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Puigdemot quiere volver a ser presidente de Cataluña a distancia
Rajoy lo rechaza y sus aliados tienen dudas
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16 de enero de 2018 a las 05:00
Los turbulentos momentos de la represión policial durante el referéndum independentista en Cataluña en octubre pasado, así como la resistencia inicial a la intervención del gobierno español fueron quedando paulatinamente en el recuerdo.
En una sociedad profundamente dividida entre quiénes estaban decididamente a favor de la indepencia y aquellos que se manifestaban en contra, la población catalana fue asumiendo poco a poco las consecuencias desfavorables de un movimiento secesionista cuya estrategia mostró más fallas que aciertos.
Con el depuesto presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, a la cabeza, no existió en aquel entonces ninguna chance de que existiera alguna instancia de diálogo con el presidente del gobierno, Mariano Rajoy.
Con el apoyo de Partido Socialista Obrero Español (Psoe) y el partido de centro derecha Ciudadanos, Rajoy decidió aplicar por primera vez el artículo 155 de la Constitución española, que consagraba la intervención.
De esa forma, y luego que el Parlamento catalán declara la independencia en forma unilateral, Rajoy disolvió el gobierno regional, nombró nuevas autoridades y Cataluña quedó entonces bajo la tutela de Madrid.
Puigdemont y cuatro antiguos del gobierno catalán se autoexiliaron en Bruselas, donde continúan hasta hoy, mientras el exvicepresidente, Oriol Junqueras y otros exconsejeros continúan presos, acusados de delitos como rebelión, sedición y malversación de fondos.
En ese marco, y mientras más de 3 mil empresas decidieron cambiar su sede a otras ciudades ante la inestabilidad política que podía avecinarse, Rajoy había convocado –también en octubre– a elecciones legislativas en Cataluña.
Mientras tanto, la vida en una de las regiones más prósperas de España fue recuperando su fisonomía más normal y los pujos independentistas parecían ser cosa del pasado.
Es que si bien Ciudadanos, el sector liderado por Albert Rivera fue el sector que obtuvo de manera individual mayor cantidad de votos –con lo que se catapulta como una alternativa de gobierno futura, en clara oposición al Partido Popular de Rajoy–, tres partidos independentistas consiguieron la mayoría parlamentaria.
Sobre un total de 135 escaños, esos grupos ganaron 70 bancas, lo que les permite incidir sobremanera en la designación del nuevo gobierno.
Antes de que el nuevo Parlamento catalán se instale este miércoles –a partir de lo cual comenzarán arduas negociaciones para formar gobierno– Puigdemont y sus aliados han venido agitando las aguas, al manifestar su disposición a asumir nuevamente la presidencia de Cataluña de manera "telemática", es decir a distancia.
Pero el cuerpo letrado del Parlamento regional descartó este lunes en un informe que Puigdemont pueda asumir si no está presente.
Y seguramente no lo estará, pues si vuelve a España será inmediatamente detenido y conducido a la Justicia.
Las intenciones del depuesto titular del gobierno regional encontraron además un enfático rechazo en Rajoy, quien sostuvo que eso no será posible y que en caso de suceder continuará la vigencia del artículo 155 y, por consiguiente, la intervención.
Pero las ambiciones personales de Puigdemont también comienzan a generar cierto resquemor entre sus propios aliados.
Por ejemplo, en Izquierda Republicana de Cataluña (ERC) no observan con total agrado que la asunción a distancia se concrete, pues consideran que de ahí a la extensión de la intervención del gobierno central habrá solo un paso.
Pero la justicia española le negó esa posibilidad y continúa preso en Madrid.
Y sugirió que si eso sucediera, se mantendrá por tiempo indefinido la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que le permitió intervenir Cataluña.
En una sociedad profundamente dividida entre quiénes estaban decididamente a favor de la indepencia y aquellos que se manifestaban en contra, la población catalana fue asumiendo poco a poco las consecuencias desfavorables de un movimiento secesionista cuya estrategia mostró más fallas que aciertos.
Con el depuesto presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, a la cabeza, no existió en aquel entonces ninguna chance de que existiera alguna instancia de diálogo con el presidente del gobierno, Mariano Rajoy.
Con el apoyo de Partido Socialista Obrero Español (Psoe) y el partido de centro derecha Ciudadanos, Rajoy decidió aplicar por primera vez el artículo 155 de la Constitución española, que consagraba la intervención.
De esa forma, y luego que el Parlamento catalán declara la independencia en forma unilateral, Rajoy disolvió el gobierno regional, nombró nuevas autoridades y Cataluña quedó entonces bajo la tutela de Madrid.
Puigdemont y cuatro antiguos del gobierno catalán se autoexiliaron en Bruselas, donde continúan hasta hoy, mientras el exvicepresidente, Oriol Junqueras y otros exconsejeros continúan presos, acusados de delitos como rebelión, sedición y malversación de fondos.
En ese marco, y mientras más de 3 mil empresas decidieron cambiar su sede a otras ciudades ante la inestabilidad política que podía avecinarse, Rajoy había convocado –también en octubre– a elecciones legislativas en Cataluña.
Mientras tanto, la vida en una de las regiones más prósperas de España fue recuperando su fisonomía más normal y los pujos independentistas parecían ser cosa del pasado.
Un cambio
Pero claro, el resultado de las elecciones regionales realizadas el 21 sde diciembre comenzó a cambiar esa coyuntura.Es que si bien Ciudadanos, el sector liderado por Albert Rivera fue el sector que obtuvo de manera individual mayor cantidad de votos –con lo que se catapulta como una alternativa de gobierno futura, en clara oposición al Partido Popular de Rajoy–, tres partidos independentistas consiguieron la mayoría parlamentaria.
Sobre un total de 135 escaños, esos grupos ganaron 70 bancas, lo que les permite incidir sobremanera en la designación del nuevo gobierno.
Antes de que el nuevo Parlamento catalán se instale este miércoles –a partir de lo cual comenzarán arduas negociaciones para formar gobierno– Puigdemont y sus aliados han venido agitando las aguas, al manifestar su disposición a asumir nuevamente la presidencia de Cataluña de manera "telemática", es decir a distancia.
Pero el cuerpo letrado del Parlamento regional descartó este lunes en un informe que Puigdemont pueda asumir si no está presente.
Y seguramente no lo estará, pues si vuelve a España será inmediatamente detenido y conducido a la Justicia.
Las intenciones del depuesto titular del gobierno regional encontraron además un enfático rechazo en Rajoy, quien sostuvo que eso no será posible y que en caso de suceder continuará la vigencia del artículo 155 y, por consiguiente, la intervención.
Pero las ambiciones personales de Puigdemont también comienzan a generar cierto resquemor entre sus propios aliados.
Por ejemplo, en Izquierda Republicana de Cataluña (ERC) no observan con total agrado que la asunción a distancia se concrete, pues consideran que de ahí a la extensión de la intervención del gobierno central habrá solo un paso.
Carles Puigdemont
El expresidente de la Generalitat de Cataluña persiste en su intención de volver a ser investido como presidente regional y pretende hacerlo de manera "telemática" desde Bélgica, país en el que se auto exilió cuando la región fue intervenida.Oriol Junqueras
El vicepresidente depuesto del gobierno catalán elevó un recurso para recuperar la libertad y presentarse a la ceremonia de constitución del nuevo Parlamento catalán este miércoles.Pero la justicia española le negó esa posibilidad y continúa preso en Madrid.
Mariano Rajoy
El presidente del gobierno español descartó cualquier posibilidad de que Puigdemont gobierne a distancia.Y sugirió que si eso sucediera, se mantendrá por tiempo indefinido la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que le permitió intervenir Cataluña.
