El Teatro Colón vivió el jueves 7 de agosto una noche que quedará marcada en la historia de la danza argentina. El Ballet Estable celebró su primer centenario con una gala extraordinaria que reunió por primera vez en el mismo escenario a 30 de los más destacados bailarines argentinos que brillan en las principales compañías del mundo, junto a estrellas internacionales y el elenco local dirigido por Julio Bocca. El acontecimiento representó un hito inédito en la historia del teatro, ya que nunca antes se había congregado semejante cantidad de talentos nacionales de proyección mundial bajo el mismo techo.
La función, que se extendió por tres horas e incluyó 17 obras de diversos lenguajes coreográficos, congregó a figuras como Marianela Núñez (Royal Ballet de Londres), Herman Cornejo (American Ballet Theatre), Ludmila Pagliero (ex étoile de la Ópera de París) y Sergio Neglia, hijo del legendario José Neglia, en un regreso emocional al teatro que consideran su "cuna artística". La convocatoria abarcó desde el ballet romántico del siglo XIX hasta las corrientes más contemporáneas, evidenciando la versatilidad que caracteriza al elenco porteño desde sus inicios.
"Una gran emoción poder celebrar como jefe de gobierno y acompañar estos 100 años del ballet del Teatro Colón y además con el lujo que supone tenerlo a Julio Bocca a cargo del ballet", declaró Jorge Macri, jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, quien asistió a la gala junto a la ministra de Cultura, Gabriela Ricardes. El mandatario porteño destacó que "el desafío era estar a la altura de estos 100 años justamente, volver a recuperar al Teatro Colón no sólo como un gran escenario sino como un gran formador de talento". Macri agregó que "el Colón tiene una identidad internacional y es un orgullo para todos los porteños, es un lugar que nos hace sentir que seguimos siendo ese país que alguna vez fuimos y que queremos recuperar".
Un siglo de formación de talentos
Creado en 1925, el Ballet Estable del Teatro Colón desarrolló durante un siglo una actividad artística ininterrumpida que lo consolidó como cantera de importantes figuras y referencia continental. A lo largo de estas diez décadas, cientos de bailarines pasaron por la compañía, cada uno aportando su personalidad artística y dejando una huella indeleble en la historia de la danza nacional. "Vinimos a hombros de gigantes y rodeados de gigantes", expresó Gerardo Grieco, director general del Teatro Colón, para contextualizar este acontecimiento, mientras que la ministra Ricardes destacó que esta compañía "honra la tradición de la mejor forma" y parafraseó una cita frecuentemente atribuida a Mahler: "la tradición no es la adoración de las cenizas, sino la preservación del fuego".
El programa de la gala reflejó la "amplitud de lenguajes" que definió la identidad del Ballet del Colón desde su nacimiento. La velada se inició con un desfile de estudiantes de la Carrera de Danza del Instituto Superior de Arte, dirigido por Sabrina Streiff, sobre la Polonesa del Acto II de Una vida por el zar, demostrando la continuidad formativa de la institución y el nivel de excelencia alcanzado incluso en las primeras etapas de formación. Los alumnos más pequeños compartieron escenario con los adolescentes en una muestra que anticipó el talento de las futuras generaciones.
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Entre los momentos más destacados se incluyeron fragmentos del Acto II de El lago de los cisnes en versión de Mario Galizzi, con el primer bailarín Federico Fernández y la marplatense Luana Brunetti (Ballet Nacional de Eslovaquia); el "Adagio de la rosa" de La bella durmiente interpretado por Núñez junto a cuatro bailarines históricos ya retirados del Colón; y el "Tchaikovsky Pas de deux" de George Balanchine a cargo de Cornejo y Tiler Peck (New York City Ballet). Esta última pareja ofreció una interpretación que la crítica especializada calificó como "excelente", destacando especialmente la actuación de Peck como "una increíble sorpresa y un deleite para ver".
La gala también incluyó el estreno mundial de "Partita" de Oscar Araiz con música de Lukas Foss, descripto por la crítica especializada como una creación "encantadora, llena de humor y fresca", junto a obras contemporáneas como After the rain de Christopher Wheeldon y Romance del diablo sobre música de Piazzolla. El programa se completó con la participación de figuras internacionales como la cubana Viengsay Valdés, directora del Ballet Nacional de Cuba, quien interpretó escenas de Carmen con coreografía de Alberto Alonso, y María Celeste Losa junto a Nicola Del Freo (ambos de La Scala de Milán) en Diamonds, una de las joyas de Balanchine.
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El simbolismo de un regreso emocional
Esa dimensión simbólica se materializó especialmente en la presencia de Sergio Neglia, de 61 años, quien regresó desde Buffalo (Nueva York) donde dirige su propia compañía. "Es muy poderoso entrar acá, es mi historia. Nací en el Hospital Alemán, pero a los quince días de vida ya me traían mis padres. Por eso digo que el teatro es, más que mi casa, mi cuna", declaró el hijo de José Neglia, fallecido en el accidente aéreo de 1971 junto a Norma Fontenla y otros integrantes del ballet. Su regreso adquirió un matiz particularmente emotivo al ensayar bajo la mirada del retrato de su padre que cuelga en la mítica sala del subsuelo, en una imagen que él mismo compartió con la palabra "Legacy" como única descripción.
El evento contó con la dirección musical de Beatrice Venezi y Manuel Coves, junto a la participación de la Orquesta y el Coro Estables, que también celebran su centenario en 2025. La primera parte de la gala cerró con la apoteósica "Fortuna Imperatrix Mundi" de la Carmina Burana creada por Mauricio Wainrot en 1998, una escena imponente que involucró al cuerpo de baile y al coro estable. La velada culminó con fragmentos de Don Quijote que incluyeron la alternancia de dos Basilios (Juan Pablo Ledo y Jiva Velázquez) y tres Kitris (Camila Bocca, Ayelén Sánchez y Rocío Agüero), en una demostración de la riqueza actual del elenco estable que confirmó la capacidad del teatro de convocar y emocionar tanto a sus protagonistas como al público que colmó la sala principal con aplausos interminables.