatir la transmisión de la enfermedad y dar respiro a los sistemas sanitarios, la actividad comercial se ha disminuido notablemente en todas partes o sencillamente se ha parado allí donde se ha decretado cuarentena forzosa.

Que la cuarentena forzosa sea la única solución aún está por verse. Japón no la aplica y ha dejado a todo el mundo boquiabierto. Hasta el miércoles 25 de marzo, este país asiático sumaba 1.193 casos confirmados y 43 víctimas fatales. Esto lo ubica muy por debajo de otras naciones como China (donde hay más de 81 mil casos y 3.200 muertes), Italia (69 mil casos y más de 6.800 muertes), o España (con más de 47 mil casos y 3.400 muertes). Suecia tampoco la quiere. Practica sí el distanciamiento social, recomienda salir a caminar de a dos y separados por un metro de distancia, no ha cerrado escuelas, mantiene abiertos bares y restaurantes pero reduce la cantidad de personas admitidas y exige una separación mayor entre las mesas y los parroquianos. Hasta el martes Suecia, con 10 millones de habitantes, tenía 2.272 casos de contagiados y 36 fallecidos.

De modo que quienes en el país han criticado duramente al gobierno por no decretar cuarentena obligatoria deberían reflexionar un poco antes de hablar. Lo curioso es que quienes piden esa medida extrema y devastadora del tejido social y económico –el expresidente Vázquez, aunque este admite ciertas excepciones, el Sindicato Médico del Uruguay y el PIT-CNT, más otros sectores del FA– son todos de la izquierda. ¿Será que a la izquierda le gusta ver a la gente encerrada en sus casas y a la producción haciéndose añicos? No lo sabemos. Por de pronto, otros dirigentes de izquierda como Yamandú Orsi, Pablo Ferreri y varios economistas del anterior gobierno no se han unido a este coro.

Además, por lo visto en otros países que no son por cierto modelo de capitalismo salvaje, como Japón, Suecia y otros países nórdicos, el encierro total no es el único camino como se le exige, con ocasión y sin ella, al presidente Lacalle. Y como el presidente Lacalle se resiste, a nuestro juicio con razón y con fundadas razones (entre las principales la de que no puede dar una orden que no se pueda hacer cumplir), el PIT-CNT convoca a un cacerolazo. Supuestamente no contra el gobierno sino a favor de las medidas que ha reclamado. ¡Primer cacerolazo de la historia que no es contra nadie! ¿Alguien lo cree?

Curioso cacerolazo, que recuerda a aquellos que  ayudaron a poner fin a la dictadura. Cacerolazos podemos hacer todos. No está prohibido en ningún lado. Pero el cacerolazo fue muy desubicado pues es evidente que va contra un gobierno que no hace un mes que  asumió y le cayó encima la mayor pandemia en un siglo. Pandemia ante la que el gobierno saliente no solo no se preparó –tuvo dos meses para hacerlo– sino que a través de su ministro de Salud Pública dijo que no era un problema para Uruguay. En enero y febrero no hubo cacerolazos, pese a que la pandemia se venía encima. Indudablemente la cancha está flechada.

Nadie pretende unanimidad y falta de críticas. Las recibió Churchill durante la segunda guerra mundial durante la “hora más oscura” para Gran Bretaña y Europa. Pero en “la hora más oscura” debe prevalecer un sentimiento de unidad. Solo “un sentimiento”. Como este aplauso nocturno para los profesionales de la salud que luchan en el frente de batalla contra el enemigo invisible y que los afecta a ellos en primer lugar.

Gentileza Juan Raúl Ferreira

Se necesita sí unidad en esta hora oscura. No unanimidad. No la hay ni dentro de la coalición multicolor. Pero el PIT-CNT no estuvo a la altura de las circunstancias. Es quizá la hora de recordar la grandeza de las expresiones de Wilson Ferreira Aldunate después de ser liberado en 1989, al terminar un acto impresionante en el monumento a El Gaucho. Wilson, señaló que nadie, salvo un mal nacido, puede desear que le vaya mal al gobierno, porque eso equivale decir que le vaya mal al país. Y ratificó que naturalmente apoyaría al gobierno del doctor Sanguinetti, pese a que él no había podido participar de las elecciones por estar proscripto y encarcelado.

Lo mismo hizo el general Líber Seregni en aquel magnífico discurso desde el balcón de su apartamento, apenas fue liberado después de nueve  años de injusta prisión. Allí llamó a evitar el revanchismo y el odio contra quienes lo pusieron preso.

Los ejemplos de Wilson y Seregni muestran lo que es poner la unidad del país por encima de intereses particulares y muchas veces mezquinos, sin cerrarse la boca ni evitarse las críticas cuando ello corresponde. Ninguno de ellos hubieran apoyado la caceroleada del miércoles. Y para formular críticas o esperar respuestas a sus propuestas, hubieran buscado un momento más oportuno.

Siempre es bueno aprender de los estadistas y actuar con magnanimidad.

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.