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¿Sería mejor un mundo sin glifosato?

Ya suman 8.000 los juicios contra Monstanto por no advertir los potenciales riesgos del herbicida más usado en Uruguay y en el mundo

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26 de agosto de 2018 a las 05:00

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Pocos temas generan pasiones tan fuertes como la agricultura. A pesar de que son pocos los uruguayos urbanos que han recorrido un cultivo de trigo o soja, las opiniones tienen más pasión detrás que las más álgidas discusiones futboleras. Y los dos bandos adjudican tener la ciencia a su favor.
 
El glifosato está en la categoría de riesgo de cáncer de la carne o el mate, argumentan quienes defienden los sistemas agrícolas que usan generalizadamente el herbicida.
 
Pero el juicio que obliga a Bayer a pagar en primera instancia US$ 289 millones al jardinero de una escuela afectado por un cáncer incurable fue tomado como una victoria por los enemigos del glifosato, de Monsanto y del modelo que califican como agricultura industrial o el "agronegocio".
 
Las dos posturas tienen problemas que no logran resolver. Los críticos al "agronegocio" en general están ideologizados y desearían que se funda Monsanto, o ahora Bayer, a quien acusan de proporcionar productos a EEUU durante la guerra de Vietnam y de ser el modelo emblemático del capitalismo salvaje.
 
Más allá de que pueda o no ser así, el problema es que eso no atañe a la sal en cuestión. El glifosato es elaborado por decenas de empresas y su uso es tan generalizado porque vino a suplantar el laboreo con arado que es sin dudas una catástrofe ecológica causante de erosión muy grave.
 
En definitiva el problema de la agricultura es tan simple en su planteamiento como complejo en su solución. Cómo hacer para que crezca la planta que nos interesa, por ejemplo el trigo, y no crezcan las demás plantas?
 
Cuando los cultivos son en pequeña escala, lo podemos hacer mecánicamente. Pero una cosa es tener una huerta por hobby y otra darle pan para el desayuno –y café, azúcar, etc- a 7.500 millones de personas cada día.
 
La agricultura tiene el mal inevitable del monopolio, el humano le da el monopolio del terreno a una especie y las demás quieren competir. La planta monopólica tiene cada vez menos capacidad de competencia. Librado a la libre competencia nuestro cultivo preferido no resiste, porque justamente fue seleccionado –si fuese un cereal- para producir un fruto desproporcionadamente grande, no para la dura competencia por sol, agua y suelo de las especies silvestres. Durante miles de años fue el arado, pero desde la Mesopotamia iraquí, hasta el noreste de Canelones eso trajo la desertificación. Sin que nadie proteste.
 
El problema epistemológio es que demostrar que el maestro de California o cualquier otra persona tiene cáncer como consecuencia del glifosato es muy difícil de probar. No es el único producto que se aplica a la protección de los cultivos y aunque se aplicara solo, demostrar una relación causa-efecto es difícil.
Y por otra parte, cabría decir que si la persona aplicó el producto sin tomar precauciones, es dudoso asignar culpabilidades. Más muertes causan los accidentes automovilísticos y no se pide la prohibición del automóvil.
 
Pero lo anterior no significa que deba descartarse o minimizarse el riesgo. Habrá que hacer más estudios para dar una categorización de riesgo más precisa en base a ciencia. Pero habrá también que prepararse para la eventualidad de un mundo sin el uso del herbicida porque la avalancha de juicios que se vendrá puede cambiar la agricultura en forma radical. Los inversionistas le han dado la espalda hasta ahora al gigante alemán Bayer cuyas acciones superaban los US$ 100 al empezar este año y están a 81,50 al momento de escribir esta nota.
 
El problema para el glifosato no es solo el ataque que recibe de los militantes "anticapitalistas" sino de algunas autoridades europeas como el ministro de Ambiente de Francia, uno de los más populares del gabinete de Macron, quien a poco de conocerse el fallo del 10 de agosto indicó que era el final de la "soberbia" de Monsanto y la "indiferencia" de los políticos sobre el tema.
 
Y un problema más grave aún en lo práctico para Bayer, pero también para cualquier empresa que produzca el herbicida. Desde el 20 de agosto se suman más de 8.000 juicios y se descuenta que van a sumar más de 10.000. Aunque la empresa que elabora el producto gane todos los juicios, tendrá un gasto de abogados no menor. Y si cada jurado tomara la misma postura que en California, la cuenta se volvería impagable.
 
El escenario de una agricultura sin glifosato en algún momento de la próxima década no puede descartarse. ¿Pero sería eso mejor? ¿Por qué tanta militancia contra el glifosato y no contra los demás productos? ¿Hay evidencia de una agricultura alternativa de gran escala que sea mejor para el ambiente? Si la hubiese, ¿por qué no se ha adoptado hasta ahora? Una salida del glifosato puede generar un fuerte aumento de dos factores importantes: la erosión del suelo y el precio de los granos más básicos.
 
Como dice el ex decano de la Facultad de Agronomía y actual director de Recursos Naturales del MGAP, Fernando García Préchac, es necesario incorporar más pasturas a los sistemas agrícolas. Su voz está lejos de ser la única. Pero en una producción sitiada por los costos y que se realiza mayoritariamente alquilando la tierra ¿quién tiene condiciones para hacer lo menos rentable?
 
Es posible que en algún momento de la próxima década no se use más el glifosato. Pero no es seguro que tras esa medida tengamos una agricultura y por lo tanto un mundo mejor.
 
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