Diego Forlán

Dos épocas, dos goleadores

Diferencias y similitudes entre Diego Forlán y Héctor Scarone, los dos máximos anotadores en la historia de la selección uruguaya
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27 de julio de 2011 a las 21:58

Tuvieron que pasar 81 años para que otro futbolista de la selección uruguaya alcanzara los 31 goles que marcó Héctor Scarone. Fue Diego Forlán con los dos tantos que le hizo a Paraguay en la final de la Copa América 2011 el que trajo al presente aquella hazaña fabulosa del Mago Scarone lograda en las primeras décadas de 1900. El rubio atacante de Atlético de Madrid tiene ahora la posibilidad de hacer añicos el récord y aumentar su colección de goles con la camiseta celeste en el pecho. Después, que lo corran a él.

Las ocho décadas de diferencia entre un récord y otro muestran lo difícil que es lograrlo. En ese tiempo pasaron goleadores espectaculares en el fútbol uruguayo, pero que no llegaron al nivel de estos dos: Óscar Omar Miguez, Fernando Morena, Carlos Aguilera, el Loco Abreu (que aún sigue en carrera).

La distancia hace difícil las comparaciones. Basta repasar algunos detalles. Del pelo cortito y peinado hacia atrás de Scarone al cabello rubio de Forlán sostenido con una vincha, del celeste pálido de las camisetas de antaño al celeste vivo de la actualidad, los rivales, los zapatos, de la pelota de cuero cosido de aquellos primeros tiempos a la Total 90 Tracer DOMA con que se jugó la última Copa América y que fue presentada en sociedad como si fuera una estrella del cine.

Cuando comenzaba el siglo XX el 30% de los habitantes del país, que no llegaban a 500 mil, eran extranjeros. Los padres de Scarone, por ejemplo, nacieron en Italia. Hoy, la población uruguaya supera los 3 millones. No hay tantos terrenos baldíos como antes donde los gurises se pasaban jugando al fútbol como diversión exclusiva; hoy los estadios están en mejores condiciones y existen otros entretenimientos para la juventud.

Scarone vivía jugando al fútbol. Hacía un agujero de 60 centímetros de circunferencia en un tejido y trataba de embocar la pelota desde 20 metros. Así practicaba todo el santo día. Cuenta Diego Lucero en “Estrellas deportivas” de El Diario que de 10 remates embocaba ocho; le pegaba de pelota quieta, corriendo, de volea o de sobrepique. Otro de sus entrenamientos era intentar pegarle al palo que se colocaba en el medio del arco del Parque Central para que no se arqueara el travesaño. Antes los arcos eran de madera, hoy son de metal.

El entrenamiento de Forlán, en cambio, es casi científico. En su club, en época de pretemporada, hacen triple horario. Todo esto lo refuerza en su casa con musculación. En una entrevista que concedió a la revista Mens Health contó que tiene su gimnasio propio con “dos barras olímpicas, discos olímpicos, banco de press, barra de abdominales. Aunque también tengo fitball, bici y una cinta”.

El Mago debutó en la selección el 2 de setiembre de 1917 en un partido en el Parque Central por la Copa Newton frente a Argentina. Tenía 19 años y parecía endeble para el fútbol de la época, con jugadores de pelo en pecho que no usaban gomina.

Cachavacha tenía 22 años cuando jugó por primera vez con la celeste el 27 de marzo de 2002 en un partido amistoso frente a Arabia Saudita en la ciudad de Ryad. Otra gran diferencia: durante los días de Scarone jugador los rivales eran generalmente los mismos: Argentina, Brasil, Paraguay, Chile, Bolivia y ocasionalmente los europeos en los Juegos Olímpicos y en el Mundial; Forlán, en cambio, le hizo goles a Arabia Saudita, Senegal, Japón, Australia, Suiza, Israel y Ghana.

Las grandes cadenas de televisión, las multinacionales, la máquina de recaudar que es la FIFA, hacen que hoy se disputen muchos más partidos que antes. Hay que vender, hay que darle entretenimiento al consumidor. Antes, las selecciones actuaban menos y siempre entre los mismos: Uruguay y Argentina se enfrentaban hasta el hartazgo. Por eso el mérito de Scarone es formidable, porque marcó sus 31 goles en 52 partidos, con un promedio de 0,59 por encuentro. Forlán los anotó en 82 encuentros, a un promedio de 0,37.

El rubio factura millones de dólares anualmente, en contratos con su club y en publicidad. Su futuro y el de sus nietos parece asegurado. Scarone, en tanto, tuvo que trabajar de cartero hasta su jubilación.

Además de la cantidad de goles hay otro dato que los une a pesar del paso del tiempo. Cuando Scarone tenía 15 años fue a probarse a Nacional, el club de sus amores, pero no lo aceptaron por su escuálido físico. Forlán pasó por las divisiones juveniles de Peñarol, el club de sus sentimientos, pero tuvo que irse para triunfar.

Héctor tuvo un hermano, Carlos, también futbolista de la selección nacional; el padre de Diego, Pablo, fue un excepcional futbolista que supo salir campeón de América con la celeste.

Scarone fue un adelantado para su tiempo. Medía 1,72 m, era diestro, infalible de pelota parada y tenía un arsenal de regates; Forlán le pega con las dos, mide ocho centímetros más y también es mortal de pelota quieta. Además, están unidos por el gol.

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