Yamandú Orsi: “Me preocupa que todo se centralice entre FA versus Partido Nacional”

El intendente de Canelones, Yamandú Orsi, sabe de su proyección y reconoce su aspiración a “llegar a lo máximo en la actividad política”. Desde su despacho en el segundo piso de la sede comunal canaria, el jerarca mantuvo con El Observador una extensa entrevista.

En un diálogo de más de una hora, con el sonido de fondo de la actividad diaria en la plaza central de Canelones, Orsi reconoció los debes de su segundo mandato en la comuna, admitió las pocas consecuencias por el impago de contribución inmobiliaria, se diferenció de los perfiles profesionales de Daniel Martínez y Carolina Cosse y aventuró el futuro político que le espera a la coalición de gobierno. 

Estuvo en Argentina la semana pasada. Se juntó con Fernando Straface, secretario general de Horacio Rodríguez Larreta en Buenos Aires, y  con el presidente Alberto Fernández. ¿A qué apuntaron esas instancias?
La idea es generar siempre vínculos y, en tiempos donde la integración hace ruido, contribuir con la señal de acercamiento permanente. Más allá de los colores o de los partidos que gobiernen en cada estrato. 

¿Alberto Fernández le dio algún mensaje?
Hablamos mucho del mundo. Él integra el G20, estás hablando con alguien que se mueve en otra liga. La pandemia fue gran parte de la conversación. La oportunidad de conversar con alguien que lo hace con Merkel o Biden. Estuvimos hablando mucho de la proyección de Lula y de Pepe. La cercanía afectiva con Pepe es clave en la relación con Alberto Fernández. Mi cercanía  hacia la figura de Mujica hace que se me abran puertas para conversar de la realidad.

¿Cómo evalúa la gestión de su segundo mandato?
Voy a tener que esperar a enero para ver todo lo que pasó. Llegamos con objetivos cumplidos, en lo que tiene que ver con ejecución de las obras, presupuestos y fondos de OPP. Otros elementos sería muy temprano aventurar una conclusión. El año anterior fueron $ 60 millones de apoyo a las ollas, y este año andamos ahí. Aquello que era excepcional hay que ver si sigue siéndolo, porque si se termina instalando pasa a ser una norma. Cortar, sabés que no. La gente tiene necesidad, tenés que atenderlo. 

La primera gestión de Marcos Carámbula fue para sanear las deudas de la administración de Tabaré Hackembruch; en tu primer período fue hacer obra; ahora eso parece más quieto. ¿Cambió el foco?
Hay muchas precisiones. Por poner una cifra, este año se hicieron 17 kilómetros de pavimentación en Ciudad de la Costa, se mantuvo caminería rural en 1.100 kilómetros, en tosca urbana 3.100. Lo que no tenemos, y es un dato importante, son los fondos extraordinarios de los créditos votados por la junta. Lo que en su momento el gobierno nacional resolvió con el Congreso de Intendentes, un Fondo Metropolitano ante la inequidad en Montevideo y Canelones, este gobierno lo saca. Yo creo que se equivocan, y ahí también son recursos que ya no están. El nivel de inversión en obras, ¡ah sí!, hay circunstancias que hacen distinta a la realidad. 

¿Cuál identifica como buque insignia de la gestión? Las obras son cartas de presentación.
La obra es la que no podés dejar de hacer, el ABC famoso: alumbrado, manejo de basura y calles. 

Pero como usted dice, eso es silencioso. No vende. 
A la larga, cuando pasás raya, la gente te hace así (levanta el pulgar) o así (lo baja) por eso. Cuando le preguntás a la gente qué es lo que más le reconoce al gobierno departamental: el arreglo de las calles. Si no hacés el carnaval, te matan. Ahora, en la espontaneidad te dicen alumbrado, calles y basura –aunque una vez que funciona ya no te lo instalan, salvo que haya algún problema–. Luzca o no luzca, no podés dejarlo de hacer. 

Canelones tiene 42% de morosidad en contribución y 34% en patentes...
Es bastante menos, pero buena parte de la morosidad que está ahí son autos que ya no existen. En contribución andamos en el 40%, no trepó tanto como suponíamos.

Después de tres gobiernos en el departamento, ¿no le parece un debe el nivel de morosidad?
Bajamos de un 60% a un 30%, pero claro que es un debe.

¿Por qué no se puede lograr bajar más?
Hicimos un fideicomiso en su momento con Afisa para los deudores más importantes. Tuvo un éxito relativo. Llovían propuestas de buffets de abogados para hacerse cargo de la cartera de morosos. Hay todo un tema con la titularidad de los predios, sucesiones, viejas sociedades anónimas que desaparecieron, irregularidad en la titulación. La morosidad más grande no está en la costa. Eso está en el resto del departamento.

¿Se erró en la política de control?
Es simple. Tenés cosas para resolver en tu familia, pagás la UTE, la OSE, el estudio de los hijos y lo último es la contribución. Porque la consecuencia de eso no existe. Lo que hicimos al principio de la gestión fue instalar en tribunal de revisión tributaria, miles y miles de casos de gente que por bajos recursos, suelos inundables o contaminación, se les exonera. 

¿La intendencia no tendría que ejercer más contralor, teniendo en cuenta que es injusto con los que sí pagan?
Pasar, pasa. No hemos dejado a nadie sin casa, pero sin dudas hay que apretar más. Tenés razón. No hemos encontrado el mecanismo más claro. Igual hay pendientes de ejecución deudas grandes. Desde que entramos acá la amnistía es mala palabra. El hecho de que no haya medidas coercitivas hace que la contribución en todo el país sea lo último en pagar. 

¿Perder la casa no es una opción?
¿Cuánta gente pierde la casa por la contribución?

Hubo molestias en el Partido Comunista por la filtración del cese de Germán Casaravilla. Quieren llevarlo al Tribunal de Conducta Política. Teniendo en cuenta esto, ¿lo hubiera manejado de otra manera?
Cuando considero que algo no está bien, tengo que cortarlo. Hay un tema con el deber ser en la administración pública con lo que hay que ser muy cuidadoso. 

¿Influyó la presión de la opinión pública en torno a la deuda de Andrade en la decisión?
Para nada. No puedo titubear. No tiene que ver con la calidad del compañero que esté. Evidentemente hubo una notoriedad pública que hizo que todo el mundo se quisiera apurar para resolver, y hay que ser muy cuidadoso. 

Fernando Pereira será el nuevo presidente del FA. ¿Tiene lugar como candidato a 2024?
Él dijo que no. Habrá que ver. Tener a Fernando como presidente de la fuerza política, después de haber tenido la autocrítica, nos da una potencia. Es un lujo que nos estamos dando, con la inclinación al diálogo permanente que él tiene. Mejor no nos puede venir. 

¿Tiene proyección nacional?
Tiene una responsabilidad gigantesca para la fuerza más grande de este país. Líber Seregni, Tabaré Vázquez. Después cuando entramos en el gobierno le restamos importancia, a tal punto que el primer presidente de la fuerza política estando en nuestro gobierno era a la vez ministro. Es un disparate que cometimos. Andá a Europa: para los que dirigen los partidos históricos, es una responsabilidad maravillosa. A mí me encantaría. Fernando es una figura de mucho peso y trayectoria. Y además es un hombre de fe.

Le encantaría ser presidente del FA pero usted va por otro camino...
 Ser presidente del Frente Amplio es un lugar maravilloso. La responsabilidad que Pereira tiene ahora es bastante más importante de la que suponemos todos. Y más con las ganas con las que él viene. No viene a administrar las tensiones del FA. Capaz que antes la tarea principal era articular el gobierno con la fuerza política, pero ahora el peso está en otro lado. Hay gente ideal para varias cosas. Algunos tienen perfil de legislador. Otros, ejecutivo.

¿El suyo es ejecutivo?
 Yo vengo de eso, estoy en eso y me gusta. Pero tejer una coalición de izquierda y lograr conducir el barco no es fácil. Deberíamos darle mucho más importancia de la que le hemos dado. 
 
¿Cómo le sentaría un rol legislativo, como el de un vicepresidente?
 Me gusta asumir responsabilidades y un cargo de ese nivel es un orgullo. Es increíble lo que implica y a veces no lo valoramos. Manejar y dirigir la suerte de una institución que tiene en su jurisdicción a 600 mil habitantes como Canelones. Cuando te imaginás diputado o senador debería ser de una consideración bastante mayor de la que es hoy. Es un privilegio que la democracia te otorga. 
 
Tiene aspiraciones ejecutivas. Ir segundo en una fórmula o entrar en el Parlamento, ¿no sería resignar?
Por supuesto que yo aspiro a llegar a lo máximo en la actividad política y en la posibilidad de dirigir los destinos de un país. Pero tenemos que ser respetuosos de lo que implica cada responsabilidad. Un intendente, un alcalde, un diputado... son elegidos por la gente. Hay una diferencia gigantesca con el cargo de un ministro, en el que sos designado. Quizás ya estamos acostumbrados a la democracia, pero si llevamos esta reflexión al año 84 o 85 esto tenía otro sentido y valor. Llegado el momento tomaré decisiones y no voy a rehuirle a la discusión. Pero Decir que ser vicepresidente sería resignarse es una falta de respeto al sistema o un exceso de vanidad.
 
¿Lacalle eligió rival al acercarse más a Cosse?
 No sé. Hay que preguntárselo a él.

¿Cómo ve esa relación?
 Normal. Como debe existir entre un presidente de la República y un intendente de Montevideo.
 
Parece más cercana que la que tiene con usted.
Puede ser. Ahí también operan cuestiones personales. No sé si todo pasa por decisiones políticas, pero no soy quién para valorarlo.
 
Cosse y usted tienen perfiles de liderazgo diferentes. ¿Dónde ve esas diferencias de manera más notoria?
No estoy en condiciones de evaluarlo. Somos distintos, pero prefiero que comparen otros. Tenemos formaciones distintas hasta del punto de vista profesional: yo reconozco en Cosse o en Daniel Martínez un perfil de ingeniero. Son muy prácticos y llegan a ciertos resultados. Con un médico por ejemplo, como Marcos Carámbula, no es así. Hasta el manejo de los tiempos es distinto. Yo tengo una debilidad: como docente trato de explicar todo. Si me hacen una pregunta, trato de que me entiendas, como lo haría con un alumno. Alguien formado en ciencias duras no es así.
 
¿Son más verticales?
 Son más directos. Y no es más o menos humano. Yo hablo y explico, y hay gente que me dice que yo no estoy en una clase. 
 
¿Va a ser el sucesor de Mujica en el MPP?
 No me imagino. Hay compañeros mucho mejor posicionados.

Fernando Pereira dice que la coalición “no ha dado pie en bola” en liderazgos que amplíen su espectro. ¿Cómo ve estos cuadros?
¿Sabés lo que pasa? Visualizo que la generación de cuadros es solo en el Partido Nacional.
 
¿Pedro Bordaberry?
 No es un nuevo cuadro ni es ninguna novedad. Pero sí muchos intendentes que llegaron habiendo sido en su momento militantes que pugnaron en las internas de jóvenes del Partido Nacional. En el resto, no. El Partido Colorado es el ejemplo más típico. En la coalición, el Partido Nacional se comió al resto. 

¿Álvaro Delgado es un cuadro?
Es uno de ellos. Es de una generación anterior a todos estos nuevos, pero sin duda Álvaro va a ser un referente. No sé si de la coalición, pero sí del Partido Nacional. No lo ves en el Partido Colorado y, la figura excluyente de Cabildo, Manini, hace muy difícil la aparición de cuadros.

Hay entusiasmo entre colorados de que vuelva Bordaberry. ¿Cree que sería bueno?
Si hacerle bien significa “votos”, tengo mis dudas, porque compiten por un electorado similar. Si significa el aporte de alguien que tiene experiencia parlamentaria, le hace bien al sistema. Ojalá hubiera referentes que hicieran crecer al Partido Colorado. Estoy convencido que debilitado no le hace bien al sistema. Yo quiero a los partidos históricos y a los más nuevos. Un esquema binario me preocupa. Mucho.

¿El crecimiento de Cabildo Abierto también lo quiere?
Creo que no está mal ni bien, es un hecho de la realidad. A mí lo que me preocupa es que termine todo centralizado entre Frente Amplio versus Partido Nacional, que es hacia donde vamos.

No coalición, sino blancos. 
La coalición es un partido que dirige, los otros que lo siguen. 

Cabildo Abierto marca agenda.
Sí. Hay unos matices interesantes, pero la realidad muestra hasta ahora una unidad.

¿El FA está en condiciones de hablarle a wilsonistas y batllistas?
El FA tiene la obligación de hablarle a todo el país. Evidentemente ese mundo, esa estructura, esa forma de pensar, es la que más se acerca, que es la que tiene que ver con el centro ideológico. Yo creo que si vos rascás al FA, tiene un componente batllista, de la concepción del Estado. Y después está aquello de sus componentes nacionalistas. El Frente nace de eso, de lo que se cae de los partidos tradicionales y forman una cosa distinta. Ya hoy tiene otro vuelo, pero el FA siempre tiene que dialogar con ese país.

¿La tiene más fácil hoy?
No es tan simple. En el ciudadano operan cuestiones mucho más pragmáticas. El centro no siempre es lo ideológico. Tiene que ver con el que se vincula con la política de otra forma. Lo tenemos que aprender. Es lo que hace que hoy te voten en lo nacional, pero que jamás te voten en lo departamental, o viceversa. ¿Blanco o frentista? Hoy te votan a tí, mañana a aquel, o para un mismo período electoral votan para un municipio. Por eso quiero el voto cruzado en el municipio. La gente no es la ideal que uno imagina, leyendo todas las columnas de los editoriales. Es la que piensa si al otro día tiene plata para el boleto, o qué hace con los gurises, con quién los deja. Mucha gente está pensando más en ir a la iglesia que ver qué hace en el referéndum.