PedroSánchez junto al fundador de Microsoft, Bill Gates, en el Foro de Davos.
Laura García

Laura García

Analista Financiera

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Pedro Sánchez usa el “efecto Milei” para acercar a los duros del Ibex

El presidente de España utilizó el discurso ultra liberal del argentino para hacer su propia jugada de acercamiento a las empresas.
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19 de enero de 2024 a las 14:14

Pedro Sánchez sabe cómo moverse en Davos.

Veterano del gélido enclave alpino, el presidente español volvió por quinto año contra todo pronóstico, reelegido tras un año de abismo electoral.

Cómodo en su juego, obligado a disertar justo después del extraño personaje del momento, el nuevo presidente argentino, sacó ventaja de la situación como buen político curtido que reconoce cuando se la dejan picando.

Realmente temerario, Javier Milei venía de hacer un elogio al neoliberalismo en términos radicales y absolutos.

Un mercado sin intervención alguna. Casi sin un ademán, mirando por encima de sus anteojos, infundiendo hasta un poco de miedo.

Apuesto, entrador, relajado, presentado como el reciente presidente temporario de la Unión Europea junto a algunos de sus logros, el Perro Sánchez estaba listo.

Con un discurso en inglés que tenía como ejes temas completamente alejados, se las ingenió para inyectar una y otra vez como un eficaz antídoto ideológico un mensaje que fue debilitando la retórica de Milei hasta disolverla (algunos dirían que en el ridículo).    

Los que hemos aprendido a no creer en la mano invisible de los mercados no podemos expresar ahora fe ciega en la mano invisible de la Inteligencia Artificial. La invisibilidad se aprovecha normalmente para hacer el mal. Yo confío únicamente en esas manos de carne y hueso que levantan las persianas de los negocios cada mañana, que sujetan ese libro en los colegios, que hacen la cena para su familia por la noche o que meten un voto en las urnas. A mí me importan esas manos reales y visibles”, dice Sánchez casi como quien predica.

“Las empresas son esenciales para el crecimiento y el bienestar de un país. Pero eso no ocurre en un vacío. Es el producto de un Estado de bienestar que garantiza la paz social y niveles adecuados de capital humano y prosperidad. Sin estos pilares, sus modelos de negocios colapsarían como castillos de naipes”, añade en otro momento, como a lo largo de toda su intervención.

Y para que quedara bien claro. Porque cuando te dan pie, no podés seguir de largo: “No crean en los antiguos postulados neoliberales. No crean en partidos radicales que generan polarización. El Gobierno de España es su aliado”.

 

 

Maximizar la agenda

Con 200 sesiones o paneles, más encuentros bilaterales, reuniones privadas, tiempo de pasillo, cocktails, cenas y fiestas imperdibles, cualquier asiduo de Davos (el famoso “Davos man”, hoy en crisis en un mundo que se fractura y se desglobaliza), sabe que nada se resuelve ni ninguna decisión se toma en el recóndito paraje suizo. Se trata de hacer contactos. 

Y ahí Sánchez maximiza la agenda como si se desdoblara. Aunque hay que aclarar que más allá de su conocimiento del terreno, lo gobiernan las mismas limitaciones que al resto de los mortales.

Cuando hablamos de reuniones o encuentros, en rigor de verdad, suelen ser meros contactos, con una duración preestablecida que se cumple con rigidez. Este año hubo especial foco en las tecnológicas, aunque no fue la única industria que se cortejó.

Las reuniones incluyeron a Cisco, que estableció en España el primer centro de diseño de chips de Europa, y a Intel, por ejemplo. 

En un encuentro con Siemens Energy, hablaron de la filial eólica Siemens Gamesa, referente europeo en el sector.

 Al presidente de asuntos globales de Google, se le transmitió la importancia de su aporte en la transformación digital y la ciberseguridad de España. Google inauguró además su Centro de Ingeniería de Seguridad en Málaga, el tercero en Europa, junto a Dublín y Munich. 

Sánchez también se encontró con el cofundador de Microsoft, Bill Gates, con quien renovó el compromiso de colaborar con su fundación para impulsar la transición verde y la transformación digital. También hubo un encuentro con Sanofi, farmacéutica que invierte en innovación y desarrollo.

La tradición del Ibex

Ya es cita obligada. O no tanto. Pero todos los años, Sánchez tiene por costumbre convocar a todos los líderes del Ibex 35 que están en Davos a un encuentro informal. 

Los que faltan, el clima, lo que se dice y lo que se calla, le sirven para afinar su percepción del humor de los grandes empresarios. No es que lo ignore. Pero la tensión es otra cuando están todos juntos mirándote.

Ignacio Sánchez Galán (Iberdrola), por ejemplo, muy crítico con los nuevos impuestos a las energéticas -primero temporarios, ahora permanentes, ya faltó a la cita el año pasado. 

La relación con Rafael del Pino (Ferrovial) es aún más complicada desde que decidió trasladar a Holanda la sede de la multinacional de construcción española, alimentada de contratos públicos con el Estado. 

Pero luego del discurso del presidente, ambos estaban en el hotel Kongress de Davos junto con José Manuel Entrecanales (Acciona), Hector Grisi (Banco Santander), Onur Genç y Carlos Torres Vila (BBVA), Maarten Wetselaar (Cepsa), Francisco Reynés (Naturgy), Josu Jon Imaz (Repsol), José María Álvarez-Pallete (Telefónica) y José Luis Blanco (Nordex). 

La presidenta del Banco Santander, Ana Botín, se acercó antes a saludar porque tenía un acto a la misma hora, aclaró Moncloa. "El presidente ha sido recibido entre aplausos al entrar a la sala", aseguran. 

Parece un poco exagerado. Aunque es cierto que las empresas tuvieron beneficios extraordinarios. Pero resulta demasiado. En un momento en que el mundo corporativo temía el creciente intervencionismo estatal. ¿Será el efecto Milei? 

Un buen político es muchas veces el que sabe elegir un enemigo. Un blanco que atacar.

Hacerlo, si no lo redime, al menos, asegura buenos discursos. Escúchenlo sino el año pasado.

“Muchos ciudadanos sienten que algo se ha roto y que el mundo va por un camino oscuro. No cabe duda de que Putin es el principal culpable de este terrible desvío. Atacó el orden internacional basado en normas, cuando el mundo se encontraba en un punto tan bajo, en medio de una terrible pandemia. Un acto de crueldad que solo habla de su propia debilidad”, decía.

Milei, por supuesto, sólo postulaba sus convicciones intelectuales más sinceras. Pero Sánchez supo usarlas ahora.

Y parece que lo ovacionaron en privado mientras afuera el paisaje ya era una postal congelada. 

 

 

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