Uruguay y Cuba, una relación con vaivenes y algunas rupturas

Las relaciones diplomáticas entre la isla y Uruguay datan de 1902 pero luego de la revolución sufrieron algunas rupturas

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18 de julio de 2021 a las 05:00

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Cuba no es solo una isla del Caribe con playas paradisíacas y gente encantadora. Es el símbolo. Es la resistencia. Es la revolución –que lleva 62 años– que representa los ideales y valores de la izquierda tradicionalista. Que son los que suelen predominar en la izquierda vernácula que, desde el principio y desde que se fundó en Frente Amplio en 1971, se siente cercana –y defiende– al régimen cubano, hoy en el foco mundial debido a las protestas callejeras que reclaman libertad. 

Las relaciones entre Uruguay y Cuba han estado marcadas por lo que representa aquel hito, que influyó fuertemente en el resto de los países de América Latina, y durante este tiempo el nexo uruguayo-cubano ha sufrido vaivenes con encuentros y desencuentros. 

El líder Fidel Castro entró victorioso a La Habana el 1° de enero de 1959 y así inició este largo mandato comunista de más de seis décadas. En mayo de ese mismo año, el comandante visitó Uruguay y recorrió durante 48 horas las zonas anegadas del interior a causa de las peores inundaciones de la historia del país. Donó US$ 20 mil provenientes del Fondo para la Reforma Agraria en Cuba. 

Las relaciones diplomáticas entre Cuba y Uruguay databan de 1902 (los cubanos se independizaron en 1898). Pero en setiembre de 1964, dos años después de la denominada “crisis de los misiles”, Uruguay rompió vínculos con Cuba, siguiendo la recomendación de la Asamblea de la OEA reunida en Punta del Este, aunque se abstuvo de votar la resolución.

Eran tiempos en el que la bandera de la revolución cubana flameaba con ímpetu entre todas las izquierdas del continente. En esa corriente, hacía su aparición la guerrilla tupamara que salía a enfrentarse a las autoridades pese a la recomendación del propio revolucionario comunista Che Guevara, quien en su paso por Uruguay en 1961 aconsejó que aquí no era necesaria la lucha armada.

YAMIL LAGE / AFP
Protestas en La Habana, Cuba

Tras la dictadura y el regreso a la democracia en 1985, Uruguay restableció relaciones con Cuba, un paso dado por el gobierno del presidente Julio María Sanguinetti.

En su segunda Presidencia (1995-2000), el líder colorado invitó a Fidel Castro a visitar el país (al que conoció en 1959 cuando fue a cubrir como periodista la victoria de la revolución), previo a la Cumbre Iberoamericana de presidentes que se desarrolló en Bariloche. El nuevo entendimiento se facilitó gracias a que el canciller uruguayo de aquel tiempo, Enrique Iglesias, mantenía un buen trato con Castro. 

El 13 de octubre de 1995, en tiempos en que el régimen cubano sufría ya no poder contar con la Unión Soviética –desintegrada en 1991–, el comandante volvía a pisar suelo uruguayo 36 años después, pero por solo 37 horas. 

La ocasión resultó propicia para que el Frente Amplio y sus seguidores manifestaran adoración hacia el modelo cubano y su emblema. La Intendencia de Montevideo, en manos del FA luego de la victoria electoral de Tabaré Vázquez en 1989, le entregó las llaves de la ciudad de manos del entonces intendente Mariano Arana.

Además, se presentó ante una multitud en la explanada municipal –unas 60 mil personas que coreaban “Cuba sí, yanquis no”–, y en un discurso en la sede del gobierno de Montevideo Castro dijo lamentar no haber venido “en 36 años, cinco meses y 11 días”, haciendo alarde a su proverbial memoria. 

Entre muchas cosas, dijo que si bien triunfó la revolución en 1959 luego de una “dura” guerra, los cubanos y la izquierda latinoamericana se ven obligados a proseguir con la lucha. Así hizo referencia al embargo comercial impuesto por Estados Unidos, uno de los argumentos de más peso para defender al gobierno cubano. “El bloqueo es realmente un acto cruel (…); es algo realmente muy cruel, porque va contra hombres y mujeres, contra niños y contra ancianos”, dijo Castro en aquel momento. También se presentó en el Palacio Legislativo, donde fue recibido por Hugo Batalla, presidente de la Asamblea General. 

Pablo Porcíuncula / AFP
Protestantes de Cuba en la Plaza Independencia, Uruguay

El comandante comunista, fallecido a los 90 años en 2016, tenía previsto asistir en 2005 a la asunción de Vázquez como presidente; sin embargo, por prescripción médica, no lo hizo. Por este mismo motivo, en 2008 traspasaría el poder a su hermano Raúl. 

No obstante, precedido por algunas tensiones diplomáticas, protagonizadas sobre todo entre cancilleres a fines de los años de 1990 y principios de la década de 2000, Uruguay volvió a romper la amistad con Cuba. Transcurría el año 2002 y el presidente era Jorge Batlle (quien viajó a Cuba en 1986 como senador, acompañando al canciller Iglesias). “El tono de las afrentas ha ido endureciéndose, y nuestra respuesta es simple: no creo que tenga sentido seguir teniendo relaciones con Cuba”, dijo entonces Batlle. 

Fidel Castro había llamado “trasnochado y abyecto Judas” y “lacayo de Estados Unidos” al presidente uruguayo después de que Uruguay encabezara una ofensiva diplomática para que la isla permitiera a las Naciones Unidas investigar los abusos a los derechos humanos en la isla.

Esa ruptura, de cualquier modo, duró poco. En 2004, el Frente Amplio ganó las elecciones nacionales y Tabaré Vázquez retomó en 2005 los lazos cordiales entre Uruguay y Cuba (aunque también se acercó a George W. Bush, a quien recibió en Anchorena). Vázquez resaltó su complacencia “de recibir fraternalmente al pueblo cubano, restableciendo esos lazos que nunca debieron romperse”. Los ministros de Relaciones Exteriores de ambas naciones, Reinaldo Gargano y Felipe Pérez Roque, hicieron oficial el acuerdo que se mantiene hasta la actualidad. 

Durante el gobierno del exguerrillero José Mujica –quien décadas atrás siguió los pasos de la revolución cubana, incluso recibiendo de ella instrucción militar– la relación se afianzó entre el país y Cuba, entre el Frente Amplio y el régimen comunista de la isla. Mujica visitó La Habana en julio de 2013, participó de la celebración del 60° aniversario del asalto castrista al cuartel de Moncada y se reunió con el líder de la revolución cubana, al que encontró “motivado”, con la “cabeza fresca” y una “memoria privilegiada”.

Manifestaciones en Cuba

Mujica fue uno de los que facilitó las cosas para que, en diciembre de 2014, Barack Obama y Raúl Castro empezaran a terminar con la guerra fría. En este contexto, el presidente estadounidense hizo una visita oficial a La Habana en marzo de 2016, con la consecuente foto de ambos mandatarios dándose la mano. 

Con la izquierda en el poder, el ida y vuelta con Cuba se intensificó. Las visitas a la isla de jerarcas se incrementaron y los planes en conjunto se ampliaron, como la Operación Milagro, cuyo convenio, firmado en 2007, estipula realizar intervenciones oftalmológicas por parte de médicos cubanos en el Hospital de Ojos José Martí. 

Hoy, con las protestas en diferentes ciudades de Cuba, divulgadas por las redes sociales –pese a las restricciones de Internet impuestas por el régimen del presidente Miguel Díaz-Canel–, el Frente Amplio se mantiene en la defensa del modelo cubano. Para la izquierda local y sus dirigentes, en especial los comunistas y tupamaros, la revolución que lleva más de 60 años no se debe tocar y tiene que continuar. 

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