Alfonso Tort, en una de las escenas de <i>Las olas</i>

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Alfonso Tort: "Interpretar a Fernández Huidobro fue de lo más intenso que viví"

Con Las olas, del cineasta Adrián Biniez, el actor abre un año en el que estará con varios filmes en pantalla
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27 de febrero de 2018 a las 05:00
Cuando termina la función de Las olas, en el Festival Internacional de Cine de Punta del Este, Alfonso Tort aparece en el escenario como lo muestra la película: en shorts de baño y casi siempre mojado. Tort mira al público, se gana los aplausos y sale corriendo. Así se completa la función para un actor que retoma el protagónico en Uruguay con la nueva película de Adrián Biniez (Gigante, El cinco de Talleres), después de algunas experiencias independientes en Argentina.

Tort (35), que será recordado por muchos como el "Marmota chico" de 25 watts, tiene un año agitado: además del estreno de Las olas, que será estrenada en el primer semestre del año, en 2017 rodó la adaptación de Memorias del calabozo, que llegará a la pantalla este año. Bajo las órdenes de Álvaro Brechner, Tort se pondrá en la piel de Eleuterio Fernández Huidobro durante la época en la que estuvo preso en dictadura al igual que José Mujica y Mauricio Rosencof.

Con la misma cadencia infantil que caracterizó a su personaje en 25 watts, Tort conversó con El Observador de la herencia de aquella película, del estreno de Las olas y del duro rodaje de Memorias del calabozo.

A más de un espectador seguro que su personaje de Las olas le recordará a 25 watts...

Algo del Marmota chico tiene, ¿no? (risas).

¿Se sigue acordando de 25 watts cuando se mete en la producción de una nueva película?

Cada proyecto es distinto y he filmado diferentes cosas. Trabajando no lo tengo presente, pero sí lo recuerdo cada vez que empiezo un nuevo rodaje, porque 25 watts fue donde todo empezó. Para mí y para varios de los que estamos en esto del cine. Entonces comparo los dos momentos y recuerdo que aquella vez era todo más fácil. Ojalá todos los rodajes fueran como el de 25 watts.

Tenía algo como de familia.

Sí, pero más que nada tenía algo de trabajo entre amigos. Cada vez que laburo en cine trato de copiar todo lo que fue 25 watts, siempre trato de que sean proyectos entre amigos. Ahora trabajé en Memorias del calabozo, con Álvaro Brechner, y él también es de esa camada, de aquellos años. Memorias del calabozo es una película muy grande, pero el vínculo con Álvaro es de la época de los chiquilines de 25 watts y eso se notó en el rodaje.

Es la segunda película en la que trabajan con Adrián Biniez. ¿También le pasa con él eso de sentir el rodaje como algo de amigos?

Obviamente. Además, con el Garza (Biniez) habíamos tenido otros intentos de trabajar juntos antes de Las olas. Creo que es difícil hacer cine porque es difícil encontrar un equipo donde todos encajen, pero si pasa como en Las olas y 25 watts, mejor. Porque podés putearte, darte para adelante, y siempre va a estar todo bien.

Hablando de equipos, en 25 watts trabajó uno que de alguna manera abrió la corriente de cine que tenemos hoy. ¿Qué herencia dejó aquel primer equipo?

Fue increíble. Si te ponés a pensar, es una camada increíble de la que todos siguieron trabajando en esto. Pablo Stoll, Manolo Nieto, Federico Veiroj, Fernando Epstein, Daniel Hendler. Generó una camada espectacular de cineastas. Esos cineastas gestaron el cine que tenemos hoy y capaz que dentro de varios años se estudiará su caso. Para mal o bien, influimos en lo que se está haciendo hoy.

"25 watts generó una camada espectacular de cineastas"

Volviendo al festival, ¿qué se viene a jugar en ellos?

Lo mejor de los festivales es la variedad de público que tiene. Acá (en el Festival de Punta del Este) tenemos un público mayor, que le gusta otro tipo de cine y tal vez Las olas no cae tan bien por eso. Pero en Mar del Plata, por ejemplo, era un público mucho más joven y les cayó re bien. Había risas y se notaba que la disfrutaban mucho. Y también pasó que era otro país y eso incide. Acá te cuestionan incluso la manera en la que hablás. Yo creo que en los festivales se juegan muchas cosas. En primer lugar, los productores se juegan la ropa para vender la película. Y después también es nuestra gran posibilidad de exhibirla antes del estreno. Acá evaluás un poco si funciona lo que creaste, si funcionan los chistes, las escenas, si lo que querías hablar se transmite bien o no. Es un termómetro zarpado. Y además, acá siempre se ven las películas a sala llena y eso está buenísimo.

Memorias del calabozo es un proyecto importante para el medio uruguayo, por su relevancia política y por quienes están atrás. ¿Qué peso tiene para usted? ¿Le genera cierto nerviosismo ponerse en la piel de una figura política como Huidobro?

Yo me metí, más que nada, en la experiencia de un hombre que estuvo metido once años en un calabozo. Podría ser Huidobro o podría ser otro. Me interesaba separar lo político y experimentar desde lo actoral la dificultad de la locura de estar metido allí. Tenía que trabajar mucho en eso. Y también tenía que encontrar herramientas para el personaje. Una de ellas fue adelgazar muchísimo. En total bajé 17 kilos, era un esqueleto. Eso, de alguna manera, me ayudó a meterme en su cabeza y entender cómo había sido estar encerrado tantos años en un pozo. Esa fue mi obsesión. Porque la película va a ser política porque es un hecho político. A mí me importaba más lo humano, cómo transmitir esa experiencia horrible a través de mi cuerpo. Después, todo lo demás no importa. Por su propuesto, por el hecho en sí, hay gente a la que no le va a gustar nada, a otra gente le va encantar.

¿Cuánto estuvieron de rodaje?

Fueron siete semanas de rodaje, pero hubo una preproducción importante, Empecé a adelgazar unos dos meses antes, tuve que estar flaco durante toda la filmación. (Interpretar a Fernández Huidobro) fue de lo más intenso que viví y no creo que vaya a tener algo igual en el futuro. Fue muy duro.

Me hace acordar al proceso del personaje de Michael Fassbender en Hunger, la película de Steve McQueen. Él también se queda en los huesos por una huelga de hambre de su personaje en una cárcel irlandesa. Y cuenta que estuvo muy complicado por eso.

Obvio, la vimos. Esa película fue una referencia que Álvaro nos alcanzó. Yo ya la había visto, pero para el equipo fue una referencia estética, en el sentido de que el personaje está totalmente débil por una decisión política. Era ir a eso. No sé si lo logramos, pero era ir al hueso literalmente. Ellos llegaron a pesar entre 55 y 52 kilos, yo quise llegar a eso pero me quedé en 57. Quería ver mis huesos en la pantalla. Me obsesioné con esa cuestión estética. Me interesaba que se viera un tipo que estaba hecho mierda.


"En Memorias del calabozo bajé 17 kilos. Quería ver mis huesos en pantalla"

Como actor, ¿qué le permite un filme de bajo presupuesto como Las olas, en comparación con Memorias del calabozo?

Cuanta más gente tengas trabajando en una película mejor, porque hay mas roles que se cumplen, menos cosas que se escapan, aunque tampoco te garantiza nada. En Uruguay el bajo presupuesto es una realidad, más que una opción. Acá el presupuesto para el cine sigue siendo realmente muy bajo. Si vos querés filmar rápido casi no hay manera. Las olas se filmó muy rápido y se financió muy rápido, pero lo que veo es que es una excepción. Y por más que a veces sea chica la película, en ocasiones seguís demorando ocho años en terminar algo. A la vez está bueno, porque hay algo creativo que te permite un ambiente más colaborativo. No hay tanto nerviosismo industrial, no hay divismo, es todo familiar.

Lea también: Comienza la filmación de Memorias del Calabozo

¿Cómo se reencontró con el protagónico en Las olas?

Bien, porque me agarró de mayor, con madurez actoral. En Argentina ya había protagonizado dos películas independientes, pero tenía como nerviosismo actoral. Con Las olas, por ejemplo, empecé a cuestionarme mucho más qué queríamos transmitir con la película, algo que cuando sos más guacho no te importa tanto. También entendés que esto es un negocio y que la gente tiene que ir. Y que querés que eso pase.

Las olas

La película es la tercera del director argentino -pero uruguayo por adopción- Adrian Biniez y la tercera que realiza junto a la productora Mutante Cine, sucesora de Control Z. Las olas es una de las cinco películas que la productora de Fernando Epstein y Agustina Chiarino estrenará en 2018, y presenta al cine uruguayo coqueteando con temáticas diferentes y explorando géneros que se acercan a la ciencia ficción.

En Las olas, Alfonso (Tort), un hombre de mediana edad, viaja a través de los veranos de su vida cuando se sumerge en el mar. Cada vez que lo hace regresa a la edad mental que tenía ese momento, pero físicamente el único cambio que presenta es un short de baño diferente.

La película se estrenará en el primer semestre del año y según anunciaron sus productores en una conferencia de prensa del Festival de cine de Punta del Este, están evaluando estrenarla en unas pocas salas con horarios limitados al fin de semana. Las olas estuvo en la competencia iberoamericana en la última edición del festival esteño.

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