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Ahora sienten el sonido del hipo, pero falta el susto

Dirigentes del Frente Amplio admiten que el gobierno y el partido no están bien
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01 de septiembre de 2018 a las 05:04

Preocupados, pero con fe. Con fe, más que con confianza. Así está una parte importante de la dirigencia del Frente Amplio. Perciben un viento en contra, pero algo más emocional que racional les asegura que no pueden perder. Eso, porque creen que no hay alguien para ganarles.

Aunque en público, y también en privado (pero con otra dimensión), culpan a la oposición, a los medios y a otros factores externos de una parte de sus problemas, los dirigentes del oficialismo reconocen que no están bien; mal el gobierno y mal el partido.

Hay matices, pero no es fácil encontrar uno que diga que el gobierno va bien, y que la coalición-movimiento camina a paso firme hacia un cuarto gobierno. Creen que sí se puede.

No perciben riesgo mayor, como una derrota electoral, aunque ese escenario, de rotación partidaria en el poder, es el más probable según los estudios de opinión pública.

No se trata de un pronóstico, porque nadie puede advertir los hechos que se produzcan de acá a octubre del año próximo, pero en estas condiciones, con el estado de opinión pública y con el manejo político que están haciendo los partidos y sus dirigentes, la foto de hoy muestra un viento de cambio, para que una coalición de tres o cuatro lemas acuerde mayoría parlamentaria para marzo de 2020. Y que el Frente Amplio quede en la oposición.

Los partidos de oposición (sin contar la izquierda de la izquierda con la UP) están configurando una oferta ampliada, y acercan posiciones por fuera de los focos noticiosos, para no llegar tarde al momento de los acuerdos.

¿Los radares del Frente logran captar eso? Llama la atención la desinformación de algunos dirigentes. En otras épocas, la dirigencia de izquierda se especializaba en tener “info” clave de todo el sistema político, pero hoy muchos especulan o se limitan a dibujar un escenario que les agrade, sin persistir en conocer bien qué hacen los adversarios.

Conversaciones entre dirigentes frentistas de estos últimos días dejaron en evidencia una preocupación que no es nueva, pero que se va acentuando. Reciben el reclamo de la gente por más acción, de que se haga algo para más seguridad o para crear fuentes de trabajo. 

Nada de eso es fácil, no hay una “varita mágica” para combatir el delito y sus causas, ni para que la economía levante sin fundamentos propios, pero los dirigentes sienten que la demanda de la gente no tiene respuesta en acciones.

Ya no es que las reacciones no den resultado, sino que hay falta de reacción.

Primero fue la pérdida de acción, de capacidad de generar agenda, de poner temas arriba de la mesa para que el sistema partidario y la gente hablara sobre eso. Luego ha sido la pérdida de reacción.

¿Echarle la culpa a Tabaré? ¿Explicar todo por el problema de columna del presidente que no le permite movilizarse como antes, recorrer el país, mostrarse en público, tener más reuniones, o porque el dolor lo pueda afectar para tomar decisiones en calmar?

En la dirigencia frentista, más entre los sectores que ya no le simpatizaban en 2014 y los que se disgustaron por su embestida de 2015 contra la gestión de Mujica, hay malestar con Vázquez. Dicen que se encerró mucho, que no ha hecho política, y que no abre el juego a discutir “con la fuerza política” sobre un plan general o cuestiones concretas.

Eso que se dice fuera de las cámaras y los micrófonos, terminó saliendo a luz en el semanario “Búsqueda” porque un periodista recogió los dichos de la senadora Constanza Moreira en un comité de base de Malvín, cuando ella creyó que no había prensa a la vista. “Voy a ser sincera porque no hay prensa (…) No estamos en el mejor momento. Creo que Tabaré tiene poca capacidad de iniciativa en este momento, sale poco”.

Y en su conversación con militantes, agregó: “Para mí Tabaré y el gabinete están un poco exhaustos. Nadie duda de que Bonomi está exhausto; no sé ni cómo él aguanta ahí”.

Además, Constanza reconoció que “la izquierda no tiene capacidad de reaccionar” y hacer algo como cambia “la mitad del gabinete”.

De alguna manera, Moreira reconoció que no solo el gobierno “no está bien”, sino que el Frente tampoco está bien.

Y eso se ve en el Plenario de este sábado, cuando debían tratar las resoluciones del tribunal de conducta política pero una mayoría prefirió dejar eso en suspenso y abordar la preparación del Congreso. Consecuencia: postergar temas difíciles tiene costo (quedan escondiendo casos de dudoso comportamiento), difiere problemas (en algún momento deberán abordarlo y cuanto más cerca de las elecciones es peor), y quiebra la confianza interna.

Mientras, la economía aumenta preocupación en la gente y la inseguridad no da respiro.

El Frente Amplio subestima los problemas fiscales, económicos y políticos, ignora lo que se está armando en los partidos tradicionales, en una nueva expresión de centro izquierda y entre casi todo el arco opositor, posterga decisiones y no sale del entrevero.

Pero el reconocimiento de que no se está bien, abre una oportunidad para la poderosa coalición de izquierda, de reflexión y reacción.

Primero, parecían dormidos. Ahora, perciben el sonido del hipo. Todavía no sienten el susto para curarlo. 

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