Camilo dos Santos

Zuasnabar: Lacalle Pou "sorprendió" a muchos que "no confiaban en sus competencias"

El director de Equipos dijo que “es difícil de anticipar” cuándo termina la luna de miel del gobierno, y le bajó el perfil a las diferencias entre socios de la coalición

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28 de febrero de 2021 a las 05:00

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Por Diego Cayota y Martín Tocar

La pandemia lo cambió todo. Los planes, las prioridades, las preocupaciones. Y en Uruguay, además, encontró a un gobierno con caras nuevas después de 15 años de elencos frenteamplistas, y un tablero político que ya estaba procesando cambios importantes. ¿Qué queda al pasar raya al primer año? Ignacio Zuasnabar, director de Equipos Consultores, da algunas pautas en entrevista con El Observador.

¿Qué resumen hace de este primer año de gobierno? 

Es un año de cambio. A veces con la pandemia tendemos a centrar los análisis desde ahí y obviamente es central, pero hubo un cambio de ciclo político: el fin del largo ciclo del Frente Amplio y el inicio de un gobierno de una coalición multicolor liderada por el Partido Nacional, que responde a un largo proceso de cambio en el electorado uruguayo. Fue a ese escenario político que se añadió el de la pandemia: un gobierno entrante, con una gran parte de su elenco político nuevo, se enfrentó a las dos semanas con una de las situaciones más complejas que le ha tocado vivir a la humanidad en las últimas décadas. Eso generaba un montón de incertidumbre

¿Cómo influyó la pandemia a la hora de evaluar al gobierno?

La pandemia generó un cambio radical e inmediato en las prioridades del público. Las prioridades venían relativamente estables en la última década y en un instante, a los 13 días, cambiaron. La pandemia pasó a ser la prioridad número uno. Eso le generó al gobierno una enorme presión y también una oportunidad. Es un eje de evaluación del gobierno que no estaba incorporado a ninguna planificación, y a ojo de los ciudadanos el gobierno lo hizo muy bien y fue una oportunidad bien aprovechada. Es cierto que en casos de crisis extremas y gran nivel de incertidumbre, se suele generar un efecto de alinearse detrás del gobierno. Ese efecto posiblemente ayudó, pero eso dura un tiempo hasta que las emociones se calman. Hoy por hoy, más allá de un moderado deterioro en los últimos meses, está claro que el gobierno cuenta con un nivel de apoyo de la opinión pública importante y con un nivel de apoyo extraordinario, en el sentido literal de la palabra, a su manejo de la pandemia.

"La mayoría de los uruguayos siente que los factores que explican el incremento de casos tienen más que ver con el no cumplimiento social de ciertas normas que con las cosas que hizo o dejó de hacer el gobierno"

Los sucesos de los últimos meses, con el aumento de casos y la negociación de las vacunas, ¿eso se notó en la evaluación?

Se notó poco. En algún sentido menos de lo esperado. Cuando se da el fuerte aumento de casos en noviembre y diciembre, uno de los escenarios posibles era que los uruguayos terminaran responsabilizando al gobierno por inacción o por medidas inadecuadas, pero eso no ocurrió. La mayoría de los uruguayos siente que los factores que explican el incremento de casos tienen más que ver con el no cumplimiento social de ciertas normas que con las cosas que hizo o dejó de hacer el gobierno. Con el tema de la vacuna es más ambivalente la información porque hay una coincidencia temporal. Hay una pequeña caída de la aprobación del gobierno justo cuando aparecen acusaciones de distintos actores sobre la gestión de las vacunas, pero no podemos hacer atribución causal sobre el tema. Es posible que una parte del electorado frenteamplista haya modificado su opinión sobre el gobierno en los últimos meses como consecuencia del manejo de la pandemia. Igual tiendo a pensar que el factor principal no tienen tanto que ver con el manejo sanitario sino con otro tipo de elementos.

¿Con lo económico?

Ese es el discurso central del Frente Amplio como oposición. Esta semana quedó claro y bastante explícito en el Parlamento, con el reclamo de que se podría haber hecho más. Eso no es lo que cree la mayor parte de la población, pero los frenteamplistas están siendo más sensibles a esta idea. La mayor parte de la opinión pública cree que el gobierno está haciendo las cosas bien.

¿Hay algún punto, algún área de la gestión, de mayor debilidad en el gobierno?

No, hay puntos en los que mide mejor que otros. El gobierno tuvo la gran virtud de que puntuó muy alto en el tema que a la gente más le importaba, que era la pandemia. Y también tiene como punto fuerte que en su primer año de gestión termina cumpliendo con una parte central de su mandato, que tenía que ver con un giro en las políticas de seguridad. Eso la opinión pública lo está reconociendo. Es difícil evaluar el fondo del problema, pero lo que la gente está viendo es un cambio.

¿Entonces no hay ningún punto que los votantes de la coalición entiendan que no se está cumpliendo? 

El presidente y el gobierno terminaron, por su gestión de los primeros meses de la pandemia, generando una imagen muy potente, sólida. Cuando los actores políticos logran generar ese tipo de imágenes, la propia imagen termina haciendo de escudo para las críticas. Hoy estamos viendo que los votantes de los partidos de la coalición están fuertemente alineados con las decisiones que ha tomado el gobierno. Eventualmente podría haber algunos matices pero no termina pesando a la hora de la evaluación general. Algunos votantes de la coalición, y eventualmente sus líderes, sienten que en algunas áreas de gestión económica el gobierno podría hacer más. Pero a la hora de pasar raya, a diferencia de los votantes del FA donde hay opiniones divididas, entre los votantes de la coalición sigue habiendo un alineamiento con el gobierno.

"El presidente y el gobierno terminaron, por su gestión de los primeros meses de la pandemia, generando una imagen muy potente, sólida. Cuando los actores políticos logran generar ese tipo de imágenes, la propia imagen termina haciendo de escudo para las críticas". 

¿Qué hay detrás del fenómeno Luis Lacalle Pou como líder de gran apoyo popular?

La construcción de liderazgo de Lacalle Pou es una construcción de largo plazo. A lo largo de toda su trayectoria política recogió una opinión muy dividida sobre su figura. Incluso, la mayor parte del tiempo con más resistencia y un saldo negativo. Ni siquiera generaba un consenso dentro del Partido Nacional. Eso cambió cuando ganó la elección. Siempre ocurre en la opinión pública que hay una especie de premio al ganador, y eso impulsó la imagen de Lacalle Pou después de noviembre. Pero su manejo en los meses iniciales de la pandemia generó un booster adicional en su imagen. Yo creo que lo que ocurrió ahí fue un factor sorpresa. Creo que Lacalle Pou terminó sorprendiendo a uruguayos que no lo votaron y a algunos que lo votaron en segunda vuelta pero que no necesariamente confiaban en sus competencias para ser presidente, y terminó mostrando que tenía esas competencias.

¿Eso ayudó a que se extendiera la denominada luna de miel?

Sí, sin duda. La luna de miel fue más profunda por ese efecto y fue más sostenida en el tiempo por el manejo de la pandemia.

Ahora con el leve deterioro en la aprobación, ¿se puede plantear que estamos llegando a un final de esa luna de miel?

Es difícil de anticipar, más en este contexto de incertidumbre. La pandemia no fue la principal preocupación de los uruguayos durante todo el 2020. Había caído sobre mitad de año y vuelve a aparecer con fuerza sobre principios de este año. La inseguridad, que era el principal problema hasta febrero de 2020, hoy está en el cuarto lugar. Todos los meses cambia. El 2020 fue un electrocardiograma en términos de prioridades. El mantenimiento o no de los altos niveles de aprobación depende en gran medida de la capacidad del gobierno de sintonizar con estas prioridades y responder adecuadamente.  

¿Qué debería ocurrir para decir que se termina la luna de miel? 

En primera instancia, el gobierno debería perder el apoyo de quienes no lo votaron. Este proceso pareció darse en los últimos tres o cuatro meses pero no totalmente. Todavía hay una parte de los votantes del FA que continúa apoyando la gestión del gobierno. Y debería darse una evaluación negativa entre aquellos que lo votaron, empezando por la segunda vuelta, y eventualmente por alguno de la primera vuelta.

Y eso hoy no se está dando. 

No, por ahora no. Se está insinuando una caída moderada. Hasta ahora, si bien hubo incidentes o diferencias entre los miembros de la coalición, algunas notorias y de alta intensidad como la salida del canciller Ernesto Talvi o el debate explícito con el senador Guido Manini Ríos, no parece que estos hechos hayan afectado la visión que esos electores tienen del gobierno. 

Camilo dos Santos
"Una imagen presidencial sólida es un factor de cohesión", dice el sociólogo Ignacio Zuasnabar

Hablaba de lo económico y cómo el FA tiene el foco ahí. ¿Cuánto puede pesar ese factor en la evaluación del gobierno? 

Eso va a pesar mucho. Eso va a pesar mucho. Efectivamente es uno de los grandes desafíos que tiene el gobierno. En materia económica es sabido que las demandas siempre suelen ser mucho más fuertes que la capacidad que tienen los gobiernos de satisfacerlas. Ahí el gran desafío para el gobierno es generar el mayor impacto positivo o generar en su electorado la idea de que las circunstancias han sido tan difíciles que quizás era imposible evitar algún grado de problemas. 
 
¿Qué impacto tienen los reclamos económicos de los propios socios de la coalición? 

Creo que los reclamos desde dentro de la coalición fueron reclamos de baja intensidad. Nadie hizo cuestión de Estado con esto, y el presidente incluso dijo que son propuestas de sentido común. Los veo como perfilamientos legítimos y naturales, pero no los veo como conflictivos políticamente o un conflicto inminente dentro de la coalición de gobierno.

¿Puede ser un primer paso que se da en ese sentido?

No lo sabemos. Ha habido sucesos. El voto de Cabildo Abierto a la ley forestal junto con el FA, la salida del canciller. Es una coalición de cinco partidos que tiene sus diferencias. Si bien otro de los efectos que tuvo la pandemia fue darle mayor cohesión a esta coalición, tampoco sabemos cuánto va a durar esto. Hasta ahora no hemos visto nada, más allá de la salida del canciller, que uno diga que es una sorpresa.

"A lo largo de toda su trayectoria política, Lacalle Pou recogió una opinión muy dividida sobre su figura. Incluso, la mayor parte del tiempo con más resistencia y un saldo negativo. Siempre ocurre en la opinión pública que hay una especie de premio al ganador, y eso impulsó la imagen de Lacalle Pou después de noviembre. Pero su manejo en los meses iniciales de la pandemia generó un booster adicional en su imagen. Yo creo que lo que ocurrió ahí fue un factor sorpresa. Creo que Lacalle Pou terminó sorprendiendo a uruguayos que no lo votaron y a algunos que lo votaron en segunda vuelta pero que no necesariamente confiaban en sus competencias para ser presidente, y terminó mostrando que tenía esas competencias".

Había mucha expectativa de cómo se iba a administrar la coalición. ¿Qué evaluación hace de la coordinación en este año? 

Creo que ha tenido momentos trabajosos, pero si uno hace el balance estas rispideces no generaron cosas demasiado fuertes. La coalición aprueba su principal objetivo que era la Ley de Urgente Consideración (LUC), sin mayor ruido, y lo mismo con el Presupuesto. La coalición cumplió sus dos grandes objetivos del 2020. Sobre fin de año empiezan a aparecer voces más explícitas de socios reclamando ámbitos de coordinación. No creo que una mesa de negociación entre todos necesariamente sea el único formato en el cual la coalición puede trabajar bien. La prueba es lo que pasó en 2020.

¿Ve una fuerte impronta presidencialista? 

Sin duda. Y hay una impronta fuerte de liderazgo del Partido Nacional. Si uno mira en términos cuantitativos, el Partido Nacional es más que los otros cuatro partidos de la coalición sumados. Hay también cierta legitimidad. Esto no puede llevar al Partido Nacional a desconocer que sin los otros partidos no hay coalición. Por otra parte, cuando los presidentes tienen imágenes sólidas, eso es un factor positivo para los gobiernos. Hasta los socios de una coalición, como el resto del elenco político, se paran distinto cuando saben que están frente a un presidente con legitimidad. Una imagen presidencial sólida es un factor mancomunante, de cohesión. Pero para que el presidente mantenga una imagen sólida no puede pelearse mucho con sus socios. Si Lacalle Pou se dedica sistemáticamente a eso se va a quedar sin coalición y se va a transformar en un presidente débil. De hecho, parte de la construcción del liderazgo de Lacalle Pou tiene que ver con la capacidad que tuvo de liderar esta coalición. Si mañana eso se desintegra, será parte de su fracaso. 

Además de la coalición, una novedad en este año era la presencia de Cabildo Abierto en el sistema político, tanto en el Parlamento como en cargos de gobierno. ¿Cómo evalúa su desempeño en este primer año? 

Una parte de la opinión pública estaba muy temerosa de la inclusión de Cabildo Abierto como nuevo actor político, pero al final del día ha tenido una integración razonable al sistema. En este primer año no se ha visto, más allá del incidente curioso de la ley forestal, un comportamiento de Cabildo díscolo respecto al sistema. Es parte del sistema. Las cosas que a mí me preocupan de verdad es cuando hay gente que quiere incidir por fuera de la dinámica del sistema y la representación ciudadana.  

Camilo dos Santos
Zuasnabar opina que las diferencias dentro de la coalición han sido de "baja intensidad" y no las ve como "conflictivos políticamente"

¿Cómo ha visto la actuación del Frente Amplio en su retorno a la oposición?

El Frente Amplio tuvo un año duro porque sintió de manera fuerte la pérdida de poder. Le costó más de lo que yo me imaginaba adaptarse a ese escenario, creo que porque también lo afectó lo inesperado del surgimiento de la pandemia y la respuesta del gobierno. Ese doble factor lo desacomodó en su tarea de oposición y le está costando mucho entender cómo posicionarse en la cancha. A su vez es difícil hablar de un solo Frente Amplio; hay distintos actores que asumieron distintas formas de pararse en la cancha, a veces con cierto nivel de coordinación y a veces no. Le costó encontrar el contenido y el tono para posicionarse frente al gobierno, así como los tiempos adecuados. Muchas críticas parecieron fuera de tiempo. Dicho todo eso, el Frente Amplio sigue siendo el principal partido político del sistema uruguayo. Tuvo una derrota electoral, está en un proceso de recambio, y no ha encontrado un tono adecuado, pero no es que sea un partido que está en el piso, ni mucho menos. Al final del día el que salva el examen en este primer año de tantos cambios es todo el Uruguay. Por supuesto que el gobierno tiene un rol destacado pero también es cierto que en Uruguay no ha habido, violencia o incitación a generar desestabilización. Eso es mérito de todo el sistema y el FA tiene que ver en su parte. Puede gustar más o gustar menos, pero ha ejercido una oposición leal. 

¿Qué le falta al FA para encontrarse? ¿Es un tema de liderazgos, de estructura?

No tengo la receta, pero creo que lo principal que le falta al Frente Amplio es tiempo. La derrota electoral es reciente, la muerte de Tabaré Vázquez también, los otros líderes históricos, José Mujica y Danilo Astori, han pasado a roles más secundarios que los que tenían y hay un proceso de recambio que no se apura. Los líderes emergentes del Frente Amplio tendrán que hacer su proceso. Lo decisivo está en encontrar canales de representación de intereses y sensibilidades sociales. En un momento, allá por los 80’ y 90’, la sensibilidad social predominante fue captada progresivamente por el FA, hasta que fue evidente que iba a ganar la elección en 2004. En ese momento era fácil visualizar que el FA iba a tener un clima de opinión pública favorable durante mucho tiempo, porque había logrado captar y representar la sensibilidad social mayoritaria. En este último tiempo algunas áreas de la sensibilidad social fueron mejor captadas por la coalición multicolor, y el Frente las perdió. Algunos cambios no los supo ver a tiempo o no supo generar respuestas adecuadas, pero ese es el desafío. El electorado uruguayo actual no es el de 2004 y eso va a generar discusiones internas en el FA. Hay distintas visiones internas en algunos temas, incluyendo algunos espinosos como el de la situación en Venezuela. Ese fue un parteaguas muy fuerte en el FA y lo seguirá siendo. Ahí la sensibilidad uruguaya es muy mayoritaria en cuanto a que en Venezuela existe un régimen dictatorial. 

Sanguinetti llegó a decir que el ballotage era entre los que creían que Venezuela era una dictadura y los que decían que no. ¿Sigue siendo un tema que tiene impacto en la gente?

Esa fue probablemente una estrategia inteligente de Sanguinetti. Hoy una gran mayoría de los uruguayos cree que Venezuela es una dictadura y no todo el Frente se para en esa posición. Ahí hay cuestiones de valores, rupturas o procesos de distanciamiento valórico. La gestión es más efímera, volátil y coyuntural. Por supuesto que el FA enfrentó desgastes de gestión, eso pasa, y no es tan difícil de arreglar si tenés buenas propuestas. Hay otras cosas que refieren a tus valores de fondo: ahí aparece el tema Venezuela, el manejo de temas éticos, que generaron rupturas emocionales con una parte del electorado, que a mi juicio son más problemáticas que las cuestiones puramente de gestión. 

¿Son más difíciles de recuperar?

Llevan más trabajo recuperarlas. Las cuestiones de gestión, si hiciste algo mal y sufriste desgaste, mañana el desgaste le va a tocar a otro. Las cuestiones valóricas son más complejas. En términos de captar la sensibilidad del público, son tareas de mediano plazo. 

"Creo que lo principal que le falta al Frente Amplio es tiempo. Le costó más de lo que yo me imaginaba adaptarse a este escenario, creo que porque también lo afectó lo inesperado del surgimiento de la pandemia y la respuesta del gobierno. Ese doble factor lo desacomodó en su tarea de oposición y le está costando mucho entender cómo posicionarse en la cancha". 

En esa búsqueda de conectar con distintas sensibilidades, ahora está el referéndum contra ciertos artículos de la LUC. ¿Cuáles son las chances del Frente Amplio en esa iniciativa?

Desde el punto de vista del debate público y del interés de la opinión pública, la LUC el año pasado pasó casi debajo del radar. La atención del público estaba en otro lado. El FA, si quiere ser exitoso en el proceso de recolección de firmas, va a tener que hacer una tarea de convencimiento de los uruguayos de por qué esa ley es negativa para la sociedad.  

¿Tiene que cambiar la visión que hay sobre la ley?

Sí. La opinión pública tiene dirección e intensidad. Dirección es “me gusta” o “no me gusta”. La intensidad es el eje “mucho” o “poco”. Lo que lleva a la acción, en este caso a la firma o un voto, no es solo la dirección sino la intensidad. Entonces el FA tiene que convencer que la LUC es negativa, y ese convencimiento tiene que ser suficientemente intenso como para que además estimule al ciudadano a tomar una acción en su contra. Por supuesto es una tarea desafiante, sin lugar a dudas.

¿Implica también un riesgo para el Frente Amplio en caso de no llegar o ser derrotado? ¿Se puede convertir en un plebiscito a la gestión de gobierno?

Si el FA pone esto en términos de plebiscito a la gestión, y cuando llegue ese momento el gobierno tiene malos niveles de apoyo, quizá pueda hacer buen negocio. En el medio, quizá es parte de lo que decía antes: acercarse a la gente, tratar de convencer. No sé si va a permitir llegar a las firmas o no, pero es una oportunidad para explicitar tu punto de vista con un montón de gente. Capaz en un momento eso termina capitalizándose. Con respecto a si enfrenta determinados riesgos, creo que no debería. En Uruguay este ejercicio de juntar firmas contra leyes se ha hecho muchas veces, en casos fue exitoso, en otros no. 

Pensando hacia 2024, ¿qué niveles de simpatía están teniendo otras figuras del elenco de gobierno, más allá de Lacalle Pou?

La pandemia no generó un booster solo para el presidente; también lo hizo para muchos otros actores políticos. Algunos de los viejos y otros de los nuevos, que terminan muy rápidamente con una imagen pública muy fortalecida. La espalda política del elenco de gobierno mejoró sustantivamente por la gestión de la pandemia. En el Partido Nacional y el Partido Colorado hay tierra fértil para nuevas figuras. Cuáles de los potenciales candidatos podrán transformarse en líderes y ser exitosos y cuáles no, es la misma pregunta que tiene el FA para adelante. Así que desde el punto de vista de la renovación del menú de candidaturas para 2024, es cierto que el FA tiene tareas para adelante, pero también lo tienen los partidos del oficialismo.

"Desde el punto de vista del debate público y del interés de la opinión pública, la LUC el año pasado pasó casi debajo del radar. La atención del público estaba en otro lado. El FA tiene que convencer que la LUC es negativa, y ese convencimiento tiene que ser suficientemente intenso como para que además estimule al ciudadano a tomar una acción en su contra".

Entre esas figuras que aparecen en el Partido Nacional y el Partido Colorado, ¿hay alguno que lleve ventaja?

Son poco significativas a esta altura. Hay casos que han tenido mucha exposición hasta ahora, como el secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, o el ministro del interior, Jorge Larrañaga, que tiene un reconocimiento muy importante. Así como Lacalle Pou está en el mejor momento de imagen de toda su carrera política, Larrañaga también. También hay figuras con mayor o menor protagonismo y con posibles aspiraciones presidenciales, como Javier García o Martín Lema, hasta la vicepresidenta Beatriz Argimón. Los desarrollos de carreras políticas tienen tiempo. Alguien que tiene hoy mejor imagen que el resto no necesariamente (corre con ventaja). El Frente Amplio tiene en las intendencias de Montevideo y Canelones, con Carolina Cosse y Yamandú Orsi, dos potenciales candidatos con espacios para desarrollar liderazgos. Lo mismo con el trabajo parlamentario de Mario Bergara u Óscar Andrade, y no creo que el menú de posibles candidatos del FA se agote en estos nombres.

Hablaba de la gestión como booster de conocimiento e imagen. ¿Sucedió algo así con Cosse en estos meses?

Sí, claro. En los meses posteriores a la elección, sucedió con Cosse lo que está escrito en el manual: el premio al ganador. La imagen de Cosse posterior al triunfo es bastante mejor que la que tuvo durante toda la campaña. Y la aprobación de gestión también está en un período de luna de miel, con niveles similares a los que tiene el presidente. Tiene un nivel de aprobación altísimo dentro del FA, que venía de triple candidatura, y en donde el alineamiento no necesariamente era esperable. No había ocurrido en gestiones anteriores –en la de Daniel Martínez parcialmente– que los frenteamplistas se alinearan fuertemente con su intendente. ¿Cuánto de esto se explica por el cambio de contexto y el hecho de que el FA no es gobierno nacional, y que los frenteamplistas empiezan a mirar con más cariño los gobiernos departamentales? Es una hipótesis posible, pero también se explica por las propias cualidades de liderazgo que Cosse mostró. 

Oferta para presidir la Corte Electoral

A fines del año pasado los partidos políticos le ofrecieron presidir la Corte Electoral. Hace unas semanas rechazó la propuesta. ¿Por qué?
Todo lo que voy a decir con respecto a esto es que solo el hecho de que se haya manejado mi nombre para un cargo tan relevante como la Corte Electoral es una enorme satisfacción. Lo sentí realmente como un honor muy grande. Implica además el apoyo de todos los partidos políticos y eso tiene un valor especial. Además, considero que la Corte Electoral es una de las instituciones claves para la democracia. La confianza en la Corte Electoral es muy importante, y a veces son cosas que damos por descontado. Eso es todo lo que voy a decir públicamente. Acordamos que las cosas que se conversaron eran reservadas y creo que no aportan nada al público.
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