Una trifulca generalizada en 2015. La señora de Carlos Sánchez agredida con un botellazo un año después. El agravio de pasar el himno chileno en lugar del uruguayo y los insultos sufridos en la final del Mundial sub 17 de 2011 hacen que el partido que jugará Uruguay ante México el viernes (en Houston, hora 23.05 de Uruguay) no sea uno más.
De un tiempo a esta parte, por diferentes motivos, los partidos entre charrúas y aztecas, se juegan bajo un clima sumamente particular. La rivalidad se fue extendiendo a lo largo de los años con hechos que marcaron los partidos.
En muchas de estas historias ha influido mucho el peso de la tribuna. Los hinchas mexicanos tienen un particular sentimiento de querer ganarle a Uruguay a cómo de lugar. Algo similar a lo que se vive con los chilenos.
En la final del Mundial juvenil de 2011 las 110 mil personas que colmaron el estadio Azteca no tuvieron en cuenta que los chicos que tenían enfrente tenían 17 años.
Cada vez que el golero uruguayo Matías Cubero fue a sacar del arco recibió un insulto a coro que caracterizó a los hinchas mexicanos. “Ehhh, ¡puto!”, era el alarido que pegaban cuando el uno celeste se aprestaba a pegarle a la pelota.
BBC Mundo escribió en ese entonces: “Las campañas de concientización, etiquetas compartidas, llamados oficiales y mensajes a través de las redes sociales han cumplido en parte su cometido, pero el polémico cántico "Ehhh, puto" sigue siendo un compañero inseparable de El Tri por donde quiera que va. El problema es que a la FIFA se le terminó la paciencia y sancionó a los mexicanos.
Por la segunda fecha del Grupo B de los Juegos Panamericanos de 2015 disputados en Toronto los celestes se midieron con México. El partido se resolvió a favor de los aztecas en los descuentos. En el festejo se debe haber disparado alguna palabra que provocó una trifulca apenas el árbitro pitó el final del encuentro.
La Copa América Centenario de 2016 volvió a contar con otro cruce caliente entre uruguayos y mexicanos. El 5 de junio la cosa comenzó mal porque, cuando le tocó cantar el himno a los jugadores de Uruguay, se irradió el de Chile.
El partido fue de clima caliente. A poco del cierre del primer tiempo, con México en ventaja 1 a 0, se fue expulsado Matías Vecino. A 15 del final Godín lo empató y le mostró a todo el estadio, plagado de mexicanos, la cantidad de estrellas del escudo de Uruguay. El clima se enrareció más. Sobre la hora México quebró a la celeste y la bronca se trasladó a las tribunas donde fue agredida la señora del jugador celeste Carlos Sánchez.
En las tribunas hubo varias peleas entre aficionados mexicanos y uruguayos. En una de estas trifulcas, la esposa de Carlos Sánchez, jugador de Uruguay y de Rayados de Monterrey, sufrió un botellazo en la cabeza lanzado por los simpatizantes del Tri.
Los dichos de Valdez provocaron la reacción de los mexicanos. “Cada quien es libre de comentar y de hacer las opiniones que crea necesarias”, dijo el directivo de México Santiago Baños.
Por su parte, el delantero Raúl Jiménez dijo que México tiene que concentrarse en el fútbol para demostrar que pueden ganar por lo que hacen en la cancha “y no que digan que se arreglan los partidos para que nosotros seamos campeones, hay que demostrar en el terreno que podemos ser campeones”.
Batalla campal antes del Mundial
En abril de 1986, dos meses antes del Mundial, Uruguay jugó un amistoso con México en el estadio Olímpico de Los Ángeles. Perdió 1-0 y los ánimos se caldearon con el juez por un gol anulado a Enzo Francescoli. Al final, Rodolfo Rodríguez se trenzó a golpes con varios jugadores y sus compañeros acudieron al rescate a trompada y patada limpia.
El entonces secretario general de la FIFA, Joseph Blatter tomó apuntes y antes del Mundial declaró a un canal alemán: "Los uruguayos si no ven sangre no pueden jugar". Su mensaje no pasó desapercibido para los árbitros y contra Dinamarca fue expulsado Miguel Bossio a los 19 minutos mientras que José Batista vio una roja récord contra Escocia: ¡A los 56 segundos!
Por todo lo expuesto, el partido del viernes no será un duelo más. Al margen de que es un amistoso, las tribunas volverán a estar plagadas de mexicanos dispuestos a ganarle a Uruguay de cualquier manera.
Se deberá estar atento a cualquier provocación.
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