La falta de sueño se convirtió en una epidemia silenciosa. Dormimos menos que nunca antes, y gran parte de esa deuda de descanso está directamente relacionada con el uso de pantallas.
En el sexto episodio del ciclo Conectados con Responsabilidad, impulsado por El Observador junto a Movistar, la neuróloga y especialista en medicina del sueño, Cecilia Orellana, analiza en profundidad el impacto del celular en nuestros hábitos nocturnos.
Embed - El impacto del celular en el descanso | Conectados con Responsabilidad
“Desde inicios del siglo XX dormimos entre una hora y una hora y media menos, y eso está directamente relacionado con la luz eléctrica”, explicó Orellana. A medida que aumentaron los estímulos nocturnos —como la televisión, las redes sociales y las plataformas de streaming— se volvió más difícil que el cerebro logre desconectarse y prepararse para el sueño.
Las pantallas afectan el descanso por al menos tres mecanismos: la emisión de luz azul que altera el ritmo circadiano, el contenido altamente estimulante que engancha al cerebro y, además, la interacción afectiva que muchas veces genera una sobreexcitación emocional antes de dormir. “Reírse es buenísimo, pero también es estimulante. Si estás chateando con alguien que te importa mucho, eso también puede impactar en tu capacidad para conciliar el sueño”, comentó la especialista.
El diseño mismo de los contenidos digitales está pensado para capturar la atención. “El algoritmo está hecho para ser adictivo”, advirtió.
Sin embargo, no todo es negativo. Orellana reconoció que también existen aplicaciones y herramientas digitales pensadas para favorecer el sueño. “Existen apps que ofrecen música suave, consejos o recordatorios que ayudan a establecer rutinas saludables”.
El desafío, entonces, no es demonizar la tecnología, sino aprender a convivir con ella de forma consciente y equilibrada. Dormir bien no debería ser un lujo, sino una prioridad de salud.