Gentileza Martín Campoamor y Fuerza Aérea Uruguaya

Así armó su plan de vuelo el piloto que voló 36 horas para repatriar uruguayos desde Venezuela

Martín Campoamor es edecán de la vicepresidenta Argimón y uno de los responsables de pilotear Hércules en las misiones humanitarias con Cancillería

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22 de abril de 2020 a las 05:01

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Martín Campoamor pasó los primeros días de marzo en la Presidencia del Senado, junto a Beatriz Argimón, como uno de sus edecanes. El coronel aviador fue designado por sus superiores como mano derecha de la vicepresidenta de la República en lo vinculado a la Fuerza Aérea. Sin embargo, aunque el rol de edecán tiene mucho de administrativo, Campoamor estuvo las últimas semanas dedicado a pilotear aviones militares, especialmente Hércules, en las misiones para repatriar a uruguayos varados en diferentes partes de América.

De las más de 3.000 horas de vuelo que tiene acumuladas desde que egresó de la escuela de aeronáutica, 36 de ellas las acumuló entre este domingo y martes para que más de 40 personas –entre uruguayos y venezolanos residentes- pudieran regresar a Uruguay luego de semanas de incertidumbre por el cierre de fronteras en medio de la pandemia por el coronavirus covid-19.

Gentileza Martín Campoamor y Fuerza Aérea Uruguaya

A Campoamor y el resto de la tripulación que realizó esa misión les notificaron del viaje la semana anterior. El Ministerio de Relaciones Exteriores negociaba desde hacía varios días con el gobierno de Nicolás Maduro y pudieron acordar viajar el domingo 19. A partir de que la tripulación elegida fue notificada, comenzaron días de planificación de rutas, pedidos de permisos para sobrevuelo del espacio aéreo y listados exactos de cantidad de pasajeros y equipaje que viajaban de Uruguay a Venezuela y viceversa.

El avión Hércules en el que viajaron es un C-130 B, uno de los primeros fabricados y que tiene una capacidad para unos 90 pasajeros sin equipaje. 

Para organizar el vuelo tuvieron en cuenta que a la ida debían llevar a 51 venezolanos y a la vuelta, traer a 52 personas, de los cuales 14 eran uruguayos. Los restantes venezolanos residentes en Uruguay y paraguayos, a los que también se le sumaron 20 brasileños que descendieron en Brasilia.

Los vuelos humanitarios por la emergencia sanitaria son más largos de lo normal e impiden realizar escalas en diferentes puntos porque todas las fronteras están cerradas y, salvo las paradas para cargar combustible cada nueve horas o dejar pasajeros de destinos como Brasilia, están en el aire prácticamente días enteros. Por eso, se reforzó la tripulación en cada viaje.

Al planificar el viaje, Cancillería también le notificó a la Fuerza Aérea que en Venezuela podrían tener inconvenientes para cargar combustible en el país caribeño. Por eso tomaron en cuenta que había que recargar en Boa Vista, en Brasil pero próximo a la frontera con Venezuela, y aprovechar también la escala en Brasilia.

“Hay un trabajo muy grande de técnicos y de otras unidades, divisiones y reparticiones para obtener los permisos de sobrevuelo y las órdenes. Hay mucho trabajo y nos llena de orgullo”, contó Campoamor a El Observador unos días antes de volar a Venezuela.

Gentileza Martín Campoamor y Fuerza Aérea Uruguaya

En el caso del viaje a Venezuela, debieron solicitar permiso para sobrevolar Brasil, Argentina y Paraguay. Cada vez que realizan una misión, deben tramitar esos permisos. Por su parte, como en cada vuelo, una o dos horas antes se chequea la información meteorológica para asegurarse de que el estado del tiempo permitirá viajar.

“Estos acontecimientos nos dan la certeza de que estamos siendo parte de un hecho histórico. Los vuelos sirvieron para aliviar la situación desesperada de varios niños, jóvenes y ancianos que habían agotado sus esfuerzos de regresar con sus familias y se vieron auxiliados por los colores de la bandera uruguaya”, reflexionó Campoamor desde Caracas y definió las misiones que le ha tocado realizar con un equipo de la Fuerza Aérea como “un honor”.  

La Fuerza Aérea ha destinado 12 veces aviones Hércules para estas misiones de repatriación de compatriotas varados y también se ha utilizado el avión Brasilia. El Hércules tiene mayor capacidad para llevar y traer pasajeros y se debe disponer de una tripulación que incluye dos o tres tripulantes que dan las indicaciones a los pasajeros. En los vuelos también viajan copiloto, ingeniero de vuelo, navegante y supervisor de carga.

Gentileza Martín Campoamor y Fuerza Aérea Uruguaya

Además de Venezuela, Campoamor voló  en estas últimas semanas a la Guayana Francesa, Colombia, Ecuador, Paraguay y Bolivia. Si bien aseguró que en ninguno de los vuelos hubo inconvenientes, sí recordó que cuando volvían con uruguayos de la ecuatoriana Guayaquil hubo un retraso de casi dos horas por una luz prendida en el tablero del Hércules que debería haber estado apagada. El avión regresó al estacionamiento, con la ansiedad de los uruguayos por volver a cuestas, y cuando los técnicos corroboraron que todo estaba bien, emprendieron otra vez el vuelo.

“A veces nos decían que éramos héroes, pero yo creo que héroes no somos. Es totalmente reconfortante poder colaborar de alguna manera. Y el sentimiento de gratitud que nos transmiten los pasajeros es impresionante”, insistió Campoamor.

La pasión por volar y una imagen guardada  

Leonardo Carreño

Producto de la emergencia sanitaria, el edecán de Argimón ha tenido en las últimas semanas que dividir su tiempo entre su tarea junto a la vicepresidenta y la de pilotear, que es su gran pasión. De hecho, la convocatoria para las misiones las realiza el comandante en jefe de la Fuerza Aérea, Luis Heber de León, pero el “sí” final para su edecán lo tiene la vicepresidenta. “Ella nunca tiene inconveniente en que viaje. Yo soy un piloto más de la Fuerza Aérea y cuando me convocan arreglo mi horario con las tareas administrativas. Volar se hace a la hora que sea y siempre me hago el tiempo”, dijo.

Su pasión por los aviones se la contagió su hermano, 20 años mayor, que fue coronel de la Fuerza Aérea y de niño lo llevaba a ver las aeronaves en la base aérea de Durazno, de donde es oriundo.

Campoamor eligió la aviación de transporte y ha tenido que realizar dos misiones en Haití, una del 2008 al 2009 y otra del 2010 al 2011, así como también un viaje a Ecuador en 2016 cuando varias ciudades fueron azotadas por uno de los terremotos más fuertes de los últimos tiempos. El coronel consideró que el de 2016 fue uno de los viajes que marcaron su carrera, especialmente por las situaciones de las que le tocó ser testigo. En su recuerdo, enumeró el traslado de decenas y decenas de personas que habían perdido todo por el terremoto, animales y hasta féretros.

Pero más allá de aquella misión, Campoamor dijo convencido que los vuelos humanitarios de estas semanas seguro harán historia en su carrera de piloto. “En el futuro nos vamos a acordar de esto y vamos a valorar el sacrificio de haber colaborado para que vinieran uruguayos de lugares como la Guayana Francesa, donde pasamos un día volando”, dijo. Y dentro de esa historia que aseguró están escribiendo estos vuelos, mencionó también que en su memoria quedará un cielo que por primera vez no tiene aviones y aeropuertos con cientos de ellos estacionados, esperando a que la pandemia pase y puedan despegar nuevamente.

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