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El gran nudo del conflicto: ¿quiénes son los radicales israelíes y palestinos?

La decisión de Trump atizó por enésima vez un enfrentamiento en el que hay posturas extremistas
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07 de diciembre de 2017 a las 05:00
Gonzalo Ferreira, desde Israel

De un lado están Hamás y el Yihad Islámico entre los palestinos, y Hezbollah en el Líbano apoyado por Irán. Con sus enormes diferencias, tienen algo en común: no aceptan que Israel tenga un Estado. Son los radicales antisionistas y usan la violencia cada vez que pueden.

Pero del otro lado también hay radicales: la extrema derecha israelí que no quiere de ninguna manera un Estado palestino y toma acciones que complican las negociaciones y le generan un dolor de cabeza a su país a nivel internacional.

"El problema es que hay palestinos que quieren todo. Pero también hay muchos judíos que quieren todo", aseguró el escritor Abraham Yehoshúa –uno de los intelectuales de izquierda más destacados de Israel–, en una conferencia para periodistas latinoamericanos durante un curso sobre periodismo para la paz en Medio Oriente.

Lea también: La esperanza de acuerdo entre Israel y los árabes que ahora Trump diluye

La situación de Medio Oriente volvió a los grandes titulares esta semana, cuando Donald Trump anunció que su país reconocerá a Jerusalén como la capital de Israel, lo que despertó a todos los radicales antisionistas que amenazan con acciones concretas y duras contra Israel. Y atizó por enésima vez un enfrentamiento dominado por las posturas radicales de ambos bandos.

Palestinos de Jerusalén enfrentan hoy una vida aún dividida
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Del lado israelí la desconfianza es tal que los colonos ideológicos ven a sus propios vecinos como posibles terroristas solo por el hecho de ser árabes palestinos.

Del lado árabe, "Ven a todos (los de enfrente) como si no tuvieran diferencias. Judíos y palestinos piensan que unos son todos altos y los otros todos bajos. No ven matices. Los jóvenes están separados, no se conocen", explicó Ido Zalkovich, experto en sistema político palestino por la Universidad de Haifa. Un muro los separa y, si no se conocen y no se pierden el miedo, es imposible que vean que del otro lado hay también seres humanos.


Cisjordania y los {{a0}}, el centro del problema

Cisjordania está dividida en tres: la zona A son las ciudades palestinas como Ramallah, Belén o Kalkilia, que son de administración civil palestina y seguridad palestina; la zona B son poblados rurales palestinos, donde la administración civil es palestina, pero la seguridad es israelí, y la zona C son las colonias o asentamientos judíos, que tienen administración civil y militar israelí.

Esas colonias son resistidas por la comunidad internacional (Naciones Unidas las ha cuestionado en infinidad de oportunidades) pero siguen creciendo sin parar.

Así como la violencia y el terrorismo islámico son de los impedimentos para la paz por culpa de los palestinos, los asentamientos judíos son la otra gran parte del problema. La mayoría son colonos ideológicos de derecha, que están allí porque creen que ese territorio le pertenece a Israel. Hay otros que son colonos económicos.

En los últimos años, la población que vive allí creció exponencialmente. Hoy son unos 400 mil israelíes y muchos de ellos en ciudades tan grandes que resultaría imposible trasladar.

Para otros, más que un problema las colonias son una posible solución. Si realmente las conversaciones de paz llegan a algún punto, entregar buena parte de los terrenos ocupados es una moneda de cambio muy fuerte.

El gobierno de Israel da a entender que si hay negociaciones está dispuesto a levantar las colonias, con el costo interno enorme que eso tendría para una administración de derecha. "Hemos demostrado que no son obstáculo para la paz. Tenemos ejemplos de Gaza y otros asentamientos" levantados, dijo el portavoz de la cancillería Emanuel Nashton. "No se puede negociar con precondiciones", agregó.

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Emanuel Nashton, portavoz de la cancillería de Israel
Emanuel Nashton, portavoz de la cancillería de Israel


En los casos de las colonias que ya no se pueden mover por la magnitud –por ejemplo en la ciudad de Ariel hay una universidad y están construyendo un hospital–, los palestinos podrían "recibir territorio de otro lado de Israel a cambio" si se da la negociación, aclaró.

Los colonos resisten

Ido Meushar vivió en Uruguay entre 1984 y 1989 cuando uno de sus padres estuvo en misión oficial en Montevideo. Es un judío ortodoxo que hoy es alcalde del municipio de Ely, un asentamiento judío en Cisjordania. "De acuerdo a mi visión hay lugar para un solo Estado y es el Estado de Israel", dijo Meushar.

"No hay algo como el Estado Palestina; explícame dónde hay un Estado Palestina", agregó.

Alcalde de Ely
Ido Meushar, alcalde del municipio de Ely
Ido Meushar, alcalde del municipio de Ely

Para los colonos que se oponen a la solución de los dos estados para los dos pueblos, "la oportunidad" de los palestinos de tener su nación "ya pasó".

"El acuerdo de Oslo está muerto. No hay acuerdo de Oslo. Ellos rechazaron los territorios ofrecidos", dijo Meushar, que asegura que los palestinos incumplieron los pactos y por eso ya no están vigentes.

El alcalde de Ely sostiene que la fase 1 del plan debería ser que Israel anexionara a su territorio a Cisjordania y les diera ciudadanía israelí a los palestinos que vivan allí y se muestren dispuestos a cumplir con los "deberes y derechos".

"No se puede disfrutar del seguro de salud y por otro lado no pagar impuestos o construir ilegalmente", dijo. Y a quienes no les guste, pueden irse. "Ya hay muchos otros estados árabes", aseguró.

Salvo que piensen expulsar o no darles todos los derechos ciudadanos a los palestinos que vivan en ese único Estado de Israel, su plan tiene un problema: el crecimiento demográfico de los árabes es mayor que el de los judíos. Si se suman los 4,5 millones de palestinos, en poco tiempo serían mayoría y podrían formar gobierno propio.

Ya hoy en Israel, de los 8 millones de habitantes, el 20% es árabe y tienen 14 de los 120 diputados en la Knéset.

Cuando El Observador le preguntó al alcalde de Ely por ese asunto demográfico y el crecimiento más rápido de la población árabe, Meushar señaló un teléfono smartphone. "También ellos los tienen" y eso bajará la tasa de natalidad, según cree.

La situación de Hebrón

Hebrón es una de las ciudades más críticas en la puja entre colonos y palestinos. Es que ese lugar tiene un significado muy fuerte tanto para judíos como para musulmanes. Allí están las tumbas de los patriarcas y –al igual que Jerusalén– los dos pueblos la quieren para sí.

Hebrón es una ciudad palestina hoy, pero los asentamientos judíos son un foco de tensión constante.

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La foto muestra el centro de la ciudad de Hebrón, dividida entre la parte palestina y la colonia judía.
La foto muestra el centro de la ciudad de Hebrón, dividida entre la parte palestina y la colonia judía.


Los palestinos que viven allí sienten que la ciudad está "ocupada". Eso porque desde 1968 hay asentamientos en la ciudad y por tanto, para proteger a esos colonos, también hay militares. El muro y las rejas de protección para esos judíos es algo que marca a la ciudad.

Muchos palestinos se quejan de que, por culpa de esas cercas de seguridad, la movilidad por la zona de la calle Shuhada es muy compleja, agravada por el puesto de control conocido como Checkpoint 56.

Pero no solo los judíos se sienten atacados. Ellos también atacan a los palestinos según sus testimonios. Por una de las rejas algunas veces les han tirado botellas o incluso ácido, cuentan los árabes.

"Hebrón es de lo peor que está pasando", reconoce con pena Yehoshúa, quien ha sido muy crítico con sus compatriotas colonos.


Los radicales palestinos

Así como hay judíos que "lo quieren todo" y no conciben la idea de un Estado palestino, también hay palestinos que rechazan la existencia de Israel.

Entre los palestinos hay dos partidos políticos: Fatah –la organización histórica creada por Yasser Arafat– y Hamás, considerado también un grupo terrorista porque se niega a rechazar el camino de la violencia.

Fatah y Hamás, enemigos históricos y con grandes enfrentamientos incluso armados, ahora están en un proceso de negociación para intentar frenar décadas de lucha.

"Estamos esperando a ver si Abu Mazen (Mahmud Abás, el presidente de la Autoridad Palestina, líder de Fatah) le puede imponer a Hamás lo de desarmarse y ser disciplinado y estar bajo las órdenes de su gobierno actual", dijo Rolly Guerón, un ex alto mando de la Mossad que integra una organización denominada Comandantes para la Seguridad de Israel y que pretende un acuerdo con los palestinos.

Según el ex Mossad, "Hamás era aliado de Irán y Hezbollah", pero "empezó a cambiar de posición y no por un espíritu filantrópico: lo que pasó es que Egipto decidió ponerle un guante fuerte y aclararle que si no se desconecta de Irán y Hezbollah, el destino será muy amargo".

A partir de entonces, Hamás empezó a negociar con Fatah, pero la pregunta es hasta dónde está dispuesto a abandonar la violencia. Y Trump esta semana con su decisión sobre Jerusalén nada aporta a ese proceso.

Pero incluso sin Trump el camino no es tan fácil. Porque además de Hamás está el Yihad Islámico. Esa organización es más extremista, también quiere terminar con Israel y no forma parte del proceso de negociación con Fatah. Por el contrario, sigue realizando acciones como los túneles de Gaza.

"Sabemos que Hamás está luchando para frenarla y que no provoque una elevación de la violencia en la franja de Gaza. Es muy temprano para poder definir hacia dónde va.
Ahí si podemos ver una soberanía de cooperación. Pero el asunto es la debilidad de Hamás. Si no cambian la forma de conducirse, Egipto se va a encargar de sacarlos del gobierno de la franja de Gaza", dijo Guerón.


La historia de divisiones entre Fatah y Hamas

"La catástrofe". Eso es lo que unió a los palestinos. ¿De qué se trató? Luego de la creación del estado de Israel vino la guerra de 1948 y esa fue el gran golpe para ellos: miles se transformaron en refugiados y se sintieron atacados. Eso los unió.

Ni los palestinos que se quedaron en Israel ni los que estuvieron en Cisjordania bajo gobierno jordano o en gaza bajo administración egipcia se sintieron en su casa. Pero toda crisis es una oportunidad, y así lo vió el joven Yasser Arafat, que creó desde El Cairo el movimiento Fatah.

Durante varios años realizó movimientos armados y luchó contra Israel.

"Hasta finales de los 80 la postura de Fatah era un juego de suma cero: 'o nosotros o los israelíes'", explicó Ido Zalkovich, experto en sistema político palestino por la Universidad de Haifa.

Fatah lideraba entonces Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Pero en los 90, Arafat se volvió más débil luego de su apoyo a Sadam Husseim en la Guerra Golfo. Fue así que se incorporó a un proceso político y luego más adelante, negoció en los acuerdos de Oslo. Allí nace la Autoridad Nacional Palestina y con ello el gran quiebre.

"Todas esas decisiones no fueron aceptadas ni por la Yihad islámica ni por Hamas.
Fueron una oposición violenta y armada contra el proceso de Oslo", dijo Zalkovich.

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