Leonardo Carreño

Vuelta a la normalidad

Hay distintas sensibilidades y nada será igual de un día para otro aunque el gobierno y las autoridades médicas den luz verde total

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17 de mayo de 2020 a las 05:00

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No se alegre el lector todavía. No estamos volviendo a la vida normal tal como la teníamos antes del 13 de marzo. Aunque los resultados de los testeos son muy alentadores y demuestran que Uruguay ha logrado aplanar la curva de contagios, la normalidad no volverá de un día para otro. Será un proceso paulatino cuya longitud dependerá de factores que están fuera de nuestro control (la situación en la frontera con Brasil) y otros que sí están dentro de nuestra esfera de control como el mantenimiento del distanciamiento físico, evitar las reuniones grandes, seguir normas de higiene y otros protocolos que se ponen específicamente para cada actividad.

Y también será un proceso en el que entran en juego factores personales acerca de cuan dispuestos estamos de volver a bares, restaurantes, cines, espectáculos, gimnasios, clases, congresos, etc. Hay distintas sensibilidades y nada será igual de un día para otro aunque el gobierno y las autoridades médicas den luz verde total. Habrá gente más cautelosa y otra más audaz. Habrá actitudes para todos los gustos.

En lo que sí hemos vuelto a la normalidad es en algunas prácticas políticas y sociales, muy prevalentes antes de que llegara la pandemia y a las cuales la pandemia no parece haber afectado lo más mínimo. O sea, tienen anticuerpos al coronavirus o son inmunes a este nuevo virus.

Una muestra de ello fue lo que ocurrió el pasado jueves 14 en la manifestación de los gremios docentes frente al Parlamento contra la Ley de Urgencia. La vicepresidenta de la República, Beatriz Argimón, y el presidente de la Cámara de Representantes, Martín Lema, ofrecieron a los manifestantes que presentaran una propuesta al Parlamento, pero la respuesta fue negativa.

Inés Guimaraens
La vicepresidenta Beatriz Argimón y el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Lema

Julio Moreira, de ADES, participó de la manifestación y dijo a TV Ciudad que “este no es el momento para discutir una ley de este peso”, que incluye “modificaciones importantes en la educación, un mayor distanciamiento de la autonomía prevista por la Constitución y una lógica mercantil y privatizadora” porque “la imposibilidad de movilizarse no es democrática”.

En definitiva, seguimos viviendo la lógica de la confrontación y no la lógica del diálogo. Más allá de que haya pandemia o no, lo importante es “movilizarse”. Si los invitan a conversar, razonar o presentar propuestas, la respuesta es “NO”. Es más, en lugar de estudiar la propuesta, enseguida se la descalifica por “su lógica mercantil y privatizadora”. Un eslogan fácil de pronunciar y que no hace necesario reflexionar mucho. Triste actitud que viene de antes y que no ha cambiado con la pandemia.

Otra cosa que la pandemia no cambió es la oposición  desde dentro de la coalición de gobierno al proyecto UPM2. Los diputados de Cabildo Abierto van a fondo e interpelaran a varios ministros. Se parece mucho a la oposición del PIT-CNT en el año 2004 a las plantas de celulosa hasta que Tabaré Vázquez dio un giro y entendió que era una inversión importante para el país.

Hecho que se reforzó cuando la Argentina de los Kirchner cortó los puentes. Ahora estamos buscando el pelo al huevo. Lo único que se va a conseguir es que la inversión no se haga y que el prestigio del país como cumplidor de los contratos se vea menoscabado seriamente.

Tampoco ha cambiado con la pandemia el reparto de los cargos de los entes públicos y servicios descentralizados con más criterio político que técnico. Salvo excepciones, generalmente en las presidencias de los mismos, los demás cargos se ofrecen como premio consuelo. Pero la necesaria profesionalización de los directorios, imprescindible para fortalecer las empresas del estado, si esa es la voluntad de la opinión pública, sigue estando en el debe. Incluso se registra en esta oportunidad el caso de un dirigente, cuyo nombre y partido no interesa revelar aquí que ha sido director de tres empresas estatales. Debe ser un especialista en varias áreas para trabajar en tantos temas distintos o un fenómeno del management en general para poder dar su consejo en tantos boards. Y seguro que hay muchos casos más que tuvieron lugar antes.

Lo que se ve es que la gobernanza de las empresas públicas sigue siendo un problema grande, al cual nadie se atreve ponerle el cascabel. OPP hace lo que puede en materia tarifaria y presupuestal pero aún estamos a la deriva y los criterios políticos siguen gobernando la toma de decisiones. Y lo único que se puede hacer es lograr que los equipos gerenciales sean fuertes y eficientes y logren proyectar las empresas.

En suma, poco o nada se ha aprendido por la pandemia. Es verdad que estamos mejor que después del Pacto del Chinchulín cuando se consagró el reparto del 3 y 2. Pero sigue habiendo reparto por cuota aunque mitigada. Queda aún mucho camino por andar. La vieja normalidad en estas materias debería “quedarse en casa” para siempre.

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