A 10 días del inicio la confrontación directa entre Israel e Irán, Donald Trump tomó la decisión de involucrarse en el conflicto y ordenó un ataque en contra de tres instalaciones nucleares iraníes mediante la operación denominada “Martillo de medianoche”. De este modo, resolvió algunos de los dilemas a los que se enfrentó antes de aprobar el ataque aéreo y con misiles al territorio iraní. Estados Unidos ya participa de lleno del lado israelí, expuesto a las consecuencias de una respuesta iraní que únicamente escalará el conflicto regional.
La intervención militar del sábado a la noche inicialmente tuvo objetivos claramente definidos con el propósito de desmantelar las capacidades nucleares de Irán, uno de los principales compromisos de política exterior de Trump. En paralelo, Marco Rubio, secretario de Estado, reiteró que está en pie la disposición a llevar a cabo negociaciones directas con Teherán sobre el programa nuclear iraní. Sin embargo, por más claros que estén definidos los límites iniciales del “Martillo de medianoche”, la respuesta iraní puede llevar el conflicto hacia otros derroteros que pondrán a prueba el liderazgo presidencial e incidirán en otros ámbitos de su agenda política.
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Los límites iniciales de la intervención
Hace apenas un poco más de un mes, en su primera gira internacional, en Riad, Arabia Saudita, Donald Trump delineó su postura frente al intervencionismo occidental en la región, con énfasis en una crítica en contra de los proyectos liberales de “construcción de naciones” que fracasaron en lugares como Kabul y Bagdad. Esta postura no es nueva para Trump. De forma consistente, ha rechazado también las acciones militares de sus antecesores y se ha comprometido a no iniciar nuevas guerras. En su primera campaña presidencial, para marcar un contraste con sus rivales republicanos, criticó la intervención de George W. Bush en Irak de 2003 por costosa y por haber provocado pérdidas innecesarias de vida e incluso llegó a calificar posteriormente la invasión a ese país como la peor decisión que se haya tomado. En el caso de la operación “Martillo de medianoche” ya no hay vuelta de hoja: la autoría es suya, como también lo será la responsabilidad de las secuelas por cualquier respuesta iraní.
A tono con el discurso en Riad, en la ceremonia de graduación de la Academia de West Point, Trump embistió dos semanas después de nuevo en contra de las “cruzadas para construir naciones” y de los experimentos ideológicos que involucran a las fuerzas armadas. A la luz de estas posturas, parecería contradictorio ordenar una intervención en Irán para cambiar el régimen. Sin embargo, el tema está presente en el actual conflicto entre Israel e Irán. Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel, ha planteado que un resultado de la guerra en curso podría ser el cambio de régimen en Teherán. Nada más atractivo para los halcones republicanos que ahora celebran la decisión de Trump que contribuir a ese desenlace, por más que el vicepresidente JD Vance y Pete Hegseth, secretario de Defensa, hayan sostenido que el “Martillo de medianoche” estuvo solamente dirigido en contra del programa nuclear y no del gobierno de Irán.
Trump Vance Rubio Hegseth
Trump dió detalles del ataque de EEUU a Irán en un mensaje desde la Casa Blanca.
AFP
Alto a las negociaciones
Hasta hace unos días, Steve Witkoff, enviado presidencial especial, había sostenido cinco rondas de conversaciones con Abbas Araqchi, canciller de Irán, sobre el desmantelamiento del programa nuclear iraní, un objetivo prioritario de la política exterior trumpista. La sexta, prevista para el 15 de junio en Mascat, Omán, debió suspenderse como consecuencia de los primeros ataques de Israel a Irán.
La postura de la Casa Blanca ahora es que Irán ya tiene la capacidad de producir un arma nuclear en un plazo de dos semanas, aunque el liderazgo de ese país no ha tomado la decisión final para hacerlo. Ante este panorama, la intervención militar de Estados Unidos ha cerrado la posibilidad de negociaciones directas con Teherán, a pesar de la oferta de Rubio: después del “Martillo de medianoche,” Araqchi planteó que es irrelevante una negociación sobre el programa nuclear.
Conferencia de prensa del secretario de Defensa Pete Hegseth y el General Cain. AFP.jpg
Los aislacionistas, por ahora al segundo plano…
Hasta el sábado por la noche, como parte de una larga tradición aislacionista en la historia estadounidense, Donald Trump había mantenido de forma consistente una postura contraria al involucramiento militar de Estados Unidos en conflictos extranjeros costosos e interminables. En la base electoral del movimiento Make America Great Again (MAGA) hay voces notoriamente aislacionistas. Sin embargo, estas conviven con corrientes que consideran a Israel un aliado natural que no se debe abandonar por ningún motivo, incluso por mandato bíblico, y con halcones republicanos que favorecen un reacomodo en la distribución del poder en el Medio Oriente a favor de los intereses de Estados Unidos.
Por ello, la decisión de autorizar el “Martillo de medianoche” tendrá costos políticos y provocará algunas cuarteaduras en la coalición electoral de Trump. El ineludible debate en el Congreso - donde Israel tiene poderosos aliados - que se generará en la semana por la ausencia de una consulta formal para actuar en Irán de acuerdo con la Ley de Poderes de Guerra tendrá como algunos de los principales críticos del presidente a sus aliados legislativos aislacionistas en una coyuntura en la cual se requiere su apoyo para avanzar varias iniciativas claves para la agenda trumpista, entre ellas, la aprobación del presupuesto del gobierno federal para el año fiscal 2026 antes del 4 de julio.
Los siguientes pasos….
“Martillo de medianoche” se convirtió en la decisión más significativa del segundo mandato de Donald Trump. En un momento en la cual varios gobiernos tienen pendientes asuntos importantes con Estados Unidos, entre ellos, la negociación de aranceles, las prioridades internacionales de Trump se han reacomodado y la diplomacia estadounidense estará atenta a las reacciones para poner a prueba a aliados y a socios.
Desde una perspectiva personal, la intervención en la guerra entre Israel e Irán marcará el legado del paso de Trump por la Casa Blanca a largo plazo. En el corto, a pesar del aparente éxito del “Martillo de medianoche, estará a prueba el margen de maniobra presidencial para impulsar otras prioridades de la agenda política en una coyuntura de agravamiento de la crisis en el Medio Oriente.