¿Es cierto que el cambio de gobierno no incidió en la suba del dólar?

En la suba reciente del dólar hay, básicamente, tres factores a considerar. Todos incidieron en mayor o menor medida en la variación del dólar. Dos de ellos sobre el fondo del asunto -la suba-, y otro sobre la magnitud inicial pero no sobre la trayectoria: el cambio de mando

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12 de marzo de 2020 a las 11:50

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Vivimos tiempos turbulentos y la economía es un reflejo de ellos. Hay noticias que generan reacciones extremas y el pánico se apodera de los mercados, que en última instancia se compone de millones de decisiones individuales de personas que no quieren perder dinero.

Pero cuando en ese caldo de cultivo también se da una transmisión del mando con un cambio de signo político en el país, se hace más difícil separar la paja del trigo para adjudicar responsabilidades a cada factor.
 
Las aguas están divididas en Uruguay; casi partidas a la mitad como reflejó la segunda vuelta electoral del octubre entre quienes preferían el “cambio” propuesto por Lacalle Pou y quienes consideraban que debía darse “continuidad” al proyecto político de la izquierda con Daniel Martínez al frente.

Por eso, cuando se ve que en los primeros 11 días de gobierno el dólar pasó de $ 39,2 en el mercado mayorista a $ 43,414, con una suba de 16,1% -más de $ 4-, es inevitable que desde tiendas políticas se intenten llevar agua para el molino propio.

Y ahí, en ese terreno, las posturas se radicalizan y la realidad se tergiversa.

Ruido en el gobierno sobre el dólar y una semana sabática del BCU

En la suba reciente del dólar hay, básicamente, tres factores a considerar.

El primero, el temor por la ya declarada pandemia causada por el coronavirus y sus efectos en la economía mundial. El segundo, la guerra petrolera entre Rusia y Arabia Saudita y el tercero el cambio de gobierno a nivel local.

Todos incidieron en mayor o menor medida en la variación del dólar. Dos de ellos sobre el fondo del asunto -la suba-, y otro sobre la magnitud inicial pero no sobre la trayectoria: el cambio de mando.

Pero veamos qué papel jugó cada factor en la suba del dólar de los últimos días para aportar claridad al panorama.

Durante la primera semana del nuevo gobierno, los temores por la propagación del coronavirus en el mundo potenciaron las dudas sobre la sostenibilidad del crecimiento económico. Las medidas implementadas en China y luego en Europa con paralización de ciudades enteras imprimió un freno a la economía y a las expectativas de crecimiento, que rápidamente fueron interiorizadas por los mercados de valores en las proyecciones de rentabilidad empresarial.

El viernes 28 de febrero, en el último cierre de mercado antes de la asunción de Lacalle Pou, el dólar interbancario se situó en $ 39,152. Venía de acumular siete jornadas consecutivas al alza y había alcanzado los $ 40 en la pizarra de venta al público. Hasta ese día, había aumentado 4,86% desde los $ 37,366 del cierre de 2019. De todas formas, enero había sido un mes de relativa estabilidad, y fue recién en febrero cuando se comenzó a imprimir una trayectoria al alza sin mayores sobresaltos, que se aceleró levemente en los últimos 10 días (4,3% de suba mensual). Las expectativas al alza se habían instalado, y para ello habían jugado en lo previo los mensajes tanto de Lacalle Pou como de su ministra de Economía, Azucena Arbeleche. Los dos habían machacado sobre el concepto del “atraso cambiario” que atraviesa la economía local, que varios expertos venían cifrando entre 20% y 30% respecto al tipo de cambio real histórico. O, lo que es lo mismo, el dólar debería valer hasta un 30% más caro de lo que reflejaba la pizarra.

Primer día en calma

Al margen de eso, el lunes 2, el primer día de operativa cambiaria del nuevo gobierno, no pasó nada relevante. El dólar volvió a subir pero en una jornada calma, con una variación en el promedio de transacciones de 0,1% respecto al cierre anterior. Era lógico. Operadores del mercado con los que hablé me comentaron que el cambio de portafolio había comenzado tiempo antes, incluso a mediados del año pasado. Tanto es así que en diciembre y enero el dólar enfrentó presiones bajistas por el ingreso de capitales especulativos.

Pero el martes, las cosas se comenzaron a entreverar. La Reserva Federal de EEUU decidió un recorte sorpresivo de la tasa de interés de referencia, que puso en evidencia que existía una preocupación mayor a la perceptible hasta el momento por el coronavirus y sus efectos económicos. La reacción fue opuesta a la esperada y los inversores se fueron volando a opciones de resguardo de valor. Así, los rendimientos de los bonos del Tesoro de EEUU, considerados la opción más segura del mundo, cayeron a mínimos históricos y los capitales comenzaron a huir de las economías emergentes. Uruguay entre ellas.

Temor por coronavirus

Aquí identificamos el primer factor de fondo que propició la suba del dólar: el temor por la salud de la economía global que llevó a su fortalecimiento. Pero también en este punto entra en juego el segundo factor, que hace a la magnitud: el cambio de gobierno.

Si bien esas primeras subas del dólar en marzo estuvieron totalmente explicadas por lo que pasaba en el mundo, una ausencia llamativa del Banco Central en la operativa cambiaria llevó a los operadores a tensar la cuerda de las expectativas.

Estaba claro que el nuevo gobierno propiciaría una valorización del dólar porque ese mensaje había sido explícito, pero no había pistas sobre la velocidad y los plazos.

Fue así que el martes 3, con el mensaje de la Fed instalado, el dólar subió casi 1% sin intervención del Banco Central. Hasta ahí no había problemas, porque en Brasil -que es la principal referencia para la plaza local en materia cambiaria- el real había subido casi en idéntica magnitud (0,9% hasta los 4,51 unidades por dólar). 

En el Banco Central, el presidente Alberto Graña, designado en el gobierno pasado ya había renunciado el último día de febrero y el directorio de la institución había quedado integrado por el vicepresidente Jorge Gamarra y el director blanco, Washington Ribeiro.

El miércoles la tónica fue similar. Suba en Brasil (1,6%) y suba en Uruguay (1,4%), nuevamente sin aparición del BCU. Segundo día que la divisa subía fuerte, pegado a Brasil, y sin que la autoridad monetaria le pusiera techo.

El jueves, tercer acto: el dólar siguió subiendo en Brasil, pero la actuación del banco central de ese país moderó el alza a 0,5%. En Uruguay, en tanto, una nueva ausencia de la autoridad monetaria llevó a los operadores a sobrerreaccionar a los estímulos externos. 

La divisa aumentó casi 2% ese día a 40,85 en el mercado mayorista y llegó a ofrecerse por encima de los $ 42 en los cambios privados.

Un día antes, el director nacionalista de Ancap, Diego Labat, había sido designado presidente interino del BCU, pero eso no había cambiado el accionar del BCU. Ese mensaje alteró las expectativas, y llevó a los operadores a interpretar que el gobierno estaba dispuesto a permitir una apreciación mayor a la que se daba en los mercados emergentes de referencia. Había declaraciones de sobra por esos días de los nuevos jerarcas económicos que alimentaban esa percepción.

El viernes empezó igual, aunque con un giro ya esperado a esa altura. El Banco Central apareció del lado de la oferta pasado el mediodía, luego de una mañana con una fuerte volatilidad y le marcó una referencia a la divisa. Labat habló de “sobrerreacción del mercado”, que cerró con una suba en el promedio operado de 1,9% y un valor al público que orilló los $ 43 en los cambios privados. El Central había puesto fin a su semana “sabática”, en la que la divisa se disparó 10,2% a $ 41,64 en el interbancario, mientras que en Brasil la suba para igual período fue de 5,6%.

Guerra petrolera

A partir de este lunes 9 fue otro cantar. La volatilidad, ahora, se encaramó en los hombros de Rusia y Arabia Saudita con su guerra por la producción de petóleo.

Los mercados se desplomaron y la divisa subió en todos las plazas emergentes. También hubo una aparición tardía del BCU sobre el mediodía del lunes, cuando el dólar llegó a tocar los $ 44 en el mercado mayorista y se llegó a ofrecer a $ 46 en las pizarras, con una brecha entre la punta compradora y la vendedora de $ 4. Al cierre de la operativa bancaria descendió $ 42,95. La volatilidad intradiaria había sido nuevamente la regla con operaciones que oscilaron entre los $ 42,5 y $ 44.

Sobre el “irrisorio” accionar del Central y sobre el mensaje del gobierno se enfocó el expresidente del BCU, Mario Bergara, en declaraciones a Revista Martes.

“Si las señales son contradictorias y la gente empieza a tener esa sensación de que el gobierno quiere el dólar cada vez más alto y no da una señal clara de cómo va a intervenir, se da un poco eso de la profecía autocumplida”, declaró. Y, desde mi humilde opinión, algo de razón le asiste.

Este miécoles, el dólar volvió a subir por 15° sesión consecutiva y la última operación mayorista se realizó a $ 43,53. 

Entonces, sobre la pregunta que da título a esta newsletter, la respuesta es Ni. Puede adjudicarse al cambio de gobierno un efecto sobre las expectativas que, influenciadas por la no intervención del BCU en los primeros días del mes, llevaron a una sobrerreacción sobre la suba del dólar en la primera semana de marzo. Podría haber dado saltos menos bruscos a los que dio, pero a nivel general entre los operadores existe consenso en que la trayectoria es la correcta y se alinea con el resto de las monedas regionales, aunque la magnitud pudo haber sido menor.

Como referencia, la última turbulencia similar -registrada en setiembre de 2008 con la quiebra de Lehman Brothers-, el dólar subió 4,7% el día que se anunció la bancarrota del gigante bancario, con lo que acumuló un salto de casi 10% en 10 días.

Soy Álvaro Irigoitía, subeditor jefe de El Observador. Hasta aquí, esta nueva entrega de Rincón y Misiones, la newsletter exclusiva para suscriptores Member de El Observador para entender mejor la realidad económica y los temas que tocan nuestro bolsillo, y contar con mejor información para tomar decisiones.

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