13 de octubre 2025 - 17:41hs

Un clásico de las redes sociales dedicadas a las finanzas son las parodias de distintas escenas de The Big Short, aquella película sobre la gigantesca crisis de 2008, en buena medida desencadenada por los excesos de apalancamiento con las llamadas "hipotecas basura". En una escena muy citada, un trader despreocupado le explica a un inversor interpretado por Steve Carell cómo funcionaban los CDO (obligaciones de deuda colateralizada), el secreto detrás de la fiesta alcista que terminaría tiempo después en un colapso histórico.

Pues bien, en estos días parece darse una situación parecida, sólo que en el campo de la inteligencia artificial. Y las reacciones a este posteo fueron notorias en el ambiente especializado:

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La pregunta se volvió más urgente hoy mismo: OpenAI anunció una asociación con Broadcom para desarrollar chips de inteligencia artificial personalizados. Las acciones de Broadcom subieron 7% inmediatamente después del anuncio. Es el último capítulo de un patrón que se repite: cuando OpenAI anuncia un acuerdo con un proveedor tecnológico, la valuación de ese proveedor se dispara. En septiembre, cuando se conoció el acuerdo con Oracle, las acciones subieron más del 40% en un solo día, añadiendo casi 330.000 millones de dólares a su capitalización de mercado.

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La red de inversiones cruzadas

El caso más emblemático es el de Nvidia, que invirtió 100.000 millones de dólares en OpenAI en septiembre de 2024. La inversión parecía lógica: Nvidia es el principal fabricante mundial de chips para inteligencia artificial, y OpenAI necesita esos chips. Pero OpenAI usa ese dinero para comprarle chips a Nvidia, o a empresas que luego le compran a Nvidia. Según NewStreet Research, por cada 10.000 millones de dólares que Nvidia invierte en OpenAI, recupera unos 35.000 millones en compras de chips, equivalente al 27% de sus ingresos anuales.

El caso de CoreWeave ilustra cómo funciona este círculo. CoreWeave opera centros de datos en la nube y provee capacidad de cómputo a OpenAI. Nvidia posee aproximadamente el 7% de CoreWeave, una participación valuada en unos 3.000 millones de dólares. CoreWeave compró al menos 250.000 chips de Nvidia —la mayoría modelos H100 Hopper, que cuestan alrededor de 30.000 dólares cada uno— lo que significa que gastó aproximadamente 7.500 millones de dólares comprándole a Nvidia. Todo el dinero que Nvidia invirtió regresó en forma de ventas.

La estructura es más compleja aún. Nvidia firmó además un acuerdo de 6.300 millones de dólares para comprar cualquier capacidad de nube que CoreWeave no pueda vender a otros clientes. Jay Goldberg, analista de Seaport Global Securities, comparó estos acuerdos con alguien que pide a sus padres ser co-firmantes de una hipoteca. Con el respaldo de Nvidia, empresas como OpenAI y CoreWeave acceden a tasas de interés del 6% al 9%, mientras que sin ese respaldo pagarían hasta el 15%.

La analogía es simple: imaginar que Netflix financia una productora para que haga series exclusivas para Netflix, y además garantiza pagarle por todo el contenido que produzca, lo use o no. Desde afuera parece que hay enorme demanda, pero en realidad es Netflix financiando su propia demanda. "Los acuerdos tienen un aire de financiamiento circular y son emblemáticos de comportamiento tipo burbuja", señaló Goldberg.

Stacy Rasgon, analista de Bernstein Research, escribió que el anuncio de la inversión masiva de Nvidia en OpenAI "claramente alimentará preocupaciones sobre circularidad". Y agregó: "Las transacciones circulares pueden dar a los inversores una percepción inflada de la verdadera demanda de inteligencia artificial".

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Los números que no cierran

El problema no es solo la circularidad, sino la escala de los compromisos. OpenAI se comprometió a invertir 300.000 millones de dólares en capacidad de cómputo con Oracle durante los próximos cinco años, un promedio de 60.000 millones anuales. Sin embargo, los ingresos proyectados de OpenAI para 2025 alcanzan apenas los 13.000 millones de dólares, y la compañía sigue perdiendo miles de millones anualmente. Oracle reportó pérdidas de 100 millones de dólares en su trimestre más reciente relacionadas con el arrendamiento de centros de datos a OpenAI.

Jeffrey Sonnenfeld, profesor de la Escuela de Administración de Yale y experto en liderazgo corporativo, publicó junto a Stephen Henriques un análisis donde advierte que "la maraña de acuerdos de inteligencia artificial entre gigantes tecnológicos podría ser señal de una peligrosa sobreinversión". Sonnenfeld identifica tres posibles escenarios de colapso, pero el más preocupante es la "concentración que lleva a contagio": un pequeño grupo de compañías está asegurando la mayoría de los acuerdos, y si las promesas de la inteligencia artificial no se cumplen, la dependencia entre estos actores podría desencadenar una reacción en cadena devastadora.

Los datos macroeconómicos respaldan estas preocupaciones. Los gastos de capital relacionados con inteligencia artificial superaron al consumidor estadounidense como motor del crecimiento económico en la primera mitad de 2025, representando el 1,1% del crecimiento del PBI. Michael Cembalest, de JP Morgan Asset Management, calculó que "las acciones relacionadas con IA representaron el 75% de los retornos del S&P 500, el 80% del crecimiento de ganancias y el 90% del crecimiento en gastos de capital desde que ChatGPT se lanzó en noviembre de 2022".

El precedente histórico

Para quienes vivieron el estallido de la burbuja de las puntocom, estos patrones resultan familiares. Durante ese período, fabricantes de equipos de telecomunicaciones como Nortel, Lucent y Cisco prestaron dinero a startups para que compraran sus equipos. Justo antes de que la burbuja estallara en 2001, el financiamiento que Cisco y Nortel habían extendido a sus clientes superaba el 10% de sus ingresos anuales. Entre los cinco principales fabricantes, el financiamiento a clientes superó el 123% de sus ganancias combinadas.

Cuando la burbuja estalló, los fabricantes quedaron con deuda incobrable. Las empresas de equipos de red perdieron más del 90% de su valor durante la década siguiente. Peor fue el caso de Global Crossing, que participó en "revenue roundtripping": pagaba a otra empresa por servicios y esa empresa compraba equipos por el mismo valor, generalmente al final de un trimestre para cumplir proyecciones. Global Crossing terminó en bancarrota.

Se instalaron toneladas de cable de fibra óptica que excedieron ampliamente la demanda real. Gran parte quedó sin uso durante años. La pregunta que plantean los analistas es si los chips de inteligencia artificial y los centros de datos podrían convertirse en el equivalente del cable de fibra óptica de 2025.

El anuncio de hoy sobre la asociación entre OpenAI y Broadcom agrega otro eslabón a esta cadena. Los chips personalizados que desarrollarán juntos buscan alcanzar una capacidad de 10 gigavatios de potencia, equivalente al consumo de más de 8 millones de hogares estadounidenses. Es parte de lo que Sam Altman, CEO de OpenAI, describe como "desbloquear todo el potencial de la inteligencia artificial". Pero para analistas como Goldberg y Rasgon, cada nuevo anuncio plantea la misma pregunta fundamental: ¿cuánto de estos billones invertidos representa demanda genuina y cuánto es dinero dando vueltas en círculo?

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