Uno de los puntos para apreciar esto es, justamente, desde uno de los símbolos de la ciudad: las casas colgadas. Este conjunto de tres viviendas antiguas y contiguas está construido sobre las rocas, cuyos balcones asoman alprecipicio y permiten apreciar la naturaleza que se extiende hasta el horizonte.
En ellas, funciona un restaurante y, también, el Museo de Arte Abstracto Español, el primero de esta corriente en el país. Su fundador, el artista Fernando Zóbel, hizo que la Cuenca se convirtiera en un centro de arte único en España, ya que cuenta con sus obras y las de sus colegaslocales realizadas en las décadas del 50 y 60 que donó para su creación.
Para los amantes de las exhibiciones, esta ciudad de 55.000 habitantes tiene opciones para todos los gustos y edades. El Museo de Cuenca ofrece un paseo a través de la historia ya que posee piezas recogidas en los yacimientos arqueológicos de toda la provincia, tanto prehistóricos, como romanos, medievales y modernos.
El Museo Paleontológico de Castilla La Mancha es otro lugar único para visitar, ya que reúne 32.000 ejemplares de dinosaurios que vivieron en la zona hace al menos 125 millones de años. Además, ofrece la posibilidad de realizar un recorrido por los últimos 550 millones de años de la historia de la tierra.
Para el público infantil, se encuentra también, el Museo de las Ciencias de Castilla-La Mancha, donde pueden disfrutar del planetario y de los tesoros de la Tierra, viajar en una máquina del tiempo e interactuar con la historia del Futuro y en el laboratorio de la Vida.
Un paseo por la historia
El mejor museo de la ciudad es, sin dudas, sus propias calles y los edificios que la componen. El principal es la Catedral de San Julián, que data del siglo XII, y se encuentra en la Plaza Mayor. Este edificio es famoso no sólo por ser el más importante de estilo gótico francés de Castilla (compite palmo a palmo con la de Ávila), sino también por carecer de campanario, ya que el suyo se derrumbó en 1902. Esto le da un aspecto de inacabada que contrasta con su interior rico en arte y reliquias.
En otros de los flancos de la plaza, se yerguen las casas consistoriales, actual sede del ayuntamiento, en las que reluce su arquitectura barroca, que también recaló en la ciudad a lo largo del siglo XVIII.
En el lado opuesto, comienza la ronda de Julián de Romero, un callejón que conduce cuesta arriba hasta el castillo y en cuyo trayecto emergen viviendas que la atraviesan de un lado al otro, conformando una especie de puentes que durante siglos sirvieron para alojar a los pobladores locales.
Este fenómeno se dio debido a la falta de lugar para construir en la ciudad, lo que llevó a los arquitectos a ingeniárselas para hallar lugares disponibles donde no los había. Esto también puede verse en la calle La Moneda, donde las paredes externas se encuentran inclinadas hacia la acera para ampliar el espacio interior.
Otra de las soluciones que encontraron fue levantar los rascacielos del barrio San Martín, que tienen hasta diez pisos y se van adhiriendo a las rocas de la Hoz del Huécar y cuentan con una vista privilegiada del paisaje que rodea Cuenca.
Si de torres se trata, una de las atracciones locales es la de Mangana, que se eleva donde se encontraba una alcazaba árabe y la antigua judería. Su particularidad es que las campanadas las da cada quince minutos entonando en cada una de ellas un fragmento de una jota.
Para los amantes de la historia antigua, la ciudad también posee varias ruinas romanas ubicadas a algunos kilómetros de distancia. Los más importantes son las de Ercávica, Valeria y Segóbriga y la villa de Noheda, que tiene el segundo mayor mosaico conservado del mundo.
Un paraíso culinario
No todo son museos, iglesias, ruinas romanas y paisajes en Cuenca. Uno de sus grandes atractivos, además, son las comidas y bebidas locales. Esto la llevó a ser nombrada Capital Española de la Gastronomía 2023 por la Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo (FEPET) y Hostelería España a fines del año pasado.
Un visitante no puede decir que pasó por allí si no ha probado, al menos, alguno de sus platos más tradicionales. Estos suelen estar elaborados con productos extraídos enlos campos y bosques de los alrededores y preparados conrecetas que datan de tiempos inmemoriales.
Los zarajos, por ejemplo, están hechos con intestinos de cordero lechal marinados y enrollados en un sarmiento que se los fríe en aceite de oliva (también pueden cocinarse al horno). Muchas veces, se lo suele servir como tapas.
Otro de estos platos tradicionales es el Morteruelo, una especie de paté compuesto por hígado de cerdo, especias y pan rallado, al que se le agregan ingredientes de caza menor (conejo, liebre, perdiz). Usualmente, se lo utilizapara untar sobre tostadas.
Las Migas con huevo son otras de las delicias de Cuenca y una de los más populares y típicas de la región de Castilla La Mancha. Están compuestas por pan seco, huevos, ajos, aceite de oliva, sal y agua.
También, se encuentra el ajo arriero, un acompañamiento de origen humilde que se suele servirse junto a los pescados o carnes. Sus principales ingredientes son las patatas, el huevo, el ajo y el aceite de oliva.
Finalmente, el mojete es una especia de ensalada en la que se mezclan el tomate, la cebolla, el huevo duro, el atún en lata, las aceitunas negras y se la adereza con sal y aceite de oliva.
Para los amantes de los postres, el Alajú les dejará un gusto dulce en la boca. Esta especie de turrón se produce con una masa de almendras, miel, especias, pan rallado y pan tostado que se recubre con una oblea en cada lado.
Toda buena comida tiene que estar regada por un buen vino. En el último concurso que se realizó en la ciudad fueron galardonados con la medalla de oro los blancos “Antares Lágrimas de Sauvignon Blanc”, de Nuestra Señora de la Estrella; el rosado “Villa Ledaña”, de laCooperativa San Isidro; el tinto joven “Pedroheras Tempranillo”, de Bodegas Pedroheras; el tinto de más de dos años “Talamingo”, de Bodega Talamingo Caballero; y el de más de tres años “Teatinos Signum”, de Bodega Purísima Concepción.
Finalmente, para una sobremesa amena tras el almuerzo o la cena, se sirve el resolí, un licor que tiene una graduación de entre 16 y 18 grados, compuesto por café, anís seco o aguardiente, corteza de limón o de naranja, canela en rama, clavo, azúcar y agua.