La sentencia se remonta a 2010, cuando Apple lanzó al mercado su primer iPad con aplicaciones específicas para la lectura de libros, mercado dominado hasta el momento por el lector de libros electrónicos de Amazon, el Kindle. En ese momento, según cuenta Bloomberg, Steve Jobs fue preguntado por el precio de los libros en la tienda de iBook, puesto que eran más caros que los mismos libros vendidos en Amazon. Ante esta cuestión Jobs respondió, "el precio será el mismo, los editores están reteniendo sus libros de Amazon porque no están contentos". Según el juez Denise Cote, la contestación de Jobs era con total conocimiento.
El tribunal Supremo ya estableció en 2014 que Apple tendría que pagar una multa, y tras la apelación rechazada que realizó la compañía de la manzana, finalmente tendrá que pagar "400 millones a usuarios de ebooks, 20 millones a los 30 estados que apoyaron la demanda y 30 millones en "tasas ilegales".
Por último, el juez ha ordenado a Apple que modifique sus prácticas y ha designado un observador para que garantice que la compañía cumpla con estas directrices.
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