En un hecho sin precedentes, la Policía Nacional ha desarticulado por primera vez en España una célula operativa del “Tren de Aragua”, la organización criminal venezolana más poderosa y violenta de América Latina, considerada el brazo armado y logístico del narcotráfico chavista.
El operativo, enmarcado en la llamada Operación Interciti, se saldó con 13 detenidos en varias ciudades españolas y supone el primer golpe directo de las autoridades españolas contra una red vinculada al entramado criminal del régimen de Nicolás Maduro.
La operación se desarrolló en Barcelona, Madrid, Girona, A Coruña y Valencia, bajo la coordinación del Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional, que ya ha ordenado prisión preventiva para cuatro de los arrestados.
Entre los detenidos figuran varios miembros relacionados con el hermano del “Niño Guerrero”, líder mundial del “Tren de Aragua”, capturado en 2024 también en Barcelona, tras una orden internacional de detención por delitos de terrorismo, tráfico de armas y blanqueo de capitales.
Los agentes incautaron cocaína, drogas sintéticas y laboratorios de tusi, además de documentación y un arma prohibida. La investigación contó con apoyo de la Policía de Colombia y el proyecto AMERIPOL–EL PACTO 2.0 de la Unión Europea.
La presencia del “Tren de Aragua” en territorio español evidencia cómo el crimen organizado venezolano ha logrado penetrar en Europa bajo el amparo de la inacción política o la falta de controles migratorios eficaces.
La intervención de esta célula supone un cambio de rumbo: por primera vez, la policía española actúa de forma directa contra una estructura criminal nacida y protegida por el chavismo.
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Nacida en Venezuela y con presencia en toda América del Sur
El Tren de Aragua es una organización criminal surgida en Venezuela que, en pocos años, se ha convertido en una de las bandas más poderosas y temidas de América Latina. A diferencia de lo que su nombre sugiere, no tiene relación con el transporte ferroviario, sino que representa una compleja red delictiva con una estructura jerárquica y presencia en varios países de la región. Su influencia se extiende hoy por al menos ocho naciones, entre ellas Colombia, Perú, Chile, Ecuador, Brasil, Bolivia, Panamá y, más recientemente, Argentina.
El grupo nació en 2014 en la cárcel de Tocorón, en el estado venezolano de Aragua. En ese penal, un grupo de reclusos liderado por Héctor “El Niño” Guerrero fundó la organización, aprovechando la falta de control estatal y la corrupción penitenciaria. Desde allí, el Tren de Aragua fue creciendo, imponiendo su dominio no solo dentro de las prisiones, sino también en las comunidades cercanas. Sus actividades abarcan más de veinte delitos, entre ellos el narcotráfico, la extorsión, la trata de personas, el sicariato, el secuestro y la minería ilegal.
La expansión del Tren de Aragua fuera de Venezuela estuvo estrechamente ligada al éxodo masivo de migrantes venezolanos. Siguiendo las rutas migratorias, la banda aprovechó la vulnerabilidad de quienes huían de la crisis económica y social, utilizándolos como víctimas o colaboradores en sus operaciones. De esa forma, extendió su presencia hacia el norte, por Panamá y Colombia, y hacia el sur, por Perú, Bolivia, Chile y Argentina, donde ya se han detectado células operativas.
Hoy, el Tren de Aragua actúa como una red transnacional del crimen organizado, con alianzas con otras bandas de la región, como el Comando Vermelho y el PCC de Brasil. Su expansión ha encendido las alarmas de las autoridades latinoamericanas, que ven en este grupo no solo una amenaza a la seguridad, sino también un símbolo del poder que pueden alcanzar las organizaciones criminales en contextos de crisis y desplazamiento masivo.