Armarse de paciencia para recibir un Nobel

El tiempo que transcurre entre los descubrimientos y la concesión de los premios más prestigiosos de la ciencia se alarga cada vez más

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07 de octubre de 2014 a las 17:54

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El tiempo necesario para experimentar

La ciencia todavía no ha descubierto un método para alcanzar la inmortalidad. Por eso, los investigadores ven con preocupación que el tiempo que transcurre entre los descubrimientos y la concesión de los premios Nobel se alargue cada vez más. Es que hay algunos candidatos se han muerto sin haber recibido la tan ansiada llamada de teléfono, quedándose sin su lugar en la historia.

Una tardanza que en ocasiones crea situaciones complicadas. En 2011, la Academia de Ciencias se quedó consternada al enterarse de que el canadiense Ralph Steinman, de 68 años, premio Nobel de Medicina, había muerto hacía tres días. Por lo tanto, hizo con él una excepción a la regla que exige que el galardonado esté vivo. En 1996, otro canadiense, William Vickrey, de 82 años, murió tres días después de haber logrado el Nobel de Economía.

Santo Fortunato, físico de la Universidad de Aalto (Finlandia), afirma que no se puede seguir así, porque "es una cuestión de tiempo. Hay que hacer algo". Este científico es uno de los firmantes de un estudio publicado en la revista Nature sobre el problema de la espera.

"Antes de 1940, sólo el 11% de los galardonados en Física, el 15% en Química y el 24% en Medicina recibían el Nobel más de 20 años después del descubrimiento original", expone la publicación. "Sin embargo, desde 1985, esta larga espera afecta al 60%, 52% y 45% de los premios, respectivamente". Si la tendencia continúa, científicos merecedores se morirán sin recompensa.

"El retraso amenaza con minar la institución más venerada de la ciencia", concluyen los autores del artículo en Nature.

Muchas voces echan la culpa a la intransigencia del jurado, que tiende a pensar que la ciencia de hoy en día es tan compleja que hay que esperar a que el descubrimiento supere una larga fase de experimentos.

En 1964 se dio a conocer la existencia del bosón de Higgs, premio Nobel de Física en 2013. Pero hizo falta casi medio siglo de investigación práctica (muy costosa) para demostrarlo. Ya era demasiado tarde para uno de los pioneros, el belgaestadounidense Robert Brout.

Este es precisamente uno de los argumentos para no acelerar el proceso, afirma Sven Lidlin, presidente del comité Nobel de Química. "Queremos asegurarnos de recompensar a los que abren la primera puerta. Esto significa que hay naturalmente un plazo. En general lleva 20 años", afirma.

En su opinión, un descubrimiento debe someterse a toda la crítica posible, para no arriesgarse a recompensar a uno que acabe decepcionando. A modo de ejemplo, en 1989, dos científicos anunciaron disponer de una técnica que permitiría una reacción nuclear a una temperatura cercana a la del ambiente, lo que resolvería todos los problemas energéticos. Un cuarto de siglo después, el hallazgo sigue sin haberse confirmado.

"Todos los años hay un montón de proclamaciones de descubrimientos increíbles y muchos de ellos resultan ser menos increíbles de lo que se creía", explica Lidlin.

¿Premios póstumos?


Para resolver el dilema, Santo Fortunato es favorable a conceder premios Nobel a título póstumo, como se podía hacer antes de 1974. "Por supuesto que los que los reciban no habrán ganado nada porque estarán muertos, pero considero importante que sus hallazgos sean reconocidos", dijo.

Esta propuesta podría transformar la entrega de algunos premios en ceremonias fúnebres, mientras que ahora celebramos a los héroes de la ciencia, replica Lidlin.

"Perderíamos la idea de que en el fondo la ciencia es algo que está pasando hoy. Personalmente votaría en contra", declaró.

Es indispensable recompensar a los investigadores que no se encuentran en el final de su carrera o están jubilados, opina sin embargo Matthew Wallace, investigador del Instituto de Gestión de la Innovación y del Conocimiento de Valencia, en España.
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