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¿Cómo invertir en un emprendimiento uruguayo?

La actual legislación lo convierte en un proceso demasiado engorroso, al tiempo que no hay opciones de fondos abiertos; el rubro de la tecnología es el que presenta mayor flexibilidad para recibir dinero

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14 de diciembre de 2020 a las 05:00

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Si uno quiere invertir, por ejemplo, en energías renovables basta con consultar a un corredor de bolsa y seguir los pasos que se indican hasta colocar el dinero en un portafolio de empresas. 

Sin embargo, si las intenciones son poner dinero en un emprendimientos locales, la tarea se vuelve un poco más difícil porque no hay fondos de inversión abiertos, y los vericuetos de la legislación uruguaya hacen que realizar una inyección económica sea engorroso. 

“Lo que se usa, muchas veces, es que los emprendimientos formen una empresa bajo la legislación anglosajona para poder recibir dinero más fácilmente a través de inversiones”, explicó a Café y Negocios el fundador de Collokia y exsocio del fondo Prosperitas Capital Partners, Pablo Brenner. Agregó que las leyes uruguayas, derivadas de Francia, sobre inversiones en proyectos emergentes son complejas porque requieren muchos pasos hasta que la operación se concrete. “Hoy en día el lugar que más se utiliza para registrar la empresa es Delaware, en Estados Unidos”, ejemplificó. 

Brenner explicó que una vez que la empresa está registrada en algún país que se rija por las leyes anglosajonas, se arma una estructura en donde los inversores pueden poner dinero dentro del emprendimiento. Este marco regulatorio permite que, si dos partes se ponen de acuerdo, se pueda realizar la inversión sin ningún tipo de inconveniente. 

Sin embargo, la regulación uruguaya exige que se cumplan determinadas condiciones, al margen de que las partes estén de acuerdo o no. “Muchas de las cláusulas que se encuentran en un contrato de inversión en Estados Unidos no se pueden aplicar en Uruguay porque la normativa no lo permite”, argumentó. 

Por otra parte, regirse por la ley anglosajona, en palabras de Brenner, permite atraer inversores extranjeros porque la mayoría coloca su dinero con esta normativa. El empresario comentó que hace algunos años se intentó aplicar estas leyes dentro de Uruguay, pero no se logró por falta de acuerdo. 

Brenner explicó que es muy difícil invertir en emprendimientos bajo la ley local, dado que requiere de mucho tiempo y también de recursos para estar en condiciones de canalizar el dinero. 

Actualmente, para invertir en start ups se destacan dos maneras: a través de un préstamo convertible o –si la empresa ya tiene una valuación– comprando acciones. La primera forma, utilizada sobre todo en etapas iniciales, implica que, por ejemplo, se colocan US$ 50 mil y un tiempo después se obtiene un determinado beneficio financiero. 

DELIL SOULEIMAN / AFP

En Uruguay este acuerdo suele hacerse de palabra y con personas que tienen un vínculo con los emprendedores, porque realizar un contrato implica seguir una serie de pasos que son tediosos y que no siempre se está en condiciones de cumplir. “Esto se usa mucho en empresas que recién arrancan”, insistió Brenner y agregó que en Estados Unidos este aspecto está regulado bajo en nombre de convertible loan.

Tomar riesgos

En coincidencia con Brenner, el fundador de Tokai Ventures y presidente de la Cámara de Comercio Uruguay China, Gabriel Rozman, dijo que la legislación uruguaya es el mayor obstáculo a la hora de colocar dinero. De igual modo, argumentó que siempre se puede encontrar alguna forma de invertir y mencionó ejemplos similares a los de Brenner. 

Para Rozman la población uruguaya que tiene ahorros no suele volcarlos al ecosistema, porque “los emprendimientos lamentablemente no garantizan nada”. “Creo que somos personas que no estamos acostumbradas a tomar riesgos y es necesario que empecemos a pensar en ello”, añadió. 

Brenner y Rozman coincidieron en que una muestra de esto es la falta de fondos de inversión en Uruguay y cómo algunos han fracasado con el correr de los años. Rozman sostuvo que en la actualidad la mejor forma de que ingrese dinero a través de una inversión es hablar directamente con la persona que tiene el capital. “Hoy en día hay determinadas personas que son potenciales inversores. No se da tanto el tema de los fondos”, dijo. 

En caso de que se dé una inversión directa, para el fundador de Tokai Ventures, lo mejor es realizar un acuerdo de accionista a través de un contrato. Consideró que esto no es fácil, porque –tal como explicó Brenner– hay determinadas cuestiones que se tienen que cumplir pero reparó que con un poco de trabajo pueden concretarse. 

Brenner mencionó que hoy en día el ecosistema tiene la oportunidad de crear fondos locales que sean abiertos, para que cualquier inversor pueda ser parte. Afirmó que, si bien hay otros en la región, tener fondos con una impronta local permite ver de cerca “todo el abanico de proyectos” dentro de determinados sectores. 

Rozman, por su parte, dijo que  le “gustaría mucho” ver este tipo de iniciativas en Uruguay. Agregó que esto sería de gran ayuda para muchos proyectos que están buscando la manera de empezar, y argumentó que si se diera con un relativo éxito, habría más dinero en el ecosistema. 

Los ángeles 

Para la directora de Xcala, Isabelle Chaquiriand, Uruguay cuenta con un gran diferencial al tener a la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) y a la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE). Explicó que estos organismos suelen poner dinero en las etapas tempranas de los emprendimientos, lo que es fundamental para hacer funcionar el proyecto. 

En caso de no recurrir a estas formas de financiamiento, los fondos para empezar un emprendimiento suelen salir del propio emprendedor o de algún familiar que contribuye con la causa. De acuerdo con Chaquiriand, esta es una de las etapas más complicadas y donde no se suele encontrar inversión privada por fuera de los ejemplos mencionados. 

Sin embargo, cuando la idea de negocio se validó, suelen entrar en juego los conocidos inversores ángeles. Este concepto se viene desarrollando desde hace siglos y los primeros fueron los reyes de España, cuando le dieron dinero a Cristóbal Colón para que viajara a las Indias.

En otras palabras, son personas que tienen un patrimonio que pueden arriesgar en un emprendimiento y luego recoger los beneficios a largo plazo. Chaquiriand contó que Uruguay tiene la particularidad de que estos grupos no se sostienen en el tiempo, sino que surgen en casos puntuales y luego se separan. “No hemos logrado que haya una red que perdure”, agregó. 

Lo que sí se ha sostenido son grupos de inversores que apuestan por el ecosistema. Sin embargo, entrar a uno de estos no es fácil porque suelen ser cerrados para determinados perfiles. “Son grupos cerrados, de gente amiga, que invierten en tramos tempranos o medios”, explicó Chaquiriand. Agregó que esto es una particularidad de Uruguay, porque en otros países hay grupos abiertos en donde –bajo determinadas condiciones– cualquier inversor puede poner dinero. 

En la misma sintonía que Rozman, para Chaquiriand esto implica que haya una pérdida de conocimiento, porque no se puede aprender de los que invierten. “No hay esa posibilidad de ir a un foro de inversión y escuchar lo que preguntan, entender cómo razonan”, ejemplificó la directora de Xcala y lamentó que esta es la gran pérdida de tener grupos cerrados. 

Luego de pasada la etapa de inversión ángel, los emprendedres suelen salir a buscar dinero por fuera de las fronteras uruguayas. No obstante, Chaquiriand comentó que en los últimos meses se han instalado fondos internacionales, motivados principalmente por la buena actuación sanitaria que ha tenido Uruguay hasta ahora. “Eso es una oportunidad de tener más cerca el acceso a capital por encima del millón de dólares”, dijo.

El sector de la tecnología 

Si bien la legislación uruguaya provoca que invertir en emprendimientos no sea fácil, hay un sector que tiene más flexibilidad que el resto: la tecnología. Según lo que dijo Álvaro Vigliola, uno de los socios de Alpha4 Ventures, este rubro “está en un marco muy cómodo para un inversor tanto local como extranjero”. 

Explicó que Uruguay es referencia en este sentido, porque presenta una de las mejores condiciones en toda América Latina, algo que termina atrayendo a extranjeros que quieren volcar sus ahorros. 

Entre las ventajas, Vigliola destacó la transparencia dentro de la ley uruguaya, que contempla tanto al emprendedor como al accionista. Puso como ejemplo que la legislación no tiene mayores reparos en el pago de dividendos hacia el exterior o el traslado de acciones de un inversor a otro. “Esto es fácil de realizar en Uruguay, y no tiene mayores complicaciones legales. En otros países es mucho más complicado”, afirmó. 

Tanto en el sector de la tecnología como en el resto los montos varían dependiendo de la etapa en la que está el proyecto y la disponibilidad que tienen los inversores. Vigliola recalcó que todo emprendimiento tiene su valor propio y a partir de allí entran a jugar elementos para pactar una inversión final. Chaquriand, por su parte, comentó que en la etapa ángel los proyectos suelen recibir un promedio de US$ 120 mil. 
Vigliola argumentó que casos como el de dLocal o PedidosYa muestran que las empresas uruguayas pueden sobresalir.

De igual modo, aclaró que “por un tema de tamaño” Uruguay no puede aspirar a tener grandes movimientos de dinero, lo que implica que los emprendimientos siempre necesiten ver el mundo entero a la hora de conseguir financiación. “Y con esto me refiero a todos los sectores, no solo al de tecnología”, afirmó. 

El fundador de Tryolabs, Martín Alcalá, coincidió con Vigliola pero argumentó que invertir en el sector de la tecnología implica grandes riesgos. Según Alcalá, todo depende del estadío en el cual esté el proyecto, pero en etapas tempranas no siempre los resultados son los esperados, por lo que a veces es conveniente esperar para ver cómo evoluciona el emprendimiento. 

En esta misma línea, mencionó que los inversores no suelen volcar más de US$ 100 mil en etapas tempranas. “Esto implica que recaudar más de US$ 200 mil en un ronda de inversión sea algo realmente complicado”, argumentó.

Para Alcalá, es de esperar que con el correr de los años Uruguay tenga “más inversores sofisticados”, pero eso dependerá de cómo evolucionen algunos aspectos de la economía local y también los casos de éxitos que pueda tener el ecosistema. 

Mientras que esto no pase, en coincidencia con lo que dijo Brenner, Alcalá recomendó que lo mejor es volcarse hacia otros países. Puso el caso de su empresa como ejemplo, y recordó que en su momento acudieron a aceleradoras de Estados Unidos para obtener una valuación y a partir de allí conseguir dinero. “No conozco otra manera de duplicar o triplicar el valor de una empresa en pocos meses”, sentenció. 

Un fondo privado que busca apoyo 
El pasado jueves 3 de diciembre se lanzó el Carolan Fund for Entrepreneurial Research. Una iniciativa que lleva adelante el Centro de Innovación y Emprendimientos de la Universidad ORT (CIE) en conjunto con el Carolan Research Institute de Estados Unidos. El fondo contará con una caja incial de US$ 50 mil, que será repartido entre 10 emprendimientos. En su momento, el director del CIE, Enrique Topolansky, comentó que están abiertos a recibir el aporte de empresas privadas que quieran contribuir desde el punto de vista económico y publicitario. Consideró que esto resulta vital para consolidar el fondo y que se vuelva un jugador más del ecosistema local.

No poner el carro delante de los bueyes 

Martín Alcalá, Santiago Pehar y Martín Larre crearon en el 2014 Angel Club, una propuesta que buscaba acercar inversores a los emprendimientos. Sin embargo, la iniciativa no tuvo éxito y duró solamente dos años con tres inversiones entre 200 start ups. 

Según Alcalá, la necesidad de fondos abiertos es real, pero hay que tener claro que se debe apostar a ellos cuando el ecosistema esté realmente preparado. Casos como el de dLocal, al ser el primer unicornio uruguayo, pueden empujar para que esto suceda pero recalcó que no es conveniente forzarlo porque las consecuencias pueden no ser favorables. 

“Entiendo que una cosa empuja a la otra, en este marco, lo más esperable que es que se den este tipo de iniciativas en el corto y mediano plazo”, explicó y agregó que hay que concebir al ecosistema como un todo.  

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