6 de octubre 2025 - 11:31hs

En una entrevista reciente en Onda Cero, la ministra de Vivienda, Isabel Rodríguez, sentenció que "es el mercado el que está atrapando y ahogando a las familias", al comentar las dificultades de muchos españoles para acceder a una vivienda. Una situación que usó como pretexto para defender la necesidad de una intervención del Estado aún mayor en el sector inmobiliario.

Sin embargo, la evolución de la vivienda en España en los siete años y medio que lleva Pedro Sánchez en el Gobierno aplicando medidas dirigistas refuta esa premisa. Su política orientada a proteger a los inquilinos frente a los propietarios e impulsar la vivienda protegida sobre la libre no ha mejorado los problemas de accesibilidad previos, sino todo lo contrario. La oferta de pisos disponibles se ha desplomado a mínimos y la subida de precios tanto de compra como de alquiler parece no tener techo.

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Isabel Rodríguez, ministra de Vivienda de españa

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Los analistas apuntan que los desequilibrios del mercado de la vivienda en nuestro país, agravados por una demanda que crece mucho más rápido que los ritmos de edificación, se han acentuado precisamente por la gestión de PSOE y Sumar, que ha extendido entre los propietarios el temor a no poder recuperar sus viviendas en caso de sufrir impagos u ocupaciones ilegales.

Lejos de atender la razonable inquietud de quienes poseen la mayoría del parque inmobiliario, la ministra afirmó que entre proteger el derecho a la propiedad y el derecho a la vivienda siempre antepone el segundo. Así será complicado que los propietarios que han retirado sus pisos del mercado vuelvan a ofrecerlos y ayuden así a paliar el creciente déficit de oferta.

Oferta evaporada

Hace quince años, después de los estragos causados por el estallido de la burbuja inmobiliaria, España se asemejaba a una península de casas vacías, con un stock acumulado de 700.000 pisos disponibles. Hoy día, sin embargo, es un país en el que por paradójico que parezca faltan viviendas: a finales de año, según los cálculos más recientes del Banco de España, el déficit entre la oferta y la demanda de vivienda será de 700.000 viviendas. También la Comisión de Vivienda del Parlamento Europeo ha determinado que los problemas de accesibilidad en España responden a la falta de oferta por el acelerado agotamiento del stock de pisos acumulados en los años anteriores a la pandemia.

Pese a ello, el Ejecutivo se niega a atender la petición de los promotores de liberalizar suelo público disponible y facilitar al máximo los cambios de uso de los terrenos sin explotar con el argumento de que sería promover la especulación como se hizo en la burbuja inmobiliaria. Pretender solucionar el problema de falta de oferta con una política de planificación estatal, propia de épocas en que había exceso de construcción, sólo generará mayor frustración y melancolía de un pasado mejor en los principales damnificados por la escasez de vivienda: los jóvenes.

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Promesas incumplidas

Otro motivo de frustración para quienes no logran acceder a una vivienda es que no llegan las soluciones prometidas. De las 185.000 nuevas viviendas que anunciara Pedro Sánchez en la campaña electoral de mayo de 2023 apenas se han entregado un centenar, y la mayoría corresponden a promociones previas de comunidades autónomas o de ayuntamientos.

Aun así, la ministra sostiene que al priorizar la edificación de vivienda sostenible y gracias a la política de mejora de rentas del Gobierno (como la subida del salario mínimo y de otras prestaciones) han logrado reducir el esfuerzo que deben realizar las familias para acceder a un piso en nuestro país. Según Eurostat, en 2023 (ya con el PSOE en el poder) el 40% de los hogares destinaba un 40% de sus rentas al pago de la vivienda, un porcentaje que se ha reducido al 28% este año, aunque todavía permanece por encima de la media europea (un 20%).

Sin embargo, ni la movilización de un presupuesto público multimillonario ni la puesta en marcha de un Perte para el sector inmobiliario acaban de plasmarse en una mejora de la disponibilidad de pisos, en parte por los dilatados plazos de edificación.

En suma, no es la mano invisible del mercado que identificó Adam Smith la que dificulta el acceso a la vivienda, sino el control cada vez mayor del Estado sobre la economía.

FUENTE: RIPE - EXPANSIÓN

Temas:

vivienda pública

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