24 de septiembre 2025 - 19:56hs

En la Argentina, tener trabajo no garantiza derechos laborales ni salida de la pobreza. El último relevamiento del Área de Empleo, Distribución e Instituciones Laborales (EDIL) del IIEP-UBA confirma que en el segundo trimestre de 2025 el 43,2% de los trabajadores se desempeñó en la informalidad.

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El número puede llamar la atención por ser el más alto en 17 años, pero el verdadero dato es otro: la barrera del 40% nunca se rompió en más de 20 años de medición. Desde mediados de los 2000, la informalidad oscila en ese rango, mostrando que se trata de un problema estructural que atraviesa gestiones, ciclos económicos y contextos políticos.

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Brechas generacionales y de género

Las desigualdades internas marcan la profundidad del problema. Entre los jóvenes de 16 a 24 años la informalidad trepa al 63%, reflejando la dificultad de insertarse en empleos registrados al inicio de la vida laboral. En el caso de las mujeres, la tasa llega al 43,2%, levemente superior a la de los hombres (41,1%).

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La educación funciona como un divisor central: dos de cada tres trabajadores sin secundaria completa (64,6%) están en la informalidad, contra apenas el 19% entre quienes accedieron a la universidad. En otras palabras, la formación educativa continúa siendo la principal barrera de acceso a la formalidad.

Brechas territoriales

Las diferencias regionales son igualmente profundas. En la Patagonia, ciudades como Río Gallegos muestran una tasa de 27% y Ushuaia apenas un 18%, mientras que en el NOA la informalidad llega a superar el 60% en aglomerados como Tucumán. Esta disparidad exhibe la heterogeneidad productiva del país y los contrastes entre economías locales.

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Por rama de actividad, los sectores con mayor peso en la informalidad son la construcción y el servicio doméstico, donde la precariedad alcanza al 75% de los trabajadores. Ambos rubros, claves en el mercado laboral argentino, concentran buena parte de la inestabilidad y la falta de cobertura.

Impacto social y comparaciones regionales

El costo de la informalidad es directo: un trabajador en negro percibe, en promedio, 44% menos que un trabajador formal en la misma posición. Esta penalidad salarial se traduce en un dato estructural: el 42% de los informales vive en hogares pobres, frente a solo el 12% entre los formales.

En la comparación internacional, Argentina aparece en una posición intermedia. Con una tasa urbana del 42,1%, supera a países como Chile y Brasil (24-32%), pero se encuentra por debajo de Ecuador y Paraguay, donde el empleo informal ronda el 60%. La región ofrece ejemplos de cómo la informalidad puede ser reducida, pero también advierte sobre el riesgo de que se convierta en el núcleo duro de la pobreza estructural.

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