Economía y Empresas > LUIS MARTÍNEZ

"No es presionando a través de gremios o sindicatos que se logra que las cosas no cambien"

El socio director de Mazars analizó los desafíos que tiene Uruguay en avances tecnológicos y lo que requieren las empresas
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31 de enero de 2018 a las 05:00
"En enero pasó de todo en el país", fue lo primero que dijo el socio director de Mazars, Luis Martínez, al comienzo de la entrevista. Esa mañana no había parado de responder emails enviando propuestas de trabajo y había mantenido una conversación con un cliente en Francia. "Mi función es estar en contacto con la gente, con clientes actuales y potenciales, y con todo lo que gira alrededor de Mazars. Tengo que vender y hacer que lo que vendimos se cumpla", explicó.

La firma francesa se dedica a auditoría, consultoría, contabilidad, impuestos y recursos humanos, y compite "a muerte" con las denominadas "cuatro grandes" (KPMG, Deloitte, E&Y y PwC).
A Martínez le preocupan los cambios tecnológicos y especialmente los pocos avances que nota en Uruguay respecto a la automatización de tareas. Para su sector, la clave es el asesoramiento a las empresas, algo que "nunca va a poder ser reemplazado por la tecnología".

¿Cómo se vinculó a Mazars?
Estudié contador público en la Universidad de la República. Después trabajé en una empresa representante de marcas internacionales, en donde estuve diez años.
En 1994 decidí comenzar mi vida independiente como asesor. Sentía que podía ayudar a más empresas que a una sola, y me junté con otras personas para empezar nuestro propio emprendimiento.
Al poco tiempo, en 1998, contactamos con Mazars a través de Argentina.
En ese momento, la compañía buscaba desarrollarse a nivel internacional con clientes de Francia que estaban creciendo en todo el mundo.
Empezamos como corresponsales en 1999 y en 2009 pasamos a ser firma miembro de Mazars en Uruguay. Además, ahora soy presidente del board Latinoamericano de Mazars.

¿Cuál de las áreas en las que trabaja tiene más peso en Uruguay?
La auditoría es cada vez más importante; asegurar que lo que se muestra y expresa al mercado está razonablemente bien. Antes no era así, sobre todo en Uruguay, pero ahora se ha ido desarrollando el tema. Cada vez hay más exigencias, leyes que tienen que ver con el manejo de las empresas y de la gente.
Hay más impuestos, obligaciones de presentar declaraciones; la ley de inclusión financiera, de facturación electrónica, temas de seguridad social; no hay secreto bancario. Se ha tornado algo muy sofisticado incluso la liquidación de sueldos.
Es obligatorio y necesario tener un servicio profesional casi permanente.

Muchas empresas recurren a LinkedIn para la selección de personal. ¿De qué otra forma impacta la tecnología?
Ese es un tema que nos preocupa mucho. No voy a decir nada nuevo pero si no estás atento a la tecnología podes dejar de existir o tener grandes problemas.
Hay que estar pensando permanentemente el futuro.
Una pregunta frecuente en las reuniones de Mazars es quien nos asegura que en diez años sigan existiendo auditores. Las cosas se están conectando y suplantando funciones, pero la profesión de asesor no va a dejar de existir.
Siempre le digo a los más jóvenes que nuestra profesión no es ser contador; lo que les interesa a las empresas es que las asesoren.
Hay que entender cómo evoluciona nuestro mercado. Las aplicaciones tecnológicas hoy tienen una importancia brutal, fomentan la interacción con el cliente. El diferencial está en contar con profesionales con formación, experiencia y conocimiento.

¿Con qué tipo de empresas trabajan en Uruguay?
Normalmente con empresas internacionales instaladas en el país, y también con compañías uruguayas de mediano y gran porte.
Es difícil dedicarse solamente a un sector en Uruguay. Sin embargo, tenemos varios clientes de una misma área. Tenemos muchos del área forestal, marítima, naviera, de energía y de servicios como empresas de seguridad, limpieza, y algunos hoteles.

¿Cuáles son los desafíos que tiene Uruguay respecto a la automatización y sustitución de puestos de trabajo?
Considero que son gigantescos. Uruguay se ha quedado mucho en eso y la gente, fomentada por dirigentes públicos y privados, se ha quedado con su trabajo, cómodo como está.
Por ejemplo, sigue habiendo guardas en los ómnibus. En Europa hay trenes y subterráneos que no tienen personas adentro más allá de los pasajeros, aunque hay otros manejándolos desde otro lugar.
Uno ve que hay personas y organizaciones que aún siguen creyendo que hay puestos de trabajo que se van a mantener eternamente, y hacen lo posible porque eso suceda.
No es presionando a través de gremios o sindicatos que se logra que esas cosas no cambien. Hay cosas que cambian y nadie las detiene, aunque se demoren un tiempo.
Me da la sensación de que en Uruguay estamos muy lejos de haberlo analizado y asumido. Hay que entender cómo colaborar con la comunidad y prestar un servicio, haciendo que las cosas funcionen mejor, agregando valor.

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