Diego Battiste

“¿Quién es Guido Manini?”

Cada vez que un líder político hace algo distinto a lo que prometió hiere a la democracia

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05 de septiembre de 2020 a las 05:02

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Todos nos hacemos la misma pregunta. ¿Qué es lo que realmente quiere Guido Manini Ríos? Durante meses ha dicho y reiterado que pretende ir a la justicia a defender su honor. Una y otra vez, afirmó que espera que los senadores voten su desafuero para demostrar su inocencia en el intrincado asunto del Tribunal de Honor de José Gavazzo. Sin embargo, a medida que algunos parlamentarios de la coalición de gobierno empiezan a inclinarse por votar su desafuero, van apareciendo señales que van en el sentido opuesto. Los senadores Guillermo Domenech y Raúl Lozano, que deben su banca a los votos obtenidos por el ex Comandante en Jefe del Ejército, han dicho que no quieren votar el desafuero. Según diversas versiones de prensa, legisladores de Cabildo Abierto vienen intentando persuadir a sus pares del Partido Nacional de actuar del mismo modo. Hugo Manini Ríos, en la edición de La Mañana del jueves pasado, argumentó que “lo político no puede estar por encima de lo jurídico”. Es una tesis esencialmente compartible, desde luego, pero que en este caso concreto quiere decir que el Senado no debería acceder al reclamo público, notorio y reiterado, de su hermano.

Cada vez que la “clase política” opta por la opacidad en vez de optar por la transparencia, hiere a la democracia. Si Manini, a la postre, mantiene sus fueros, no solamente estará dinamitando su carrera política. Además, estará desconcertando a sus electores y, por ende, afectando la confianza de la ciudadanía en el sistema

En una semana como la que está terminando, signada por el impacto tremendo de la difusión de las actas del Tribunal de Honor de Gilberto Vázquez, me veo obligado a escribir otra vez sobre Manini. Es evidente que, si se trata de una campaña de expectativa, al estilo de “¿Quién es Juan Sartori?”, su objetivo en términos de marketing ya ha sido plenamente alcanzado. A esta altura, el nivel de incertidumbre es máximo. Las señales son confusas y desconcertantes. Todos los días nos vemos obligados a hablar de Manini, a elaborar conjeturas sobre sus metas y métodos políticos. Todos los sectores de la coalición multicolor han debido reunirse, discutir y pronunciarse sobre el desafuero. El presidente Luis Lacalle Pou recibió a legisladores de su partido para hablar del tema. El Frente Amplio ha dicho “desafuero o complicidad”. Cada reunión, cada discusión, cada pronunciamiento, tiene (como debe ser dada la importancia del asunto) amplia cobertura en los medios y alto impacto en las redes sociales. Manini, siempre Manini, siempre es noticia.

A esta altura, es muy difícil saber si el senador Manini quiere ir a los estrados judiciales o no. En todo caso, el desafuero lo pone ante una encrucijada decisiva. Cabildo Abierto anuncia que, en los próximos días, se reunirá su Junta Nacional para decir qué hacer. Desde mi punto de vista, si los cabildantes se pronuncian contra el desafuero, van a herir de muerte la credibilidad de su proyecto político. Cuando un general no manda a su tropa pierde credibilidad. Un político que hace campaña electoral asegurando que no tiene miedo de ir a la justicia y, después, se las ingenia para mantener sus fueros pierde credibilidad. En cambio, persuadiendo a sus camaradas de votar su desafuero, mostrará autoridad, coraje y coherencia, atributos básicos para un líder como él, que tiene como meta el cargo presidencial. Si, además, durante el proceso judicial, no se encuentran méritos para una condena, la ganancia en términos políticos se multiplicará de modo significativo. Por cierto, puede pasar que sea condenado. Pero ninguna condena puede ser tan devastadora para su carrera política como eludir la justicia.

Nadie lo obligó a tomar las decisiones que tomó. No puede responsabilizar a Tabaré Vázquez, durante el año 2018, de haber demorado en advertir al Poder Ejecutivo sobre el contenido de las declaraciones de José Gavazzo. Hizo lo que creyó correcto. No puede responsabilizar a Luis Lacalle Pou de haber declarado, durante la campaña electoral de 2019, que no iba a ampararse en los fueros. Dijo lo que creyó correcto. No puede responsabilizar a los senadores de Ciudadanos, o al Partido Independiente, de pronunciarse ahora a favor del desafuero. Nunca ocultaron sus diferencias “oceánicas” con el excomandante en Jefe del Ejército. No puede enojarse con la bancada del Partido Nacional, que acaba de pedirle a Cabildo Abierto que defina de una vez qué es lo que harán sus legisladores cuando se trata el desafuero en el Senado. Es lo mínimo que le pueden reclamar en circunstancias tan delicadas. Manini es el único responsable de sus actos. Como cualquiera, dueño de sus silencios y prisionero de sus palabras.

Por cierto, el futuro político de Guido Manini Ríos y de Cabildo Abierto no es lo más importante de todo lo que está en juego en este asunto. Lo más valioso, como siempre, es la legitimidad de las instituciones democráticas. La confianza de la ciudadanía en la democracia depende de las prácticas políticas, es decir, de lo que hacen o dejan de hacer sus representantes. Cada vez que un líder político hace algo distinto a lo que prometió hiere a la democracia. Cada vez que la “clase política” opta por la opacidad en vez de optar por la transparencia, hiere a la democracia. Si Manini, a la postre, mantiene sus fueros, no solamente estará dinamitando su carrera política. Además, estará desconcertando a sus electores y, por ende, afectando la confianza de la ciudadanía en el sistema. l

Adolfo Garcé es doctor en Ciencia Política, docente e investigador en el Instituto de Ciencia Política, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República
adolfogarce@gmail.com

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