Fue un lunes negro. Al pánico creciente de los últimos días por el avance del coronavirus y el temor por una posible recesión global, se sumaron las turbulencias generadas en el mercado petrolero. Un cóctel explosivo que sacudió a las plazas financieras del mundo. Los principales índices accionarios se desplomaron y el ritmo devaluatorio de las monedas emergentes frente al dólar se aceleró, mientras los inversores se refugiaban en activos más seguros.
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