Leonardo Carreño

¿Y si gana la oposición?

Como se analizó hace 15 años una posible victoria del Frente Amplio, hoy se lo puede hacer con la oposición

Tiempo de lectura: -'

28 de mayo de 2019 a las 17:09

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

Hace quince años, más o menos por estas fechas, estaba escribiendo junto a Jaime Yaffé, a toda máquina, La Era Progresista. El argumento del libro, cuya primera edición se publicó en setiembre de 2004, me valió ser sospechado de cripto-frentista (no hay drama, son gajes del oficio). Lo resumo rápidamente. La izquierda –decíamos– va a ganar la elección. Como llegará al gobierno en pleno “rebote” de la economía, con excelentes condiciones de gobernabilidad política (el Frente Amplio con mayoría parlamentaria y Tabaré Vázquez con liderazgo consolidado) y social (simpatía y apoyo desde el movimiento sindical) y con una clara agenda de reformas largamente discutidas en sucesivos congresos, no va a fracasar y, por ende, tendrá una alta probabilidad de ser reelecta en 2009.

Aquella elección, efectivamente, marcó un punto de inflexión en la historia reciente.

El FA ganó, gobernó bien, y volvió a imponerse con mayoría parlamentaria en 2009, esta vez con José Mujica como candidato a la presidencia. Pasaron otros cinco años de crecimiento económico y aumento del bienestar. Pero empezaron los problemas. Mujica habló mucho de educación, logró construir acuerdos con la oposición, pero la resistencia de su propio partido le impidió ir a fondo. Mientras tanto, comenzaron los escándalos y, con el cierre de Pluna, también los problemas con la justicia. De todos modos, la siembra había sido tan fecunda que permitió una nueva cosecha: con Vázquez nuevamente como candidato, el FA volvió a triunfar y, contra todo pronóstico, nuevamente con mayoría parlamentaria.

El repaso de estos antecedentes viene a cuento porque podríamos estar asistiendo, en este 2019 tan especial, a un nuevo punto de inflexión en la historia política de este país. No es seguro que el FA pierda. Pero sobran razones para concluir que podría ser el fin de la Era Progresista. Por eso mismo, corresponde hacer nuevamente el ejercicio de pensar sistemáticamente qué puede pasar si la oposición logra desplazar al gobierno. Para ello, vale la pena aplicar el mismo marco analítico que utilizamos hace quince años cuando nos atrevimos a intentar imaginar cómo podría ser un gobierno frenteamplista. Como se verá, las respuestas no son tan sencillas, y hay menos espacio para ser optimista.

A diferencia de lo que pasó hace tres lustros, si la oposición gana no encontrará una economía en plena expansión. Al contrario, a menos que el país se beneficie de un shock externo positivo (eventualidad que ningún especialista vislumbra), la economía seguirá creciendo lentamente, al menos durante los primeros años. Con una economía “fría”, o “tibia”, todo es más difícil. Abatir el déficit fiscal, por ejemplo. Dado la inercia del gasto público (disminuir egresos requiere tiempo), el gobierno podría enfrentarse a un dilema crucial: no bajar ni impuestos ni tarifas (para no incrementar el déficit) o apostar a una reducción brusca de estos costos para generar un shock de competitividad que permita incrementar la inversión. La decisión no será sencilla.

Las condiciones de gobernabilidad política tampoco serán simples. No es lo mismo liderar un partido de coalición (como el FA) que una coalición de partidos (como la oposición viene prometiendo, que un día de estos, con tiempo lindo y viento a favor, terminará proponiendo). Las diferencias ideológicas en el FA son todavía más grandes que dentro de los partidos de oposición. Pero los frenteamplistas tienen instituciones (reglas formales e informales) que les permiten manejarlas. Las condiciones de gobernabilidad social tampoco serán mejores si gana la oposición que las de la Era Progresista. Los sindicatos han venido incrementando la intensidad de sus exigencias a los sucesivos gobiernos frenteamplistas. El nivel de conflictividad se parece mucho al de fines de los años noventa. Pero me inclino a pensar que la conflictividad tenderá a incrementarse de modo sensible si el FA es derrotado en noviembre.

Fuente: elaboración propia a partir del Índice de Conflictividad Global de Universidad Católica

En el plano programático, en cambio, me atrevo a ser más optimista. El FA, en su momento, gracias al esfuerzo de sus principales dirigentes, había logrado definir un programa de gobierno con algunas ideas-fuerza potentes. Puede decirse lo mismo, hoy, respecto a los partidos de oposición. Si ganan, no llegarán sin ideas. Por el contrario, a lo largo de todos estos años han ido convergiendo en torno a un conjunto de propuestas nada triviales respecto a asuntos fundamentales entre los que se destacan los siguientes: énfasis en la austeridad en el gasto público, mejora global del clima de negocios, modernización de las relaciones laborales, profesionalización de la gobernanza de las empresas del Estado, apertura comercial, reforma educativa, cambio de paradigma en la política de seguridad. Diría que, en términos programáticos, la oposición de hoy está mejor pertrechada todavía que el FA de hace quince años.

Dicho de otro modo. En vísperas de su primera victoria podía afirmarse que el FA tenía excelentes condiciones materiales y estructurales para afincarse en el poder. No puede decirse lo mismo de la oposición de hoy. No tendrá tanto viento a favor desde la economía, ni tan buenas condiciones de gobernabilidad. Tiene, sí, una clara agenda de gobierno. El éxito del FA se explica, también, en medida relevante, por los aciertos en el liderazgo de Vázquez durante su primera presidencia. Pero el destino de la oposición, si llegara a ganar, dependerá mucho más todavía de la madurez de sus principales líderes, en general, y del desempeño del liderazgo presidencial, en particular. Madurez para tomar decisiones económicas difíciles, para construir y sostener una coalición multipartidaria con socios poco previsibles y para lidiar con sindicatos hostiles.

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.