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¿Qué busca un cazatalentos en el fútbol uruguayo?

¿Qué mira de los jugadores? ¿Cómo descubre la joya y los tapados? ¿Qué debe tener un niño con proyección como futbolista? Una oficio que se desarrolla a olfato puro
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09 de febrero de 2019 a las 05:02

Daniel “Pato” López descubrió hace 27 en el baby fútbol un mundo que lo hizo suyo, y desde hace 21 se empezó a fomar como captador en Nacional.

No tienen fines de semana ni feriados. El teléfono suena a cualquier hora. Son técnicos y sicólogos. Hablan como padres, suelen ser asesores y su condición de tutores está impresa en el oficio. No hay una escuela de formación para su tarea, pero saben de fútbol, y ven lo que nadie ve. Tienen la piel curtida de tanto sol. Predicen el futuro. Olfatean a los pequeños talentos. Lo ven, lo intuyen o lo imaginan, y muchas veces le embocan. Entonces, aquel que un día fue un botija habilidoso que generaba admiración en ese reducido mundo de sus compañeros y rivales de baby, se transforma en figura del fútbol uruguayo. El club celebra el descubrimiento, los hinchas sus actuaciones en la cancha y los dirigentes lo monetizan en ingresos que permiten que la estructura siga funcionando. Luego vuelven a empezar, en un círculo que nunca se termina y que se va renovando, alimentado por aquellos captadores que tienen un ojo especial para descubrir talentos.

“Cuando comencé, de 10 jugadores que promovía como buen proyecto de futbolista, embocaba dos. Ahora te puedo decir que acierto en ocho”, se describe el segundo funcionario técnico de mayor antigüedad en los tricolores, que lleva dos décadas descubriendo talentos.

En aquellos años 1990 se dedicaba a la música, era dj, y su padre Roberto, que fue presidente de Exploradores Artigas, lo terminó de convencer que empezara a dirigir una categoría del club. Con el curso para trabajar en baby, en 1992 empezó a recorrer el camino. Cinco años después se transformaría en captador cuando su primo Luis González y Gerardo Panizza llegaron a coordinar las juveniles de Nacional y desembarcaron con el sistema de captación, algo desconocido para los tricolores. González y Panizza crearon ese departamento en el club.

“Era todo nuevo. Me llevaron como captador pero no existía ni exite un lugar en el que te enseñen a trabajar en esto. En todo este tiempo afiné el ojo en un montón de cosas, y no solo el ojo porque ahora se contemplan otros aspectos que son importantes a la hora de ver si un niño puede tener futuro en el fútbol, su entorno, la familia, la contención que tiene”, puntualiza.

En 2001, cuando Luis González fue cesado en Nacional, López dio un paso al costado. Un año después, Daniel Enriquez lo fue a buscar para que volviera a descubrir talentos.

La vida de un captador

“Hoy es más difícil que antes. Cuando empecé nosotros vivíamos en las canchas, con esto no quiero decir que ahora no estamos todo el día allí, porque también nos pasamos viendo partidos, pero es diferente. Lunes, miércoles y viernes en los campeonatos departamentales de selecciones, y sábado y domingo en los campeonatos de baby de equipos. Copa de Campeones, y ver prácticas, partidos de todas las competencias a nivel departamental en Montevideo y a nivel Metropolitano. Hace 20 años nos cruzábamos con el captador de Peñarol, Danubio, Defensor, que junto a Nacional éramos los únicos clubes que teníamos gente que realizaba esa tarea. Teníamos una muy buena relación, aunque cada uno hacía su trabajo y defendía lo suyo a partir de una sana competencia”, explica.

El siglo XXI trajo nuevas realidades. “Hoy aparecieron agentes que hablan con niños de 10, 11 y 12 años, entonces vos ya no estás compitiendo con tus colegas para captar al jugador que ves con condiciones, sino que hay empresarios que arreglan con los padres y no lo traen a Nacional, lo llevan a otros lados. Por eso digo que la captación cambió. Es como el almacén y el supermercado. Antes tenías solo la competencia con la captación de otros clubes, ahora también están los empresarios y todo se hace más difícil”, subraya.

¿Qué le ofrecen a los niños?

“Lo único que les podemos ofrecer a los niños es un par del calzado, que paga el club. Es algo que no es para todos. Y la posibilidad de formarse en un club como Nacional que atenderá tanto lo deportivo como su formación integral, porque a todos los jugadores del interior, el club Nacional les paga el liceo a partir de un convenio que tiene con el Colegio y Liceo Pallotti, donde se formarán más allá de la cancha”, explica López.

También cambiaron los tiempos para los niños y sus familias. “Antes, del interior venían cada dos o tres semanas y tenían paciencia, esperaban. Ahora, la familia de los chiquilines se pone nerviosa si pasa ese tiempo y no los llamás a la semana siguiente que estuvieron acá”. Por esa razón, López se contacta con todos una vez por semana.

Captación de Nacional entrena de lunes a viernes en Los Céspedes con los niños de hasta 13 años. A partir de los 14 pasan a jugar en séptima y a formar el mundo de juveniles.

¿La marca Nacional ayuda? El caso de Bruno Fornaroli es un ejemplo que López utiliza para graficar. El delantero llegó con la selección  de Salto cuando tenía 11 años. “La rompió y le hablaron todos los captadores, pero se decidió por venir con nosotros porque es hincha de Nacional”, explica.

¿Qué observa en un niño futbolista? “Lo primero que mirás es lo que traen por nautraleza: la técnica y habilidad. También miramos mucho la potencia, si es un zaguero que sea agresivo, si es un zaguero central o golero que tenga altura. En un lateral miramos que tenga recorrido. Hay muchos detalles que ya empezás a descubrir desde los nueve años, como por ejemplo la habilidad, la marca, su agresividad, el carácter. A esa edad no vas a saber si serán buenos cabeceadores o no, porque tienen miedo a impactar la pelota con la cabeza, pero descubrís los otros aspectos”.

¿Cómo es el trato con los padres? “Soy lo más transparente y honesto con ellos. Hay personas en este ambiente que prometen cosas que después no se cumplen y hay padres que les creen. Yo solo prometo lo que Nacional les puede dar, que es mucho, porque les permitirá formarse en todos los aspectos, en lo deportivo y en lo personal”.

Consultado acerca de si los padres esperan el éxito de sus hijos para que se pueda salvar una familia y eso se transforma en presiones para el niño, respondió: “Sí, hay padres que están esperando salvarse con el hijo. Es lamentable pero real. ¿Qué podés hacer? Muy poco, porque cuando la cabeza de los padres está así, es muy difícil. Aunque tengamos protegido al niño, en algún momento ese pequeño siente la presión y a la larga generalmente se queda por el camino. Por eso siempre insisto en las charlas con los niños en que traten de disfrutar, que se diviertan, y a los padres que dejen disfrutar a sus hijos, sin presiones porque si tienen condiciones, van a llegar. El problema es que te encontrás en situaciones en que los padres hablan sobre su futuro delante de ellos, de si pueden llegar y si llegan cómo podrían cambiar sus vidas. El niño siente la presión, luego se refleja en la cancha y lo ves con el cambio en su carácter. ¡Imaginate toda esa información en una cabecita de 11 o 12 años! Es difícil absorber”.

¿A qué jugadores ficha? “La joya la ven todos y está a la vista. El secreto de nuestro trabajo es descubrir a los otros, a los que van a llegar pero que a temprana edad no brillan como lo harán luego. Fichamos jugadores a los que vemos con cierta proyección y muchas veces les decimos a los padres que sus hijos no van a tocar la cancha en Séptima, para que sepan que le vemos condiciones pero aún no están para jugar en ese nivel, pero que tengan tranquildad porque cuando se desarrollen y físicamente queden parejos con los otros harán la diferencia por su técnica”.

Carlos De Pena, Gonzalo Bueno y Felipe Carballo, todos descubrimientos del grupo de captación, fueron suplentes en Sexta y Séptima. “Tenían mucho talento, técnicamente eran buenos, pero no se habían desarrollado”, explica. Lo mismo sucedió con Nicolás “Diente” López.

Los niños que llegan del interior

Los jugadores de Montevideo se presentan en Los Céspedes y entrenan con el grupo de captación, pero los jugadores del interior, que son descubiertos en los torneos de selecciones y los invitan a participar en Montevideo viven una experiencia diferente. Bajan por el día a la capital. Se embarcan en su localidad, desde Artigas a Rocha. López o alguno de los que integran su grupo de trabajo lo espera en Tres Cruces, los trasladan a la residencia. Dependiendo la hora de arribo, el club les brinda desayuno o almuerzo, y luego el equipo de trabajo de la residencia se encarga del resto que incluye llevarlos al entrenamiento. Tras la práctica, regresan a la residencia, López los retira, los acompaña a Tres Cruces, el niño sube al ómnibus y cuando éste parte envía un mensaje a sus padres comunicado que va en viaje.

El año pasado llegaron niños nacidos hasta 2009 (nueve años) a captación en Nacional.

“Son menores, hay que estar permanentemente arriba para que no pase nada. No es solo traerlos y que jueguen al fútbol sino estar en el cuidado de ellos permanentemente. Soy el tutor”.

De todas formas, explica, en el primer viaje a Montevideo piden a las familias que acompañen al jugador.

¿Cómo llega un niño de nueve años a probarse a Montevideo? “Vienen muy nerviosos, porque están llegando a Nacional. Les decimos que no serán sometidos a ninguna prueba, porque si están allí es porque les vimos condiciones para traerlos, entonces les decimos que vengan a divertirse como si estuvieran en el club de baby de ellos”.

 

Rodrigo Amaral
Edad: 22

El delantero que volvió a Nacional en el último período de pases fue descubierto por Daniel López y es uno de los jugadores más destacados que vio jugar en baby fútbol. “Tenía una capacidad increíble. Solo era capaz de ganar un partido”, dijo. Luego agregó: “Rodrígo se divirtió y sufrió en el fútbol con su talento y el entorno que tiene el fútbol. Recuerdo que lo llevé a jugar un campeonato a Argentina, con la Liga Palermo, y un captador de River argentino me pidió el número de los padres. Lo tenía, pero no se los di. Cuando llegue a Montevideo le dije a la madre, que lo querían llamar de River, pero yo lo quería en Nacional”.

 

Santiago Rodríguez
Edad: 18 años

 

El delantero de Nacional debutó en el plantel principal de Nacional en enero, en el partido amistoso que Nacional jugó ante River Plate argentino. El entrenador del plantel principal albo tiene una joyita y Daniel López lo grafica el delantero que fue figura en la Supercopa que Nacional ganó el domingo ante Peñarol. “A Santiago lo veías a los 8 años y te impresionaba por la habilidad que tenía, y porque dejaba a cuatro o cinco desparramados por el piso”.

 

Captación en números: invierten US$ 250.000

El trabajo de captación de Nacional está bajo la supervisión de Sebastián Taramasco, coordinador de juveniles del club. El equipo de captación lo integran Daniel López, Jorge Galán –lleva 20 años en el club–, Juan Furtado y el profe Alejandro Bruzzoni. Germán Rolín se encarga de la captación de AUFI y de la captación a partir de 14 años Alberto Bica y Nicolás Salaberry. El director de residencia en Nacional es Diego Gonzo, quien trabaja con un grupo de educadores, cocineras, limpiadores y el entrenador Mauricio Vieira. Además, colaboran en la parte administrativa Adriana Portas y Alejandra Pequeño.

El trabajo que realiza Nacional con su departamento de captación requiere una inversión de US$ 250.000 al año. Equivale al 12,5% del presupuesto que maneja el club en formativas.

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