Diego Battiste

¿Y si Martínez pierde?

Si Carolina Cosse resulta ganadora, el Frente Amplio tendrá un desafío

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06 de febrero de 2019 a las 05:00

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Durante mucho tiempo, a partir de la información sobre opinión pública divulgada por las empresas especializadas, tendimos a pensar que Daniel Martínez terminaría siendo nominado candidato a la Presidencia por el Frente Amplio. El único líder que, según se argumentaba, podría impedir este desenlace era el mismísimo José Mujica. Con el paso al costado del expresidente la cuestión pareció definitivamente zanjada. Me inclino a pensar que no lo está. La coalición Movimiento de Participación Popular & Partido Comunista, que hace una década logró imponer la candidatura de Mujica contra viento y marea, sabe cómo hacerlo y puede volver a hacerlo. La exministra Carolina Cosse puede vencer al intendente de Montevideo.

La información de opinión pública en nuestro país es muy confiable. Martínez es muy popular por buenas razones. Apoyado en un trabajo de comunicación muy profesional, ha logrado mostrarse ante la ciudadanía como un gobernante activo (no para ni un segundo), imaginativo (no oculta su entusiasmo), moderno (es notoria su propensión hacia las soluciones tecnológicas) y moderado. Este último punto es clave. El intendente no ha disimulado su enfrentamiento con Adeom. Enfrentando al gremio menos popular del país se ha beneficiado políticamente. Asimismo, uno de los puntos más llamativos de su gestión es que ha logrado sanear las cuentas de la IMM. Enfrentar a un sindicato y equilibrar cuentas no son los rasgos más típicos de un gobernante de izquierda, pero generan fuerte apoyo en los vecinos. 

La información de opinión pública en nuestro país es muy confiable. Martínez es muy popular por buenas razones.

La moderación contribuye a que un político sea popular. Pero no necesariamente convierte a ese líder de opinión en el candidato preferido por los militantes de su partido. Esta lógica es bien conocida. Astori hace 15 años era más popular que Vázquez (lo prefería una parte del FA y la inmensa mayoría de los votantes de los otros partidos). Pero, siendo popular, no tenía ninguna chance de ser candidato del FA. La regla tiene una lógica de hierro: para ser el candidato de un partido hay que lograr el apoyo de la mayoría de quienes se autoidentifican con ese partido. Dicho de un modo muy simple: Vázquez logró vencer a Astori porque fui visualizado por los militantes frenteamplistas como “más de izquierda” que su adversario. Con la misma receta, cinco años después, también Mujica frustró el sueño del favorito de Líber Seregni. Fue, precisamente, para impedir su candidatura e impulsar un “giro a la izquierda” que nació la alianza entre el MPP y el PCU que hoy comienza a asomar nuevamente. 

Los comunistas han decidido impulsar la candidatura de Óscar Andrade, el carismático dirigente del sindicato de la construcción. Es una buena idea... pensando en la elección parlamentaria. Compitiendo por la nominación presidencial se gana visibilidad, se obtiene espacio en medios de comunicación y en actos políticos (como el de este miércoles), y se incrementa, de este modo, la probabilidad de obtener apoyo en la elección de octubre. Pero me parece evidente, dados los antecedentes que acabo de resumir y los datos de los sondeos de opinión (que muestran una persistente polarización entre Martínez y Cosse), que el PCU optará por retirar esta candidatura y apoyar la de Carolina Cosse. Sumados, emepepistas y comunistas, tienen la red de militantes más organizada de la izquierda uruguaya. Es sabido que, con el paso del tiempo, la propensión a votar en las primarias ha ido cayendo. La red de militantes (la “estructura”) pasa a ser un factor clave en la movilización de electores. Ergo: ventaja para Cosse.

La exministra tiene al menos otras dos ventajas competitivas. En primer lugar, podrá contar con un discurso más francamente de izquierda que su adversario. Cosse no tuvo ningún problema en decir antes de fin de año en el programa En la mira que ni Venezuela ni Cuba son dictaduras. Esto le valió críticas fuertes pero también apoyos  calurosos. Lo interesante es que las críticas vinieron o de los frenteamplistas más moderados o de los electores de los partidos de oposición. El frenteamplista estadísticamente “normal”, ese que en algún lado de su corazón simpatiza con el sueño de igualdad que encarnaron Fidel Castro (primero) y Hugo Chávez (después), se sintió representado por esta definición. En segundo lugar, en el plano de la gestión, tiene más para mostrar que su rival. La principal obra realizada en Montevideo no la hizo la IMM: es el Antel Arena, y es una iniciativa de Cosse. 

Desde luego, Martínez está a tiempo de “girar a la izquierda”. No me sorprendería que lo intente de aquí a junio. Pero su base de apoyo no lo ayuda. Salvo los pequeños grupos que apoyan la precandidatura de Mario Bergara, los sectores más moderados y centristas del partido de gobierno, empezando por el Frente Líber Seregni, respaldan su candidatura. La heterogeneidad de sus apoyos políticos no solamente restringe su margen para radicalizar su discurso. Conspira también contra la claridad de sus definiciones. Un ejemplo simple permite ilustrar este punto. En su base de apoyo conviven los que prefieren (como los ministros Danilo Astori y Rodolfo Nin Novoa) la apertura económica con los que la temen (como el ala más de izquierda de su propia fracción, el Partido Socialista). Es muy difícil, por tanto, para Martínez pronunciarse sobre cuál debería ser la política comercial en un cuarto mandato frenteamplista.

Desde luego, Martínez está a tiempo de “girar a la izquierda”. No me sorprendería que lo intente de aquí a junio. Pero su base de apoyo no lo ayuda.

Si Cosse derrota a Martínez por tener un discurso más claramente de izquierda, el FA tendrá un problema adicional: deberá lograr moverse hacia el centro de julio a noviembre. Tanto Vázquez como Mujica supieron hacerlo. Pero dejemos esto para otro momento. 

 

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