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14 de noviembre 2019 - 15:30hs

Por Archie Hall, Nikou Asgari, Emma Jacobs y Richard Waters

Ray Kroc y Robert Noyce eran titanes del mundo empresarial estadounidense a mediados del siglo XX: uno convirtió McDonald's en un imperio de comida rápida, el otro fundó el fabricante de chips Intel y fue reconocido como el "alcalde de Silicon Valley".

Ambos encontraron el amor en el trabajo: Kroc con Joan Smith, la esposa de un concesionario de McDonald's de Dakota del Sur, y el  Noyce con Ann Bowers, su jefa de personal en Intel. Las relaciones en las décadas de 1960 y 1970 tenían muy poca influencia en las carreras de los hombres.

Las actitudes han cambiado. El año pasado, el director ejecutivo de Intel, Brian Krzanich, dejó la compañía después de tener una relación amorosa en la oficina. Esta semana, el presidente ejecutivo de McDonald's, Steve Easterbrook, fue despedido después de que "violó la política de la compañía y demostró falta de juicio" al entablar una relación con una colega.

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Conforme las juntas directivas y los departamentos de recursos humanos lidian con la revolución del #MeToo, se están reescribiendo las reglas de las relaciones sexuales, especialmente para quienes están en la cima.

El año pasado, según PwC, se despidieron más directores ejecutivos por faltas éticas que por bajo desempeño de las compañías, por primera vez desde que comenzó su encuesta de las 2,500 compañías más grandes del mundo en el año 2000. Actualmente, las relaciones románticas a menudo se consideran un delito causante de despido.

Sin embargo, no existe un estándar uniforme para las relaciones románticas en el trabajo. Aunque Intel ahora sigue una postura estricta, su vecino de Silicon Valley, Alphabet, matriz de Google, ha adoptado una postura más permisiva hacia las actividades amorosas de algunos de sus altos cargos.

David Drummond, el principal abogado de la compañía de Internet durante 15 años y uno de los primeros aliados de los fundadores de Google, Larry Page y Sergey Brin, aún trabaja en Alphabet –y con un sueldo de US$47 millones es consejero general mejor pagado de EEUU– a pesar de su relación con una antigua compañera de trabajo con quien tuvo un hijo.

Brin dejó a su esposa después de tener una relación amorosa con una empleada de Google. Y Eric Schmidt, quien era el presidente de Google en ese momento, también tuvo una relación íntima con una compañera de trabajo.

La mayoría de las compañías con políticas explícitas prohíben que los supervisores salgan con el personal al que supervisan. Una relación con un supervisor abre la posibilidad de un trato favorable injusto cuando las cosas van bien, o sabotaje profesional después de una ruptura enconada.

Las consecuencias pueden afectar a otros. En 2012, el director ejecutivo de Best Buy, Brian Dunn, quien entonces tenía 51 años, fue despedido por una relación con una empleada de 29 años. Una revisión interna reveló que su favoritismo percibido había socavado la capacidad del supervisor de la empleada para dirigirla y había dañado la moral de la compañía.

Sin embargo, cuando dichas relaciones quedan al descubierto, el empleado de menor nivel — a menudo del sexo femenino — se traslada a otra parte de la compañía en detrimento de su carrera.

Jennifer Blakely, quien tuvo una relación con Drummond cuando trabajaban en Google, escribió en una publicación de blog que se había visto obligada a pasar del departamento legal al departamento de ventas, donde no tenía experiencia, y finalmente dejó la compañía. Drummond respondió en ese momento diciendo que tenía "una opinión muy diferente sobre lo que sucedió".

Moira Weigel, investigadora de Harvard, dijo que el enfoque correcto era centrarse en las disparidades en el poder. "Si mi pasante me hace un comentario sexual inapropiado, no me amenaza como cuando me lo hace mi jefe. Se vincula con las relaciones de poder y el poder económico", dijo.

Incluso las relaciones entre pares en el lugar de trabajo pueden salir mal. Google y Facebook les permiten a los empleados invitar a los compañeros de trabajo a una cita, pero sólo una vez, para evitar acusaciones de acoso.

Aun así, hay muchos romances laborales que tienen un final feliz. Helen Fisher, antropóloga del Instituto Kinsey, dijo: "Estas personas tienen el mismo horario, las mismas horas, el mismo estrés, las mismas presiones y los mismos objetivos. Esto puede hacer que la oficina funcione como una placa de Petri para los romances".

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