Jorge Mario Bergoglio nació el 17 de diciembre de 1936 en Buenos Aires, Argentina. Antes de convertirse en el Papa Francisco, fue arzobispo de Buenos Aires y un referente en la pastoral de villas y comunidades marginadas. Su elección como pontífice en 2013 fue histórica: fue el primer Papa latinoamericano, jesuita y el primero en elegir el nombre Francisco, en honor a San Francisco de Asís. Durante su papado, promovió una Iglesia más cercana a los pobres, enfrentó escándalos internos y tomó un rol activo en la política internacional.
Una infancia en Buenos Aires y su vocación religiosa
Nacido en el barrio porteño de Flores, Bergoglio creció en una familia de clase media de ascendencia italiana. Su padre, Mario Bergoglio, trabajaba en el ferrocarril, y su madre, Regina Sívori, se dedicaba a la crianza de sus cinco hijos. En su juventud, trabajó como técnico químico antes de decidirse por el sacerdocio. En 1958 ingresó al noviciado de la Compañía de Jesús, donde inició su formación religiosa.
Fue ordenado sacerdote en 1969 y se desempeñó como maestro de novicios, profesor de teología y rector del Colegio Máximo de San Miguel. Durante la dictadura argentina (1976-1983), su rol fue controvertido: algunos lo señalaron por su supuesto silencio ante violaciones de derechos humanos, mientras que otros destacaron que ayudó a perseguidos a escapar del régimen.
De cardenal a líder del Vaticano
En 1998, Bergoglio fue designado arzobispo de Buenos Aires, cargo desde el cual consolidó su imagen de líder austero y cercano. En 2001, el Papa Juan Pablo II lo nombró cardenal. En el cónclave de 2005 fue uno de los candidatos con más votos, aunque finalmente resultó electo Benedicto XVI. Ocho años después, tras la renuncia de Benedicto, los cardenales lo eligieron como sucesor.
El 13 de marzo de 2013, Bergoglio se convirtió en Francisco, el Papa número 266 de la Iglesia Católica. Su elección significó un cambio de paradigma: con un estilo despojado de formalismos, optó por no usar los lujosos aposentos papales y se trasladó a la Casa de Santa Marta. Desde el inicio, su pontificado se enfocó en la reforma del Vaticano y la lucha contra la corrupción interna.
Reformas y polémicas en el Vaticano
Uno de sus principales desafíos fue sanear las finanzas del Vaticano. Llevó adelante una reforma económica, reestructuró el Banco Vaticano y promovió mayor transparencia. También impulsó una línea más firme contra los casos de abusos sexuales en la Iglesia, aunque sus medidas generaron críticas por considerarse insuficientes.
En términos doctrinales, su visión progresista marcó diferencias con sectores conservadores. Se pronunció a favor de una mayor inclusión de la comunidad LGBTQ+, abordó el rol de la mujer en la Iglesia y abrió debates sobre la comunión para divorciados vueltos a casar.
Su encíclica Laudato si’ (2015) fue un fuerte llamado a la conciencia ambiental y el cuidado del planeta. En política internacional, fue clave en la mediación entre Cuba y Estados Unidos, facilitando el restablecimiento de relaciones diplomáticas en 2014.
Un pontificado marcado por la austeridad y la cercanía
Desde su llegada al Vaticano, Francisco impuso un estilo de liderazgo basado en la austeridad. Rechazó los lujos papales, optó por ropa sencilla y un vehículo modesto. Este enfoque no solo marcó una diferencia simbólica con sus predecesores, sino que también reforzó su mensaje de una Iglesia más cercana a los pobres.
En sus primeros años, visitó algunas de las zonas más desfavorecidas del mundo. En 2015, viajó a África, donde denunció la corrupción y la violencia, y en 2016 visitó la isla de Lesbos para encontrarse con refugiados. Sus gestos de solidaridad fueron constantes: desde besar los pies de líderes rivales en Sudán del Sur hasta lavarle los pies a prisioneros en Jueves Santo.
Enfrentamientos con el ala conservadora
El carácter reformista de Francisco generó tensiones dentro de la propia Iglesia. Grupos conservadores lo acusaron de desviarse de la doctrina tradicional, especialmente en temas como el matrimonio, la diversidad sexual y el ecumenismo. En 2019, su Sínodo de la Amazonía desató controversias al plantear la posibilidad de ordenar sacerdotes casados en regiones remotas.
Además, su postura sobre el capitalismo y la desigualdad lo enfrentó con sectores políticos y económicos. En repetidas ocasiones, criticó el modelo económico global, al que describió como excluyente y generador de pobreza. En 2020, su encíclica Fratelli tutti reforzó su llamado a la solidaridad global.
Los desafíos de la pandemia y el final de su pontificado
La pandemia de COVID-19 marcó un hito en su papado. En marzo de 2020, en una imagen icónica, Francisco rezó en una Plaza San Pedro vacía, simbolizando la incertidumbre de la humanidad ante la crisis. Durante este período, promovió la vacunación y la cooperación internacional para enfrentar la pandemia.
A medida que su salud se deterioraba, comenzaron los rumores sobre su posible renuncia. En 2023, se sometió a una cirugía intestinal y su movilidad se vio reducida. Aunque descartó dimitir, su fragilidad evidenció el fin de una era.
Un legado en la Iglesia y en la geopolítica
Francisco enfrentó desafíos globales como la crisis migratoria, la guerra en Ucrania y los conflictos en Medio Oriente. Su mensaje siempre estuvo centrado en la paz y el diálogo interreligioso.
Con más de una década como líder de la Iglesia Católica, su legado trasciende lo religioso. Su imagen de un Papa cercano, de discursos directos y gestos simbólicos, lo convirtió en una figura influyente en el escenario global. Su pontificado dejó huella en la política, la justicia social y la lucha contra la desigualdad.